Un hospital multidisciplinar en el que se impartan clases, se realicen investigaciones y haya farmacias, gimnasios y librerías además de unidades de cuidados intensivos o salas de quirófano con vistas a una preciosa arboleda. Parece sacado de una película de ciencia ficción, pero se trata del proyecto ganador que ha presentado la empresa Ab Rogers Design a los premios Wolfson de Economía y cuya innovadora propuesta arquitectónica, llamada Living Systems (Sistemas vivos), se ha alzado con el galardón principal.
Es tan sólo de un esbozo de un planteamiento futurista que algunos tachan de “cuestionable” debido a su grandilocuencia y vistosidad, pero es una alternativa plausible a los fríos y blanquecinos pasillos de los hospitales, a los postoperatorios con vistas al asfalto o al deprimente bloque de hormigón armado que asoma por la ventana de una unidad de cuidados intensivos. La realidad es que cada vez más estudios afirman que una buena arquitectura sanitaria tiene efectos positivos en la vida de los pacientes.
Sin embargo, la investigadora postdoctoral Laura Cambra-Rufino, de la Unviersidad Politécnica de Madrid, quien presentó al Wolfson un decálogo de medidas para mejorar la organización en los hospitales, considera que la visión a largo plazo de diseños como el de Ab Rogers Design pasan por “construir” nuevos edificios muy vistosos y estéticos pero poco prácticos, mientras que, según ella, la arquitectura sanitaria (cuya definición sería, en esencia, toda aquella estructura que sirve para el cuidado de la salud) debe ocuparse de mejorar lo que ya tenemos.
“El valor está en cómo darle más vida y continuidad a lo que ya existe. Mantenerlo, actualizarlo, renovarlo y adaptarlo para hacerlo más cercano a la sociedad”, señala la experta.
Diseños que mejoran la sanidad
Tras dos años y medio de pandemia la sociedad está más "sensibilizada" hacia todo lo que tiene que ver con la salud, considera Cambra-Rufino, y por eso quizás hoy es el momento ideal para revisar nuestros modelos hospitalarios y mejorar, en general, la calidad de vida de los pacientes a través de técnicas innovadoras y punteras que tengan en cuenta lo que se conoce como “diseño basado en evidencias”. O lo que es lo mismo, la aplicación del método científico en el diseño arquitectónico de los hospitales.
"Los diseños deben tener un impacto en la salud de la gente", explica José León Paniagua Caparrós
El doctor arquitecto José León Paniagua Caparrós considera fundamental que exista una arquitectura sanitaria eficiente basada en evidencias médicas: “Hay un tema muy objetivo que tiene que ver con la evolución y el conocimiento. Hace años los hospitales eran instituciones que estaban constituidos por camas y habitaciones, pero en las últimas tres o cuatro décadas la actividad se ha modificado radicalmente".
“Determinadas unidades de cuidados intensivos no han tenido el mismo diseño durante toda su historia. Inicialmente, por ejemplo, tenían un pasillo periférico para aislar la visita de los pacientes", recuerda.
"Hay una relación entre el ciclo circadiano, que es muy importante para la recuperación, y ese pasillo periférico que estaba estorbando en el proceso de recuperación”. Todo es cuestión de crear un diseño eficiente y pensar en la calidad de vida tanto de los pacientes como en la mejora del trabajo de los profesionales sanitarios. En esencia: es puro pragmatismo combinado con ciencia.
“Los diseños deben tener un impacto en la salud de la gente”, explica Cambra-Rufino. “La arquitectura te influye de forma positiva o negativa. Por ponerte un ejemplo: todas las unidades de España de neonatos son con salas abiertas, es decir, unidades comunes para varios pacientes. Pero en el Hospital 12 de Octubre acaban de poner habitaciones familiares individuales similares a las de los adultos con una habitación para cada paciente", cuenta la investigadora.
"Varios estudios ya han demostrado que en esas habitaciones los bebés pasan mucho menos tiempo", lo cual ayuda a su correcto desarrollo y, además, "los padres y las madres adquieren antes la autonomía en los cuidados. Hay una implicación directa del entorno en tu salud”, remata la experta.
“También hay evidencias como la orientación”, añade Caparrós. “Es mejor tener una vista que contribuya física, médica y psicológicamente a la recuperación, como un parque, que un patio interior. Es un valor añadido", señala el arquitecto.
"Tras el coronavirus habría que rediseñar el área ambulatoria y los servicios sociosanitarios para personas mayores", considera Laura Cambra-Rufino
Para poner otro ejemplo Cambra-Rufino se traslada a Estados Unidos: “Hubo un estudio en 1984 que demostró que pacientes en condiciones similares se recuperaban antes si las vistas de la habitación daban a espacios con vegetación en vez de a muros de ladrillos. Fue un punto de inflexión que aceleró todo el movimiento en torno al ‘proceso de diseño basado en evidencias’”.
España no está a la vanguardia
Estados Unidos es el país a la vanguardia en lo que se conoce como "diseño basado en evidencias". Es decir, utilizar el conocimiento, la experiencia y la intuición de los diseñadores, además del conocimiento arquitectónico y médico, para crear un proyecto hospitalario que responda tanto a las necesidades de los pacientes como a las del personal médico que los atiende. Eso, en parte, pasa por una mayor centralización de las competencias sanitarias y menos por el caos que provoca una legislación disgregada y heterogénea dependiente de la casuística de cada Comunidad Autónoma.
Cambra-Rufino propone que los hospitales del futuro atiendan a razones prácticas y no tanto a visuales o estéticas como el Living Systems ganador del Wolfson de Economía. ¿Cómo se imaginaría ella el hospital del futuro? "Es difícil de decir", reflexiona.
"Tras ver la situación con el coronavirus creo que habría que rediseñar el área ambulatoria y los servicios sociosanitarios para personas mayores. Debería existir una red de atención en los cuidados continua e integrada: que no fuera en el hospital de una forma, en atención primaria de otra y en el domicilio distinta, sino que existiese cierta continuidad y fuese más transversal", opina la investigadora.
Lo más importante, cree Cambra-Rufino, es establecer un buen equipo de profesionales transdisciplinar. "Hay que contar siempre con el personal sanitario, técnico e investigador, y también con los pacientes y asociaciones. Todo esto no se suele hacer porque los procesos de los proyectos de construcción son muy rápidos. Además, no se comparte mucha información. Cada Comunidad Autónoma lo hace todo de forma distinta, los plazos son muy cortos y no da tiempo a hacer una evaluación previa al diseño. Las fases están limitadas por unos plazos administrativos que no permiten aportar esta calidad extra".
Lamentablemente, en España no tenemos los deberes tan bien hechos como nuestros vecinos del continente americano. Hay ligeras excepciones de arquitecturas sanitarias innovadoras, como la del Hospital 12 de Octubre o la del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), que tiene una de las unidades ambulatorias más potentes del país, pero el resto de hospitales no están bien adaptados a la arquitectura sanitaria, en parte por lo difícil que resulta centralizar desde el gobierno este tipo de propuestas y en parte por el crecimiento exponencial del conocimiento médico, que hacen que este tipo de innovaciones vayan a marchas forzadas y por detrás de investigación y el desarrollo.