Las Cruces de Piedrabuena se han convertido en "tesoros naturales" que cada año atraen a los miles de visitantes que acuden a conocer esta fiesta que forma parte del patrimonio etnográfico de Castilla-La Mancha y que cuenta con la declaración de Interés Turístico Regional.
Cada año, con la llegada del mes de mayo, Piedrabuena se engalana para recibir a quienes acuden atraídos por uno de los acontecimientos populares más característicos de la provincia de Ciudad Real.
El alcalde del municipio de Piedrabuena, José Luis Cabezas, ha comentado en declaraciones a Efe que en las últimas décadas esta fiesta ha crecido notablemente hasta ser reconocida como una de las más populares de Castilla-La Mancha.
Esto ha sido posible, ha afirmado, por "la ilusión y el esfuerzo" que han puesto las peñas del municipio por hacer más grande una tradición que aspira a convertirse en Fiesta de Interés Turístico Nacional.
Este año el número de cruces que vecinos y asociaciones han elaborado ha aumentado con respecto a años anteriores: "Quince cruces darán la posibilidad de comprobar la creatividad y originalidad con las que se cada año se montan las cruces, convertidas en escaparates únicos de belleza", ha subrayado el alcalde.
Dos tipos de cruces
En Piedrabuena se elaboran dos tipos de cruces, las conocidas como de brezo y las de tela, que se montan en las habitaciones o grandes espacios de viviendas particulares. En la confección de las de brezo se emplea esta planta que florece en los montes del municipio y que puede ser de color blanco o morado.
La ajedrea, el tomillo, el cantueso o el musgo, juntos con piedras de basalto que relatan el origen volcánico de este territorio de la provincia de Ciudad Real, son otros elementos fundamentales que se emplean en su montaje.
Como resultado, destacan unos espacios "armoniosos y hermosos" que hacen imaginar a quienes lo observan que se encuentran en medio de la plena naturaleza.
En la elaboración de las cruces de tela se emplean el raso, la seda o el algodón, que colocados delicadamente conforman una estancia luminosa y llamativa de colores en los que suele predominar el blanco, crema, amarillo, rosa, salmón, azul o violeta.
Flores como gladiolos o claveles ayudan a conformar el altar, que es adornado también con candelabros, jarrones y floreros repletos de flores naturales, a los que se suman otros elementos religiosos.
Tanto en las cruces de brezo como en las de tela, la gran protagonista es la cruz, que es venerada por quienes la elaboran, convirtiéndose en el elemento principal de esta tradición.
Quienes se encargan de elaborar las cruces han reconocido a Efe que tanto el montaje de las de brezo como las de tela conllevan mucho trabajo y esfuerzo.
Espectáculo excepcional
Sin embargo, estas semanas de intenso trabajo se compensan con la satisfacción de ver cómo cuando son admiradas por quienes la visitan, que se quedan "embriagados de ilusión por disfrutar de un espectáculo tan excepcional e interesante".
La tradición marcaba que las cruces permanecerían expuestas hasta el domingo siguiente al día 3 de mayo cuando se celebra la Romería de la Sierra de la Cruz, aunque en los últimos años la fiesta se ha alargado hasta el 15 de mayo cuando se celebra la romería de San Isidro.
Además, durante estos días también es posible disfrutar del canto de Los Mayos, que cantan las rondallas de mayeros y que en el caso de Piedrabuena son especialmente reconocidos por el peculiar ritmo sonoro con el que son interpretados, al utilizar como percusión una baqueta y un clavo.
Los Mayos de Piedrabuena tienen un ritmo muy pegadizo y suponen una oportunidad única de encontrarse con la música tradicional castellano-manchega.