El yacimiento íbero Cerro de las Cabezas de Valdepeñas (Ciudad Real) contará con un albergue que permitirá pernoctar a los visitantes y que supondrá una inversión cercana a los 567.000 euros.
El albergue se construirá en un edificio anexo cuyas obras ha visitado este miércoles el alcalde de Valdepeñas, Jesús Martín, que ha recordado que este nuevo recurso turístico pone en valor un espacio que será declarado parque arqueológico este mismo año.
El proyecto cuenta con una inversión de 566.800 euros, cofinanciados con 390.000 euros por el Ayuntamiento de Valdepeñas y 160.000 euros a través del EDUSI ‘Valdepeñas ON’, dentro del programa operativo plurirregional de España.
El alcalde ha resaltado lo ambicioso de este proyecto turístico que se podría explotar como ya se ha hecho en otros casos, como con la recuperación de la antigua Bodega Los Llanos, convertida ahora en un establecimiento de restauración.
El albergue del Cerro de las Cabezas, cuyas obras se prevén que concluyan en el último trimestre del año, podrá recibir a 16 huéspedes, como estudiantes o turistas, en sus ocho habitaciones, una de ellas accesible para personas con discapacidad.
El edificio estará dotado de un comedor, cocina industrial, baños, aseos y trasteros, además de climatización y WIFI.
El Cerro de las Cabezas es un yacimiento arqueológico íbero-oretano, que en breve recibirá la catalogación de parque arqueológico, que cuenta con su propio Centro de Interpretación, situado a unos 8 kilómetros al sur de Valdepeñas, ubicado sobre un monte de aproximadamente 800 metros de altura que abarca la zona comprendida entre la cima y la falda este.
El lugar estuvo habitado desde el siglo VI al II a. C. y su excavación comenzó en la base del cerro. Se trata de una ciudad amurallada, de la que se conservan íntegramente los cimientos de las casas y los zócalos de la muralla exterior, hechos con grandes bloques de piedra que encajan perfectamente unos con otros.
En su interior, esta ciudad podría haber llegado a albergar a unas 4.000 o 5.000 personas, lo que supondría el 1 por ciento de toda la población de la Península Ibérica de la época y su emplazamiento se debe a razones estratégicas por el control de la ruta entre el valle del Guadalquivir y la planicie de la Meseta Sur.