Con solo un año y medio de vida, Podemos es la tercera fuerza política de España. La formación liderada por Pablo Iglesias ha volteado las encuestas para conseguir un resultado insospechado tan solo quince días atrás. Gracias a una astuta política de alianzas en algunas comunidades y a una campaña electoral acertada, Podemos ha conseguido el 20,5% de los votos y 69 escaños. En el endiablado mapa político resultante de estas elecciones, Iglesias y los suyos tienen en buena medida la llave del próximo gobierno. Con sus votos en un sentido u otro podrían empoderar al PSOE de Pedro Sánchez o bloquear casi cualquier investidura.
La suma de apoyos de Podemos y las coaliciones de las que forma parte roza los cinco millones de votos. El partido morado ha sido el más votado tanto en Cataluña como en el País Vasco. Y ha quedado en segunda posición en Madrid, Valencia, Galicia, Baleares y Navarra. Unos resultados que no aparecían en ninguno de los sondeos publicados antes de estas elecciones.
Pablo Iglesias compareció exultante junto a la plana mayor de Podemos. Sus primeras palabras fueron para afirmar que "hoy ha nacido una nueva España, una España que pone fin al sistema político del turno y que inaugura una nueva etapa política en nuestro país". A continuación, se cebó con sus rivales del bipartidismo, al rememorar que "el PSOE de Pedro Sánchez ha obtenido su peor resultado de toda la democracia y el Partido Popular ha obtenido su peor resultado desde 1989".
Líneas rojas
El secretario general de Podemos no quiso hablar de acuerdos para formar gobierno. Lo que ha hecho ha sido plantear una suerte de líneas rojas para cualquiera que quiera entenderse con "Podemos y las fuerzas del cambio". "España ha votado cambio de sistema y esto tiene una serie de implicaciones inaplazables e imprescindibles". Esas implicaciones o condiciones son cuatro: blindaje por ley de los derechos sociales; reforma del sistema electoral que "lo adapte a la proporcionalidad que establece la Constitución"; puesta en marcha de una "moción de confianza ciudadana" (es decir, a los dos años los ciudadanos pueden revocar por referéndum al gobierno); y, por último, concretar un "nuevo acuerdo territorial que respete la plurinacionalidad constitutiva de nuestro país".
En suma, una reforma a fondo de la Carta Magna que difícilmente podrán aceptar sus oponentes políticos. Iglesias afirmó que "los hasta el momento 69 diputados de Podemos van a tender la mano a todas las fuerzas políticas para hacer los cambios constitucionales imprescindibles, ineludibles e inaplazables en nuestro país, antes de hablar de cualquier otra cosa". "No toca hablar de entendimientos con partidos, toca hablar de reformas constitucionales, es lo primero de todo", insistió. Un planteamiento que dificulta más, si cabe, la gobernabilidad de España tras estas elecciones.
Antes de que se iniciase el escrutinio, el director de campaña y número dos de Podemos, Íñigo Errejón, fue el primero en valorar lo acontecido en estas elecciones. Y su mensaje es cristalino: "Hayan votado los que hayan votado, se ha terminado el bipartidismo, el sistema del turno. Estamos abriendo una nueva época en la historia de nuestro país. España ya es otra". En esa línea y en coherencia con sus discursos durante la campaña, Errejón insistió: "Hemos cerrado una etapa política en este país". También destacó que Podemos "ha sido un instrumento para el cambio" y aseguró:"Estamos en el comienzo de una nueva Transición".
Las confluencias
Los buenos resultados de Podemos no son casualidad. Gran parte de este éxito electoral se cimienta en la política de alianzas del partido morado en Galicia, Cataluña y Valencia, donde ha llegado a acuerdos con las Mareas, con la formación de Ada Colau y con Compromís, respectivamente. Estas coaliciones de las que forma parte Podemos (En Marea, En Comú Podem y Compromís-Podem) han cosechado un resultado incluso mejor del esperado. Entre las tres alianzas, suman 27 escaños.
Desde antes de la campaña y a lo largo de la misma, Pablo Iglesias ha enarbolado la bandera de definir a España como “un país de países”, con continuas menciones a “la realidad plurinacional”. Podemos propone una redefinición de España en la Constitución. Y ello incluye un “nuevo encaje” para territorios como Cataluña, donde Iglesias y sus correligionarios abogan por la celebración de un referéndum de autodeterminación para que “decidan los catalanes”. Eso sí, Podemos pediría en esa hipotética consulta que “Cataluña no se vaya de España”, sino que se quede pero con ese “nuevo encaje”. Los líderes del partido llevan semanas comentando que, si bien este discurso les perjudicó claramente en las elecciones catalanas, polarizadas entre partidarios del “sí” y del “no” a la independencia, ahora este mismo mensaje iba a beneficiarles. Y así ha sido, tanto en Cataluña como en el País Vasco.
La campaña
Asimismo, el discurrir de la propia campaña electoral se antoja clave para explicar este resultado de Podemos. Antes de iniciarse el período legal en que los partidos reclamaban el voto, esta formación era cuarta en todas las encuestas. No había opción alguna, ni remota, de superar a Ciudadanos y PSOE. La realidad ha desmentido esas previsiones tras quince días en los que los sondeos fueron variando de rumbo poco a poco.
Entre los pilares de la exitosa campaña de Podemos, es obligado citar la moderación de su discurso -con el lema “Un país contigo”-, la inapelable victoria de Iglesias en el debate a cuatro, el eslogan ilusionante de “la remontada” -explotado hasta la extenuación en redes sociales- y, por supuesto, los numerosos errores de los rivales. Un conjunto de factores que han volteado las encuestas.
¿Y ahora qué?
El mapa político que dejan estas elecciones resulta endiablado desde el punto de vista de la gobernabilidad. El PP es el partido más votado, sí, pero su suma con Ciudadanos -su socio más probable- es similar a la fuerza que tienen juntos PSOE y Podemos, los dos partidos ubicados a la izquierda que, por su parte, tampoco llegan a una mayoría absoluta. Por tanto, la gran pregunta para cualquier formación es qué hará a partir de ahora. Empieza el tiempo de los pactos. En Podemos tienen claro que no quieren que gobierne el PP. Pero un apoyo al PSOE tampoco parece sencillo. Todo está abierto en un Parlamento más fragmentado y complejo que nunca.