Villaviciosa de Tajuña, una pequeña pedanía perteneciente al municipio de Brihuega, en Guadalajara, ‘brilla’ más que de costumbre. ¿La causa? El ‘Solete’ que la Guía Repsol ha concedido a su único restaurante por convertirse en “el secreto mejor guardado del público local” y cuya “principal pretensión es ser fiel a eso que le hace especial”.
Esta distinción, que responde “a la demanda creciente por distinguir a tantos lugares desenfadados de los que sales con una sonrisa y que se convierten en un punto de referencia”, tal y como publicita la guía turística, permite a la ‘A la finca – Casa de Comidas’ ser parte, junto a otros 1.000 establecimientos en toda España incluidos en esta categoría, de la Guía Repsol.
Tan solo 21 meses al frente de este restaurante -inició su andadura en julio de 2021- han hecho falta a sus fundadores, Fernando Oviedo (Colombia, 1975) e Irene Letón (Villaviciosa de Tajuña, 1983) para alzarse con este distintivo que les coloca en uno de los ‘atlas’ más preciados del turismo gastronómico español.
Amor verdadero… por la cocina
Aunque esta no es la primera experiencia culinaria a la que se han enfrentado juntos. Esta relación profesional, y también sentimental, “brotó” en la escuela de hostelería, “maduró” en el restaurante de autor que ambos fundaron en Alcalá de Henares, y se “cuece” ahora a fuego lento, como la buena “cocina de la abuela, de puchero, de mojar mucho pan” a la que quieren rendir homenaje, en los fogones de ‘A la finca’.
“Fusionar las diferentes culturas recorriendo España a través de su gastronomía” pero buscando siempre “rescatar el producto local” es el principal objetivo de la chef Irene Letón, que cada fin de semana prepara un menú degustación distinto formado por cuatro platos salados y uno dulce. Según su página web, en este menú pueden encontrar propuestas tan diversas como un lomo de bacalao al papillón, una tabla de quesos de la Alcarria, cordero asado a baja temperatura, acompañados del mejor pan de pueblo; todo ello maridado con un vino de Castilla-La Mancha y culminado por una dulce ‘Bizcochá del futuro’. Previa reserva y pago anticipado, los comensales pueden disfrutar de este repertorio gastronómico por 55 euros.
“El renacer del pueblo”
Sin embargo, la vocación de ambos por ‘lo local’ no se ve reflejada exclusivamente en el uso de ingredientes de la tierra; el compromiso del restaurante con el entorno le ha permitido convertirse en un elemento dinamizador que, de algún modo, ha contribuido a luchar contra la despoblación. “Elegimos Villaviciosa de Tajuña porque es la localidad de origen de Irene y cuando nos instalamos aquí tan solo había 7 personas empadronadas, menos de dos años después somos 34 empadronados. El restaurante A La Finca ha contribuido en el renacer del pueblo”, ha señalado a este periódico Fernando, que además de socio es responsable de la atención al cliente.
En este sentido, los talleres que se organizan en el restaurante, con la colaboración de asociaciones locales como Aegithalos o la Peña La Hoz, funciona como “aliciente” para que vecinos de localidades cercanas y visitantes se acerquen a esta pequeña pedanía ubicada en la comarca de la Alcarria. “En nuestros pueblos los inviernos son muy duros, por eso los talleres van desde octubre hasta abril o mayo. Tenemos talleres como el de cocina saludable, elaboración de velas, mermeladas, jabones, cervezas, plantación de árboles, recogida de 'basuraleza'…”, explica.
Hacer de la necesidad, virtud
Por tanto, definir a este proyecto en exclusiva como una experiencia gastronómica se queda un tanto corto. Es más, esta casa de comidas ha sabido transformar una debilidad, como es la falta de cobertura móvil y de internet, es una auténtica fortaleza. "Recuperamos el comer frente a nuestros familiares o amigos mirándonos a la cara, con una conversación amena y sin necesidad de que nos interrumpa el teléfono", ha destacado Fernando.
Una propuesta sostenible
Prueba también de la responsabilidad de ‘A la finca’ con todo aquello que le rodea -esos extensos campos de lavanda tan habituales en esa zona-, es su apuesta por la instalación de placas solares que abastecen de energía eléctrica, el uso del agua de reguera como agua corriente y la utilización de una compostera que permitirá dar una segunda vida a los restos orgánicos y que más adelante servirán como abono para su huerto ecológico.
Atractivo natural, cultural e histórico
Villaviciosa de Tajuña, que está situado en la margen derecha del río Tajuña, a 6.5 Km de Brihuega, es la representación exacta del paisaje Alcarreño: un extenso páramo surcado por infinidad de torrentes, arroyos y valles que desembocan en ríos, y con una exuberante vegetación debido a la gran cantidad de fuentes y manantiales.
Pero este no es sú único atractivo. En la localidad se encuentra el abandonado monasterio Jerónimo de San Blas, fundado por Alfonso VI de Castilla en 1072. Se conserva la puerta de entrada y parcialmente una torre.
El 10 de diciembre de 1710 tuvo lugar en sus cercanías la batalla de Villaviciosa entre las tropas hispano-francesas del pretendiente Felipe V y las tropas aliadas del Archiduque Carlos.