Hay pocos lugares que puedan presumir de tener el salvaje oeste americano, las montañas de Afganistán, la albufera de Valencia o el desierto mexicano en apenas unos kilómetros a la redonda y a una hora escasa de Madrid. Estas solo son algunas de las infinitas posibilidades de localización que ofrece la Dehesa Monreal, una finca de 1.500 hectáreas en el término municipal de Dosbarrios (Toledo) que en los últimos años se ha convertido en un activo plató por donde han pasado Pedro Almodóvar, marcas como Gucci o el Corte Inglés o las plataformas Netflix, Amazon Prime Video, Atresplayer y HBO.
El culpable de haber transformado esta vasta extensión de tierra dedicada a la agricultura y la ganadería en un floreciente negocio ligado a la industria del cine es Juan Carlos Rubio, un empresario con experiencia profesional en la exportación del aceite de oliva y en el negocio del arte que se ha convertido en el 'señor Lobo' de productores y directores de todo el mundo. No en vano, como el solucionador creado por Tarantino en Pulp Fiction se ha especializado en "resolver problemas" que puedan surgir en el proceso creativo, como él mismo reconoce.
"En una ocasión, una productora italiana estaba filmando un anuncio de Jeep Wrangler Rubicon y el localizador me dijo que necesitaba un río. Yo le contesté que podía ofrecerle muchas cosas, como un humedal, pero que de un río como tal no disponíamos en la finca. Entonces, me explicó que lo que buscaban era un lugar donde el coche entrase y salpicara. En ese momento, le dije: "No me pidas un río, pídeme un Jeep pasando por agua y salpicando, y te lo consigo". Llevé una máquina mixta, hicimos un rebaje, pusimos grava, lo llenamos de agua con una motobomba y creamos ese espacio para rodar la toma", cuenta. Cuando aquel localizador vio lo que Rubio había hecho en tan poco tiempo se rindió ante él: "You are Mr. Wolf" ("Tú eres el señor Lobo"), a lo que contestó: "I solve problems" ("Soluciono problemas").
En realidad, como él mismo confiesa, su trabajo se reduce a "ser un proveedor de la industria del entretenimiento" y como tal "facilitarles el trabajo lo máximo posible" en un espacio que por su extensión y versatilidad "se han llegado a montar 8 o 9 sets a la misma vez". En este abanico de posibilidades se encuentran zonas de agua, desierto, restos de un castillo del siglo XII, una carretera serpenteante muy atractiva para la publicidad, atalayas o bosques. Con estas premisas, Dehesa Monreal ha acogido decenas de producciones que la han llevado de convertirse en parte del lejano oeste planteado por Pedro Almodóvar en Extraña forma de vida o por HBO en The English; ser la albufera de Valencia en El secreto de Puente Viejo; acoger escenas de exitosas series de Netflix como La Casa de Papel, Sky rojo o La chica de Nieve; o ser el lugar en el que los creativos de Gucci imaginaron la construcción del arca de Noé en su campaña de publicidad de 2019.
Uno de los últimos estrenos que ha pasado por allí ha sido Bosé, la serie ideada por Atresmedia y que narra la vida del cantante Miguel Bosé. En esta ocasión, las escenas se grabaron en los interiores de la casa principal de la finca, una construcción llevada a cabo en 1875 por el marqués de Manzanedo y que también es otro de los activos que presenta la finca.
Durante la mañana que el equipo de EL ESPAÑOL-EL DIGITAL CLM pasó con Juan Carlos Rubio, su teléfono móvil sonó en varias ocasiones. "En esto consiste mi trabajo. Ser ágil, adelantarme a lo que pueda ocurrir y si me piden una fotografía de este u otro lugar, tenerla preparada y mandarla cuanto antes", confesaba. Los próximos proyectos que tienen previsto aterrizar por allí son la visita del piloto mexicano de fórmula 1 Sergio 'Checo' Pérez para rodar un anuncio ambientado en un pueblo de México y la producción de un conocido director español cuyo nombre todavía no puede desvelar que recreará un campamento militar de la guerra de Afganistán donde "incluso recrearán un espacio nevado".
La transformación de la finca
Dehesa Monreal fue adquirida por el padre de Juan Carlos en los años 60 pero no fue hasta los años 80 cuando acogió un rodaje por primera vez. Como él mismo recuerda, fue un anuncio de Motorola que "surgió como una cosa esporádica y ni mucho menos profesionalizada". Eran años en los que "el gerente que había aquí incluso permitía a las productoras que rodasen gratis porque a la gente que estaba en la finca le parecía muy divertido eso de tener a profesionales rodando".
Hace siete años, con el fallecimiento de su padre, Juan Carlos decidió dar el paso de cambiar su domicilio de Madrid por una vida en el campo y buscar la manera de "reinterpretar el paisaje y poner en valor muchas hectáreas de monte o humedal que aportaban poco desde el punto de vista de la gestión económica".
En esta transformación para diversificar los usos de un espacio que conjuga a la industria del entretenimiento con el sector primario, también ha sido crucial el bagaje profesional y personal de Juan Carlos. Licenciado en Derecho y Empresas en ICADE, con 23 años decidió irse a California (Estados Unidos) donde estuvo cinco años trabajando en un bufete local. Al mismo tiempo, su interés por las Humanidades y las Bellas Artes le llevaron a hacer un máster en Musicología y una licenciatura en Bellas Artes.
