Las cuatro personas que han aparecido muertas en un domicilio del Casco Histórico de Toledo en avanzado estado de descomposición no eran muy conocidas en la Cuesta de Santa Leocadia y los pocos vecinos que residen habitualmente en esta estrecha calle no les echaron de menos, aunque una vecina sí reconoce que desde el domingo comenzó a percibir "un olor desagradable".
En la Cuesta de Santa Leocadia solo hay viviendas en los números pares, porque la fachada de los impares es la iglesia que lleva el nombre de dicha santa, y en las casas habitadas, los pocos vecinos lamentan que ya no se conocen como antes, por lo que afirman que no echaron de menos a las cuatro personas que fallecieron por intoxicación de monóxido de carbono por la mala combustión de una estufa de gas butano.
Una de estas vecinas, que vive al principio de la calle, afirma a EFE que sí conocía a los tres inquilinos de la vivienda donde aparecieron los cuerpos y comenta que la mujer era la pareja de uno de ellos.
Los tres hombres, que tenían alquiladas las tres habitaciones del bajo donde fallecieron, llevaban un tiempo viviendo en la casa, explica esta vecina, que calcula que uno de los moradores vivía ahí desde hace tres años pero que otro no había estado más de seis meses.
Pero un poco más cerca del lugar del suceso vive Pablo, que a sus 84 años se define como el vecino que lleva más tiempo residiendo en la calle, afirma que él no conocía a los fallecidos y que, por lo tanto, no los había echado de menos.
"Ahora no es como antes, que ibas a pedir perejil o sal a la vecina. Ahora eso no. Pasan tantos por ahí que no se sabe ni quiénes son", lamenta este vecino, que asegura que no solo no es que no percibiera nada extraño en los últimos días, sino que ni siquiera este martes por la noche oyó el despliegue policial y el levantamiento de los cadáveres.
Y tampoco Angelines, que vive en otra casa de la misma calle con su marido, conocía a los vecinos, aunque en su caso se justifica: "Venimos de vez en cuando a cuidar de los nietos, que son los importantes. No vivimos aquí todos los días".
En cualquier caso, Angelines también rememora cómo en décadas pasadas, todos los que vivían en la calle se conocían. "Nos poníamos aquí en la puerta, con las sillas a tomar el aire. Era como si fuéramos una familia", dice con cierta nostalgia.
"Un olor desagradable"
Quien sí afirma que notó algo fue Kiara, la vecina del inmueble colindante a donde han aparecido los cadáveres y asegura que el domingo percibió "un olor desagradable, como de animal muerto", pero reconoce que no le dio importancia precisamente por eso, porque pensaba que sería algún animal muerto.
Ese hedor subía hasta una ventana de un pasillo del primer piso del bloque colindante, desde el patio interior del bajo donde han aparecido los cadáveres.
Kiara relata que los bomberos avisaron a su marido para que quitaran su ropa del tendedero, que da al patio interior de la vivienda de al lado, para que pudieran acceder al inmueble.
"Yo empecé a notar algo desde el domingo, pero nada más", afirma Kiara, que explica que, aunque veía las luces de abajo encendidas a veces, tampoco eran vecinos ruidosos, por lo que no le extrañó el silencio en la vivienda.
Las cuatro personas -una mujer y tres hombres, con edades entre los 46 y los 64 años- aparecieron sin vida y en avanzado estado de descomposición en la tarde de este martes, porque una conocida de uno de los fallecidos alertó de que no había conseguido hablar con esta persona desde la tarde del viernes 15 de marzo.