Los más de 8.000 kilómetros de litoral con los que cuenta España son, hoy en día, más vulnerables a las inclemencias del tiempo. El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos (IPCC) de Naciones Unidas plantea como irreversible la subida del nivel del mar. Una consecuencia que afecta directamente a las costas y plantea nuevos retos sobre cómo se puede alcanzar una sostenibilidad en lo que –parece– que deberá ser a contrarreloj.
Tras la época estival, los temporales crean escenarios de inundaciones que se repiten cada año. Los daños materiales y, en ocasiones, humanos crean una situación dramática. La Dana, que en las últimas semanas ha afectado a amplias zonas de Andalucía, Baleares y la Comunidad Valenciana, ha multiplicado las imágenes de calles anegadas, coches devorados por el agua y viviendas inundadas.
Los expertos consultados por EL ESPAÑOL coinciden en que la forma de paliar los efectos de los fenómenos meteorológicos sobre las zonas de costa pobladas es llevar a cabo una buena planificación y gestión de estas áreas.
"Hay que mantener los espacios de la costa lo más fiel a las reglas de la naturaleza posible", explica Juan Antonio Morales
Juan Antonio Morales, catedrático de Estratigrafía de la Universidad de Huelva (UHU), comenta que en España tenemos una ley de costas que hereda una situación anterior donde esta se ha organizado de una forma poco planificada, además de zonas portuarias que fueron construidas sin estudios previos. "Ahora tenemos que lidiar con esa situación", asegura.
En este sentido, el experto entiende que los espacios naturales son clave: "Hay que mantener los espacios de la costa lo más fiel a las reglas de la naturaleza posible". No obstante, subraya también la necesidad de aunar estos intereses con las opiniones de todos los sectores económicos y sociales implicados en la costa.
Proteger el sistema natural se vuelve indispensable para mitigar los efectos del cambio climático en las costas. Así lo aseguraba Morales en otra entrevista con este periódico, que ponía el ejemplo de dos playas, una al lado de la otra, en la provincia de Huelva: Antilla (en Lepe) e Islantilla (en Isla Cristina).
Como explicaba, en la segunda, al respetarse el cordón natural de dunas, este sistema actuó como barrera de protección cuando irrumpieron los temporales de Emma y Gisele en marzo de 2018. Lepe, sin embargo, vio destruida la primera línea de viviendas y su paseo marítimo; "fue un desastre absoluto", aseguraba el experto.
Ahora, las intensas precipitaciones de las últimas semanas han vuelto a provocar daños incalculables en Lepe. Según informan medios locales, las primeras estimaciones municipales apuntan a unas 700 viviendas inhabitables y 1.500 vehículos dañados, a los que se suman numerosos comercios o áreas industriales inundadas.
Las intensas precipitaciones de las últimas semanas han vuelto a provocar daños incalculables en Lepe: 700 viviendas inhabitables y 1.500 vehículos dañados
Unas consecuencias que han llevado al Ayuntamiento a solicitar al Gobierno la declaración de zona catastrófica, a fin de poder contribuir con ello a la reconstrucción de las múltiples zonas afectadas dentro de la localidad.
"Lamentablemente, en todas las zonas del Levante español prácticamente las dunas están destruidas, y todo se ha convertido en paseos marítimos", explica Morales. Zonas urbanas como estas "van a sufrir mucho" y "cada vez va a haber que gastar más dinero para protegerlas".
Una ley de gestión de costas que no llega
Si en algo coinciden los expertos consultados es que alcanzar una sostenibilidad "es difícil". En primer término porque no hay una definición clara de este concepto que baila entre la reducción de las presiones humanas sobre los recursos naturales, la regeneración y la adaptación al medio.
Para Óscar Esparza, experto en programa marino de WWF, la clave está en comprender que el crecimiento está limitado por nuestro entorno.
"No hay que favorecer un sobrecrecimiento porque luego hay problemas, que es lo que estamos viendo", comenta Esparza. Añade que "cada vez se necesita más alimento, más energía, para más personas en más lugares y esto conlleva una sobreexplotación del planeta que erosiona su capacidad para seguir proporcionando recursos para el futuro".
"No hay que favorecer un sobrecrecimiento porque luego hay problemas, que es lo que estamos viendo", asegura Óscar Esparza
Esos marcos teóricos de referencia, lamenta, "no se tienen en cuenta" y "siempre se está tratando de maximizar los resultados con una visión a corto plazo y sin entender las limitaciones de la biosfera".
En España, en el año 2013 entró en vigor la nueva Ley de Costas que prometía una protección y uso sostenible del litoral. Sin embargo, lo que hizo fue suavizar los niveles de protección de la ribera marítima en favor de la ocupación y las actividades económicas.
Al rebajar esa protección de 100 m a 20 m con respecto a la anterior norma, se permitió la regularización de miles de viviendas situadas en dominio público que antes se consideraban ilegales, además de otras miles que podían acogerse a la amnistía de obra.
Aun así, Morales explica a este periódico que actualmente la ley de costas "protege bien" la costa española. Pero puntualiza: "Si se cumple, claro". Y es que, como comenta, hay muchos casos en los que la ley no se respeta de una manera rígida.
"De momento hay concesiones, que fueron concedidas por 30 años. Esos 30 años acaban ahora y no hay intención de acabar con ellas. Hay intención de renovarlas", asegura, lo que supone un riesgo además de un gasto. Porque "esas concesiones están en zonas que están siendo atacadas por el mar" y "habrá que gastar dinero público en proteger espacios que ahora tienen un uso privado".
Habrá que gastar dinero público en proteger espacios que ahora tienen un uso privado
A esto se suma que el nivel del mar ya está subiendo, milímetro a milímetro, y muchas áreas costeras ahora ocupadas por el ser humano pueden ser invadidas por el agua en cuestión de años. Gonzalo Malvarez, investigador experto en costas de la Universidad Pablo Olavide (UPO), insiste en la importancia de abandonar una visión sectorial –en torno al sector agrícola, la pesca, el turismo– para tener una visión integrada donde las actividades en la costa estén gestionadas de una forma integrada.
Es decir, que los recursos pesqueros tengan en cuenta la convivencia con el uso turístico. O que el uso turístico, por ejemplo, tenga en consideración una serie de infraestructuras que garanticen los recursos naturales y su pervivencia.
En este sentido, cuando no se mantiene una convivencia sostenible con el medio natural y se permite una construcción y una explotación de las costas sin planificación, la llegada de temporales tienen consecuencias mayores.
Esta manera de actuar, explica Malvarez, va a ser incompatible con las inundaciones. En un contexto de cambio climático, "dejan de ser esporádicas, para ser ahora mucho más frecuentes y mucho más puntuales en el espacio y en el tiempo".
En un contexto de cambio climático, las inundaciones dejan de ser esporádicas
En esto coincide Morales, que lamenta que "el principal error cometido en las costas es haber hecho urbanizaciones salvajes, a veces, y actuaciones portuarias sin una previsión de cómo iban a influir en la dinámica costera y en el desarrollo de la dinámica natural".
Un error heredado de la España del boom turístico en época de posguerra que deja aún retos pendientes en uno de los mayores motores económicos de nuestro país.
Como apunta el experto, aún queda por hacer una ley de planificación y gestión costera- "Este reto queda pendiente también en Europa, porque no tiene una ley que obligue a los países miembros a planificar las actividades en la zona costera". Un aspecto que, como comenta Malvarez, en España "aún estamos lejos" de alcanzar.