Ermita del Rosario de los Pastores de Huerta de Valdecarábamos.

Ermita del Rosario de los Pastores de Huerta de Valdecarábamos.

Turismo

La iglesia de cuento que se oculta en un pueblo de Toledo: te sorprenderá por su mezcla de estilos

Su corte modernista con elementos de estilo bizantino, románico o gótico, la convierten en una de las más singulares de España.

14 agosto, 2024 09:00

No es habitual que conduzcas por una carretera nacional de la provincia de Toledo y te topes con una ermita de estilo modernista, una especie de hermana pequeña de la Sagrada Familia de Barcelona, coronada con un imponente pináculo de estilo gótico, una cúpula bizantina y unos contrafuertes románicos.

Esta sorprendente mezcla de estilos convierte a la ermita de Nuestra Señora del Rosario de los Pastores en una joya arquitectónica única capaz de sorprender a los visitantes que se acercan hasta ella.

El templo se encuentra a las afueras de Huerta de Valdecarábanos, una localidad perteneciente a la comarca de la Mesa de Ocaña a apenas una hora en coche de Madrid. Allí, una familia del pueblo encargó a Jesús Carrasco-Muñoz, discípulo de Antoni Gaudí, el diseño de una ermita en honor de la Virgen del Rosario de los Pastores. Después de no pocos contratiempos, fue consagrada el 16 de noviembre de 1910.

Entrada a la ermita. Foto:  Hermandad de Nuestra Señora del Rosario de los Pastores

Entrada a la ermita. Foto: Hermandad de Nuestra Señora del Rosario de los Pastores

La construcción religiosa se asienta sobre una planta rectangular de una sola nave dividida por cinco arcos. El primer tramo de la nave se corresponde con el altar mayor y se cierra con el retablo y el camarín de la Virgen del Rosario de Pastores, mientras que en el lado de la Epístola descansan los restos de los promotores del templo. 

A primera vista, destaca una imponente torre que está compuesta de tres cuerpos: un macizo de mampostería y ladrillo, otro con ventanas de medio punto donde se sitúan las campanas y por último un chapitel piramidal sobre el que se abren seis buhardillas. El final de la torre es un cimborrio cúbico que el arquitecto hizo coincidir con el camarín de la Virgen. 

La originalidad de sus elementos no solo se reduce a la construcción. En el exterior, el juego de volúmenes y alturas contrata con un friso compuesto por decoración vegetal y medallones con relieves donde están representadas escenas de los Misterios Gozosos del Rosario. 

En el interior, las vidrieras tonos azules, ámbar, rosa y rojo presentan la clara influencia francesa de Jules Maumejean, cuyo taller también trabajó en la restauración de las vidrieras de la Catedral de Burgos. La más llamativa es el rosetón situado sobre el coro, a los pies del tempo, donde la luz crea una atmósfera de gran riqueza cromática.