La salud es clave para el desarrollo humano. No es de extrañar que los ODS enuncien entre sus objetivos este gran reto individual y colectivo. El ODS 3 persigue garantizar una vida sana y promover el bienestar a todas las edades. Casi nada. Se trata de un desafío inmenso que nos atañe a todos, más si cabe en los tiempos que vivimos en los que los organismos internacionales, los gobiernos, las organizaciones no gubernamentales, la sociedad civil y, por supuesto, las empresas privadas, tienen una responsabilidad compartida.
En lo que respecta a las empresas, la sostenibilidad económica, social y ambiental es ya una realidad en la agenda de muchas. El camino se hace camino al andar y la promoción de la salud es parte de este recorrido. Por ejemplo, adoptando medidas para impulsar el bienestar integral en las principales facetas, como la física (nutrición y alimentación), la profesional (desarrollo y empleabilidad) y la emocional (valores y empoderamiento). Sin ir más lejos el tercer objetivo –la salud afectiva– responde a una creciente humanización de la empresa y de las relaciones que se generan a su alrededor.
Personalmente animo a confiar en cualquier organización, en cualquier marca, en cualquier proyecto empresarial en el existan unos principios, una ética de trabajo, un propósito constructivo, una orientación de servicio a los demás. Lo cual en absoluto es incompatible con generar beneficios; al contrario, las ganancias se multiplicarán con el tiempo. Cada vez que se apoye a una compañía con valores, se estará eligiendo el lado más humano de la empresa, el cual influye en toda la organización y a todos los niveles.
"La comunicación interna pensada por y para las personas como una de las claves para mantenernos cohesionados"
Me gustaría citar tres experiencias cercana, tres ejemplos que nos han ayudado a entender que es posible y deseable “hacer empresa” pensando en el bienestar de las personas. Empecemos por las buenas noticias: en 2019 Pascual celebró su cincuenta aniversario. A lo largo de aquel año nuestra principal motivación como accionistas fue reconocer, aplaudir y conectar con nuestra gente. También recordamos a socios y amigos, a clientes y a consumidores, a ganaderos y agricultores. Pero el leitmotiv era un gran homenaje a nuestras personas, centro a centro, celebrando con nuestros 2300 empleados tanto nuestro pasado y presente como, sobre todo, nuestro futuro.
Pocas veces vi una gratitud tan sincera y generalizada en los rostros de Andalucía, de Galicia, de Cataluña, cuando en realidad éramos nosotros quienes veníamos a dar las gracias. Jóvenes y mayores, jubilados y excompañeros que ayudaron a elevar nuestras fábricas y delegaciones en los 80, anécdotas, recuerdos, incluso pequeñas leyendas que se van agrandando. Emocionados por compartir nuestra alegría como emprendedores y nuestros valores como compañía, aquel aniversario supuso una lección única e inolvidable.
Lamentablemente, no siempre fue tiempo de gozo. Un año después llegó la pandemia y nos pilló con la resaca del 19, pero con el poso del 50 aniversario todavía latente en la compañía. Rápidamente nos pusimos las pilas en materia de digitalización para mantener el contacto con clientes, nos organizamos para preservar la cadena alimentaria en las fábricas. La respuesta de nuestros empleados fue espectacular. Tanto a pie de planta y de almacén como los que que estaban trabajando desde sus hogares.
"La ciudadanía responde de manera generosa, con las actitudes colectivas construidas a partir de los comportamientos individuales éticos"
Pusimos en marcha mecanismos para apoyar informativa, motivacional y psicológicamente a los que teletrabajan y a los presenciales. Bajo el lema #OrgulloDeEquipo compartimos experiencias de nuestros trabajadores y la respuesta no pudo ser más entusiasta. Todos se volcaron y descubrimos el lado más creativo de nuestras personas recibiendo cientos de fotos, vídeos, aplausos, mensajes, canciones y cartas de ánimo de unos a otros. Hoy más que nunca somos un equipo unido. Pero no fue casualidad: la siembra de valores no había caído en saco roto.
No estábamos solos. Muchas empresas con las que compartimos filosofía nos contaron sus experiencias en la pandemia y todas coincidieron en destacar la comunicación interna pensada por y para las personas como una de las claves para mantenernos cohesionados. La sociedad también experimentó un movimiento de solidaridad, cercanía y humanidad que se filtró al gran consumo. Hoy, más que nunca, vemos que algunos valores no son en absoluto papel mojado. La ciudadanía responde de manera generosa, con las actitudes colectivas construidas a partir de los comportamientos individuales éticos. Vemos que la respuesta está siendo útil y eficaz, de manos tendidas, con puentes y aplausos. Personas conocidas, anónimas, instituciones, tejido asociativo. Y las empresas no somos ajenas a este movimiento.
"Mi padre siempre decía que una empresa vale lo que valen sus personas"
El tercer ejemplo tiene que ver con un proyecto al que me siento muy unida. El Centro de Investigación en Valores (CIVSEM) perteneciente a nuestra fundación lleva años ayudando a las personas que buscan una guía en un momento determinado de sus vidas. Somos pequeños, somos modestos, pero hemos llegado ya a miles de amigos, adultos, jóvenes y adolescentes, ayudando a través de la vivencia de valores a tomar las riendas del momento vital en que se encuentran desde una consciencia profunda de sí mismos y humanizando el entorno digital. Este es nuestro humilde movimiento transformador y no ha hecho más que comenzar
Es un buen momento para demostrar que los valores de las empresas cuentan, y mucho. Es la oportunidad de posicionar a las organizaciones responsables como parte indispensable del nuevo entramado social. ¿Acaso no podemos encontrar una situación más propicia para aportar los comportamientos que tanto nos demandan? Recordemos que todo comienza y se gesta en la casa de cada uno. Mi padre siempre decía que una empresa vale lo que valen sus personas. La humanización de las organizaciones que ofrecen a sus empleados espacios de bienestar es solo el principio de un viaje mucho más apasionante. Las personas son siempre inspiradoras.
*** Sonia Pascual es consejera de Corporación Empresarial Pascual