El PSOE mucho había presumido a lo largo de la campaña electoral de la que estaba predestinada a ser su quinta victoria electoral consecutiva. Lo daban por hecho también en todos los sondeos. Sólo el CIS aventuró un empate con el PP. Al final, los populares han dado la vuelta al marcador y han logrado algo que no hacían desde 2011: ganar al PSOE. Han sido 23 frente a 20 escaños. No ha sido el sorpasso. Ha sido el "surpasso" como el propio presidente del PP-A, Juan Manuel Moreno Bonilla, lo ha bautizado después de que el término haya triunfado en las redes sociales.
Un exultante Moreno Bonilla ha comparecido para agradecer la confianza de esos 1.406.035 andaluces que han apostado "por el centro, la moderación y el equilibrio". El reparto de votos hace pensar que ha habido trasvase de votos del PSOE y al PP, y así lo han confirmado el popular: no sólo ha habido un votante socialista que ha preferido cambiar hacia la moderación, sino que también ha habido un castigo a su principal rival, la presidenta andaluza y secretaria general del PSOE-A, Susana Díaz. La prueba está en las cifras: si el PSOE ganaba al PP por 100.000 votos en diciembre, seis meses después ha sido el PSOE el que ha perdido 86.000 papeletas.
"Ha perdido un estilo de gobernar, que no ha permitido acuerdos con el PP, ha perdido la soberbia, que es muy mala consejera", ha dicho, insistiendo en que la presidenta andaluza esta debe ser "más humilde". "Tiene que entender que en política hay que buscar puntos de encuentro y que Andalucía no es suya. Andalucía no es ni del PSOE ni del PP, ni de Juanma Moreno ni de Susana Díaz, es de los andaluces", ha insistido.
En la sede regional del PSOE comparecía Susana Díaz minutos después de que lo hiciera Pedro Sánchez en Ferraz. A esa hora, aún no habían hablado. Arropada por parte de su equipo de gobierno, Díaz no ha ocultado su decepción. Tampoco quienes la rodeaban. Era una derrota amarga, porque no ha sido por la mínima, sino que han sido tres diputados los que le han sacado los populares de ventaja.
Su mensaje ha sido claro. Si el electorado no ha confiado en el PSOE para formar Gobierno, "hay que actuar en consecuencia", ha dicho con contundencia. En esa frase va implícito que el PSOE debe irse a la oposición. Algo que se entiende como dejar pasar al PP para que gobierne y que los socialistas deben abstenerse.
Díaz ha valorado que AndalucÍa ha servido de freno para el "populismo" de Unidos podemos y que si ha ganado el PP ha sido por la "fragmentación" de la izquierda y la "concentración" de la derecha.
Este escenario trunca la racha de cuatro victorias consecutivas del PSOE de la mano de Susana Díaz y de la que mucho han presumido en campaña, porque también tiene una lectura interna dentro del partido. Esto puede ser un obstáculo importante para sus aspiraciones futuras. Para empezar, porque de los cinco diputados perdidos por el PSOE a nivel nacional, tres han sido en Andalucía.
Los 61 escaños que estaban en juego en Andalucía ha hecho de esta comunidad uno de los principales campos de batalla para los cuatro principales contrincantes en este 26-J. En la campaña electoral así lo han demostrado. La agenda de Díaz ha sido muy intensa, tanto en lo institucional como en lo orgánico. Jornadas maratonianas que no han podido al final con la maquinaria electoral del PP. A la vista de que CIS le daban empate, los populares redoblaron esfuerzos en Andalucía: Rajoy estuvo en cinco provincias y había un ministro a diario en Andalucía.
En un mapa de España teñido de color azul, tan sólo hay tres provincias que resisten en color rojo. Las tres son andaluzas: Jaén, Sevilla y Huelva. Aunque en el principal feudo de Susana Díaz, Sevilla, el PSOE ha ganado en número de votos, en escaños empata a cuatro con el PP. Díaz es el único tanto que ha podido apuntarse ese tanto.
El sorpasso de Unidos Podemos en Andalucía ni estaba en las encuestas, ni se le esperaba en el escrutinio. Pero tampoco se preveía un resultado tan bajo. Han sido un auténtico pinchazo. Unidos Podemos se había marcado como objetivo sumar a los 10 diputados que sacó Podemos el 20D, y lo que pudiera aportar IU, que les podría dar tranquilamente cuatro diputados más, que se sacarían en provincias como Jaén, Granada, Málaga y Sevilla. Al final el resultado es de tan sólo uno más, once.
Lo peor no ha sido eso: si IU lograba 256.000 votos en diciembre, la confluencia con Podemos no se ha traducido en una suma aritmética. La marca Unidos Podemos sólo ha ganado 38.900 votos respecto al resultado que en diciembre obtuvo en solitario la formación que lidera Teresa Rodríguez. De los 748.122 votos han pasado a 787.055. Muchos votantes de IU no han debido respetar la confluencia.
Quien se queda fuera era una de las apuestas fuertes de Podemos, el exJEMAD Julio Rodríguez. Sí entrará en el Congreso de los Diputados el exlíder jornalero Diego Cañamero, algo previsible ya que Podemos el pasado 20D se quedó a tan sólo 1.012 votos de lograrlo (el candidato era entonces el exconcejal de Jaén Andrés Bódalo, en prisión por agredir a un ex concejal socialista).
El análisis que hacen desde unidos podemos es que el "mensaje del miedo" de Díaz ha funcionado y que su "obsesión" en contra de ellos "ha permitido que el PP gane en Andalucía".
Ciudadanos ha seguido el mismo patrón que en las pasadas generales y que en todos los sondeos aparecía pintado, y se ha quedado la cuarta formación de representación. La formación naranja ha perdido un diputado y se queda con siete. Sólo en Almería consigue ser tercera fuerza.
Una de las claves importantes, como en el resto del país, también ha estado en la participación. Hace apenas seis meses fue de un 71,4% y esta vez ha estado en el 67%. Es la participación más baja registrada en unas generales. El suelo de participación en Andalucía las doce elecciones generales habidas hasta ahora ha sido de un 68% y el techo del 79%. El bajón está claro que no se puede achacar sólo al sol y la playa. En el PSOE sabían que la participación era uno de los factores que más podía influir, y los peores augurios acabaron siendo realidad al acabar el escrutinio.