Mijaíl Gorbachov, el último presidente de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), moría este martes en Moscú a los 91 años de edad. Recordado por su espíritu reformista y por ser el impulsor de la Perestroika, el exlíder soviético apadrinó en 1991 junto al entonces presidente de Estados Unidos, George H. Bush, una importante cumbre internacional que se celebró en Madrid para activar el proceso de paz en Oriente Próximo.
Gorbachov llegó a España acompañado por su mujer, Raísa Gorbachova, que aprovechó su estancia en el país para conocer Toledo el martes 29 de octubre de 1991. Una visita durante la que estuvo acompañada por la reina Sofía y que ahora, casi 31 años más tarde, todavía es recordada en la capital de Castilla-La Mancha por el gran revuelo que se generó ese día.
La primera dama soviética recorrió el Casco Histórico toledano protegida por un amplísimo dispositivo de seguridad, reforzado sobremanera puesto que solo dos meses antes Gorbachov se enfrentó a un golpe de Estado frustrado llevado a cabo por un grupo de miembros del Gobierno y del KGB, que llegaron a deponer brevemente al presidente. "Lo que pudo haber sido un tranquilo paseo de ilustres amas de casa por la ciudad que antaño reunió en paz a las tres culturas monoteístas se convirtió en una especie de carrera desenfrenada por parte de curiosos y periodistas para alcanzar a las dos damas. Ganaron los curiosos. Las fuerzas de seguridad -no las de la Zarzuela: estuvieron exquisitas- se lanzaron a neutralizar a los fotógrafos con estilo de jugadores de rugby, y mientras tanto, todo tipo de japoneses con instamatic pudieron acercarse a Raísa Gorbachova para inmortalizarla", escribió Maruja Torres para 'El País' como cronista de la visita.
TVE, que también informó sobre la jornada turística de Raísa y doña Sofía en Toledo, contó en el Telediario de ese día que ambas visitaron monumentos como la Catedral Primada, templo sobre el que la mujer de Gorbachov aseguró en declaraciones exclusivas a la televisión pública que era "magnífico". "Nunca he visto un órgano parecido", añadió asombrada. Tampoco dejó pasar la oportunidad de contemplar una de las obras clave de El Greco, "El entierro del conde de Orgaz", antes de ser recibida formalmente junto a la monarca española en el Palacio de Fuensalida, sede de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.
Como buen anfitrión, el entonces presidente castellano-manchego, José Bono, entregó a Raísa unas bolsas de piel y unos manteles de Lagartera, mientras que la primera dama soviétiva -que falleció ocho años después a consecuencia de una leucemia fulminante- le correspondió con un libro representativo sobre su país y un plato típico de la artesanía rusa. Como colofón, se desplazaron al Parador 'Conde de Orgaz' para disfrutar de una incomparable vista panorámica de Toledo y degustar un "menú ligero de verdura y lubina", tal y como contó Maruja Torres.
La periodista y escritora, en su crónica titulada "Raísa se compró una hucha", exhibió su particular estilo poniendo el foco en las compras realizadas tanto por la primera dama como por la reina durante su paseo toledano: "Todo el mundo pensó que la esposa del presidente de la URSS tiene planes para el futuro cuando, embelesada, señaló una sencilla hucha de fango, de las de cerdito. Los guardias de seguridad se precipitaron a comprársela, pero la reina Sofía, divertida, invitó a Raísa a entrar en la tienda. Previamente, la soviética había adquirido tres cuadros y un plato de damasquinos. Su majestad compró dos hueveras individuales de cerámica local".