"Soy un culo inquieto", bromea cuando recuerda que ya de vuelta en España complementó diferentes etapas profesionales vendiendo el aceite de oliva de la empresa familiar "por todo el planeta" con la gestión de una galería de arte en Madrid durante 20 años. "Empezamos exponiendo artistas emergentes que yo mismo filtraba pero con el tiempo la galería se convirtió en una consultora que organizaba exposiciones y también hacía proyectos de audio, fotografía y vídeo".
La convergencia de estos dos caminos profesionales ha sido clave para llevar a cabo esta aventura y "haber entendido a la industria". Por una parte, "el ser bilingüe me permite integrarme totalmente con localizadores y jefes del producción incluso como parte del equipo en muchos trabajos" y por otro su conocimiento del mundo de las artes le ha permitido "manejar el mismo lenguaje que la gente del cine donde, por otra parte, siempre he tenido amigos".
Oportunidad para el mundo rural
La llegada de las producciones también está actuando como motor económico de una comarca que como la mayoría de la España rural lucha por combatir la despoblación. "De manera discreta, sin hacer mucho ruido, estamos generando riqueza en la zona", explica Juan Carlos, quien pone el ejemplo de "un empresario de La Guardia (una de las localidades próximas a la finca) que ha montado una casa rural con once habitaciones que llena cada vez que hay un rodaje".
Por ello, anima a que la gente de estos pueblos siga la estela y, por ejemplo, "haya alguna empresa de catering para que las productoras no tengan que tráerselo desde Madrid." En este sentido, recuerda como en alguna ocasión, sin demasiados medios, "el dueño de un restaurante de Dosbarrios se encargó de traer desayunos y comida a algunos los rodajes".
Para Juan Carlos, lo ocurrido durante el tiempo que la producción de HBO The English ha estado en Dehesa Monreal es bastante paradigmático. "El rodaje en sí estuvo concentrado en una o dos semanas pero para construir los poblados, que era lo realmente importante para ellos, tuvimos aquí nueve meses a un equipo de carpinteros especializados en el far west que vino desde Almería. Me imagino que para la productora supuso gastos de alojamiento, honorarios, etc. ¿Por qué no podemos aspirar a que un taller de aquí pueda hacer ese trabajo?" se pregunta.
Pese a todo, es consciente de los pasos que se están dando "desde la prehistoria en la que nos movíamos hace no mucho" hasta un futuro no muy lejano en el que "estas cuestiones tendrán que salir de manera natural".
Colaboración de las administraciones
En todo este engranaje, las administraciones también tienen un papel importante. En Castilla-La Mancha, la Dirección General de Turismo gestiona todos estos asuntos desde una Film Comission con la que Juan Carlos Rubio mantiene una colaboración bastante fluida. Quizá por esa confianza generada con el tiempo, asegura que en muchas ocasiones les ha hecho ver que "diseñar un marco fiscal más atractivo es fundamental".
"Las productoras mueven cantidades ingentes de dinero pero como cualquier empresa buscan estrechar los márgenes. ¿Por qué últimamente se rueda tanto en Canarias? No es porque todas las películas tengan necesidad de volcanes y mar sino porque el gobierno de allí les ofrece ventajas fiscales al igual que lo hace Madrid, lugar que ha elegido Netflix para traer sus estudios. Al final son cosas sencillas que deberíamos copiar", reflexiona.
Más allá de Dehesa Monreal, su implicación en este mundo también le ha llevado a colaborar con productoras para buscar localizaciones urbanas. En este trabajo confiesa que también se ha encontrado con alcaldes que "para pedirles un permiso para cortar una calle un par de horas para rodar, pedían que mandase un correo electrónico para someterlo a una comisión, etc.". El resultado, apunta fue que "la industria maneja otros tiempos y el localizador se acabó marchando a otro pueblo que le facilitó más las cosas".
Del incendio de Almodóvar a las flores de Ana de Armas
Un problema, el de los permisos, que no existe en la Dehesa Monreal porque "soy yo el que los concede", bromea Juan Carlos Rubio. Eso sí, en algunas ocasiones hay situaciones extraordinarias que requieren de autorización, por ejemplo, de los agentes medioambientales. La última, con Almodóvar de por medio, tuvo un punto cómico.
"En el rodaje de Extraña forma de vida había una secuencia que provocaba un pequeño incendio. Conseguimos el permiso, en pleno mes de agosto, para hacer la escena con una motobomba para apagar las llamas inmediatamente. Pues bien, llegó el momento de rodar y cayó un tormentón de campeonato. ¡Tuve que prestar a todo el equipo 25 camisetas secas que tenía de la finca!".
Este detalle, el de conseguir un permiso de este tipo en pleno verano es para él una muestra de la "buena relación que tenemos con los agentes medioambientales" fraguada durante años por el interés en "cuidar al máximo nuestro espacio natural" que por otro lado también es un espacio protegido como refugio de aves acuáticas.
Otra anécdota que le ha dejado estos años de trabajo ocurrió en la pandemia. Pocas semanas antes de que el covid nos recluyera a todos en casa, la actriz Ana de Armas llegó para rodar la campaña de primavera de El Corte Inglés. En aquella ocasión, el objetivo era convertir el paraje en primavera cuando en realidad estaban pleno invierno por lo que "tuvieron que traer flores naturales desde Cataluña". Al final, el cambio de guion que provocó el covid obligó a la firma a "transformar esa campaña en una especie de vídeo institucional", explica.
Más allá de compartir este par de detalles, Juan Carlos tiene claro que en este negocio "cuanto más discreto seas, es mejor para todos" porque aunque "seamos fundamentales, tenemos que tener muy claro cuál nuestro papel". Y es que en este mundo de ilusiones el lejano oeste o la selva tropical pueden estar separados por escasos metros dentro de la misma finca de Toledo.