En el quinto día de la cumbre del clima de Glasgow tocaba hablar de energía. No es una cuestión baladí porque la principal actividad que emite CO₂ es la combustión de combustibles fósiles (carbón, gas natural y petróleo) para generar energía y con fines de transporte.
La declaración de la Transición Global del Carbón a la Energía Limpia (Global Coal to Clean Power Transition Statement), firmada y anunciada por una coalición de países y los principales bancos, ha sido juzgada muy positivamente. Con este acuerdo se comprometen a poner fin a toda inversión en nueva generación de energía de carbón y una eliminación gradual de las centrales térmicas en la década de 2030 para las principales economías y en la década de 2040 para el resto del mundo.
Para Lorenzo Sani, analista de datos y energía de Carbon Tracker, supone el fin de los negocios en el sector de este negro mineral. "Este anuncio aumenta la probabilidad de que se materialice el riesgo de activos inmovilizados".
Según su estudio Taking Stock of Coal Risks, publicado en el mismo día, se señala que la eliminación gradual de la energía del carbón para 2040 dejará 121.000 millones de dólares en activos varados en los mercados bursátiles de todo el mundo.
Ya no tiene sentido invertir en nuevas infraestructuras con altas emisiones de carbono
Y los mercados asiáticos serían los que pagarían el precio más alto soportando hasta el 90% del riesgo de activos varados que identifican, con hasta 59.000 millones dólares de pérdidas solo en Bombay, el centro financiero de India. Por eso recomienda que "las empresas adopten programas de eliminación progresiva planificados para retirar sus plantas y minimizar las pérdidas para los accionistas e inversores".
Fin al incentivo de inversiones
No son los únicos que llegan a esta conclusión. La consultora londinense Systemiq ha realizado un seguimiento de la evolución de los sectores que abarcan el 90% de las emisiones mundiales entre 2015 y 2021 y acaba de lanzar un informe demoledor.
Señala que la inversión en infraestructuras con altas emisiones de CO2 se está desmoronando rápidamente, ya que todos los sectores importantes están a punto de implantar soluciones ecológicas más baratas o competitivas en cuanto a costes.
El nuevo análisis The Paris Effect - COP26 edition muestra que ya no tiene sentido invertir en nuevas infraestructuras con altas emisiones de carbono, ya que todos los sectores principales son capaces de desarrollar soluciones ecológicas competitivas en costes para 2030. En el caso de cualquier infraestructura con altas emisiones de carbono que se construya hoy, habría que cuestionar seriamente los ingresos al cabo de 10 años.
Para construir una economía próspera de cero neto "necesitamos acelerar la inversión y el progreso en sectores de bajas emisiones de carbono, es decir, invertir en energía, naturaleza, finanzas y en la eliminación del metano y del CO₂. La buena noticia es que sabemos cómo hacerlo", aseguran.
Las soluciones de bajas emisiones de CO₂ son competitivas en gran parte del sector eléctrico. Y en la próxima década se podrán ver tendencias disruptivas en múltiples sectores. El informe señala el transporte por carretera, la alimentación y la agricultura, la aviación y el transporte marítimo, entre otros, como sectores en proceso de transformación con el apoyo del Glasgow Breakthrough Package lanzado en la COP26 esta semana.
"Como dice el viejo refrán, si quieres perder una apuesta, apuesta contra el futuro. Invertir ahora en infraestructuras con altas emisiones de carbono es esa apuesta perdedora", afirma Rachel Kyte, decana de la Fletcher School de la Universidad de Tufts.
"Para cualquier activo de infraestructura que se construya hoy y que sirva a una cadena de valor con altas emisiones de carbono, deberían cuestionarse seriamente los ingresos a 10 años vista. Los inversores en infraestructuras también deberían prestar mucha atención al refuerzo de las espirales descendentes que acelerarán el declive de los activos con altas emisiones de carbono".
El coste del cambio climático
Pero no todo son buenas noticias. Bank of America también advierte del coste que ya supone luchar contra el cambio climático. De hecho, confirma que es uno de los responsables de la subida del precio de la energía.
"El cambio climático no es sólo un problema abstracto para la próxima generación. Ya está afectando a la economía mundial de varias maneras", señala.
Repercute en la economía principalmente a través de tormentas, inundaciones, sequías y subida del nivel del mar. Los cambios en los patrones de viento y lluvia parecen haber afectado a la oferta de energía eólica e hidráulica, al tiempo que China ha impuesto restricciones a las emisiones de las centrales eléctricas, provocando escasez de electricidad.
Y teniendo en cuenta las perspectivas de regulación, es probable que la inversión en capacidad de energías sucias sea baja y se mantenga la demanda. Mientras tanto, la energía verde no está aumentando lo suficientemente rápido como para llenar la falta de energía fósil.
Todo esto subraya la importancia de hacer bien la transición. Pero Bank of America no tiene ninguna duda de que los impuestos sobre el carbono son una de las formas más eficaces de fomentar una transición más natural.
Los líderes empresariales, concienciados
Según el informe Climate Leadership in the Eleventh Hour –que incluye entrevistas a más de 100 directores ejecutivos y una encuesta a más de 1.230 consejeros delegados de 113 países y 21 industrias–, los líderes del sector privado están luchando por acelerar sus ambiciones climáticas, a pesar de que casi tres cuartas partes (73%) dicen sentirse cada vez más presionados para actuar.
Más de la mitad (57%) de los ejecutivos encuestados dicen que están dando prioridad a la acción climática en medio de la recuperación de la pandemia de la covid-19.
El 57% de los ejecutivos encuestados están dando prioridad a la acción climática en medio de la recuperación de la covid-19
Entre los riesgos, el 49% de los CEO señala las interrupciones de la cadena de suministro debidas a condiciones meteorológicas extremas como uno de los principales riesgos, pero sólo el 7% afirma poseer sistemas de alerta previa para prepararse ante sucesos de riesgo climático.
Además, el 71% afirma estar trabajando activamente en el desarrollo de un objetivo de emisiones netas cero para su empresa y el 57% cree estar operando en línea con el objetivo de 1,5 °C. Sin embargo, sólo el 2% de estas empresas tiene un objetivo formal validado por la iniciativa de Objetivos Basados en la Ciencia.
"Seguir como siempre ya no es una opción. Los directores ejecutivos que hemos encuestado dejan claro que la comunidad empresarial no se siente preparada para hacer frente a nuestra emergencia climática", ha declarado la consejera delegada del Pacto Mundial de las Naciones Unidas, Sanda Ojiambo.
El mayor cambio observado en los 14 años del estudio es el de los inversores y los mercados de capitales, que han pasado del puesto ocho en 2019 al puesto tres en las prioridades de los consejeros delega de cara a la COP26.
La tendencia refleja el mayor salto en la influencia de las partes interesadas desde el inicio del estudio en 2007, ya que los inversores "ejercen una presión cada vez mayor sobre las empresas para que identifiquen los riesgos y comprendan la oportunidad que supone la transición a un mundo de 1,5 grados netos".