Sabían que iba a ser así, pero no que podría resultar tan duro. El PSOE asiste con temor a una campaña en la que Pedro Sánchez está recibiendo incluso más navajazos que Mariano Rajoy.
Según varias fuentes del PSOE, la posición de centralidad del partido permite que tanto Ciudadanos como Podemos pongan a Sánchez en la diana para ganar posiciones. Pablo Iglesias busca votos por la izquierda y Albert Rivera por el centro-derecha, estrujando el espacio electoral de los socialistas. La "operación salvar al soldado Sánchez", acuñada por Rivera, que cree que a Rajoy le conviene que el PSOE siga liderando la oposición, es un ejemplo. Las críticas de Iglesias contra el PSOE, a quien equipara con el PP, otro.
Los ataques han comenzado a hacer mella en el PSOE. Este martes por la noche, Sánchez dijo que Podemos era las "nuevas juventudes comunistas". Susana Díaz y Felipe González han denunciado en varias ocasiones una pinza del PP con Podemos y todo el partido insiste en enmarcar a Rivera en una derecha rejuvenecida que pacatará si puede con el PP.
La noche del debate a cuatro cundía en el PSOE una extraña sensación. Aunque muchos reconocían en privado que Pablo Iglesias había sido "más eficaz" y "emotivo", Sánchez gustó a su militancia, incluso a algunos referentes entre los críticos dentro del PSOE consultados esa noche por EL ESPAÑOL.
Sin embargo, la percepción generalizada fuera del PSOE fue la de que Sánchez perdió claramente el debate, también frente a Soraya Sáenz de Santamaría. Rajoy no estaba y tanto Ciudadanos como Podemos criticaban con dureza al líder socialista.
"Van a por él porque Pedro es el rival más fuerte", asegura un miembro de la Ejecutiva del PSOE. "En el debate no cometió fallos y fue el más solvente con diferencia. Lo ven como el enemigo a batir", señala la misma fuente.
"No creo que perdiéramos el debate, pero no supimos gestionar el posdebate. Tendríamos que haber atacado duramente al presente del partido por incomparecencia (Rajoy) y al futuro por insolvencia (Sáenz de Santamaría)", según un veterano dirigente. "Pedro no lo está haciendo mal, pero tiene una mala estrategia de campaña", asegura la misma fuente.
Acudir a los debates pasa factura
Muchos en el PSOE cuestionaron en su momento de la idoneidad de acudir a debates en los que no estuviera Rajoy. Ahora, pasados los dos en los que participaron Albert Rivera y Pablo Iglesias, los próximos a Sánchez consideran que gracias a ellos se ha "consolidado como única opción para vencer al PP". "Rivera pinchó en el segundo debate, nadie ve a Iglesias como presidente y Rajoy ni compareció", argumentan. Para ellos, Sánchez afrontó con valentía debates difíciles y por ello está recibiendo los zarpazos de los emergentes.
No todos comparten el análisis en el PSOE. "Sánchez se comportó como si ya tuviera 80 diputados", aseguró un exdirigente regional. "No fue capaz de ganarlo y eso está pasando factura", argumenta la misma fuente, muy pesimista sobre el resultado electoral.
El propio Sánchez sugirió este miércoles por la mañana que todos los ataques de los emergentes tienen su fundamento en una campaña no por la presidencia sino por quedar segundos. Según este razonamiento, a Podemos y Ciudadanos les importa más consolidarse políticamente que desalojar a Rajoy de la Moncloa.
Aunque Sánchez y su equipo pongan buena cara al mal tiempo, en el PSOE sí late una gran preocupación. La encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que dió al PSOE entre 77 y 88 diputados de los 350 de la cámara, más de 30 por detrás del PP, sentó como un verdadero jarro de agua fría. Las reacciones oscilaron entre la incredulidad y la acusación de manipulación. Pero al día siguiente, Sánchez se lió al hablar de pactos y resucitó no intencionadamente el fantasma del tripartito en Cataluña, que según algunos podría querer reeditar el PSOE con Ciudadanos y Podemos.
Ahora, según fuentes del PSOE, el tripartito es contra Sánchez.