El uso y el abuso de las palabras en el lenguaje político representa un permanente asalto a la inteligencia del ciudadano. En Castilla-La Mancha nuestra experiencia con los políticos de la Comunidad nos invita a pensar que la retórica que utilizan desde el púlpito institucional- tanto en el Gobierno como la oposición- es una colección de trucos verbales, simple palabrería, para hacer discursos bonitos, cargados de promesas ilusionantes, o descalificaciones al contrario. Un continuo escaparate de locuacidades inútiles que vienen a confirmar que cualquier parecido con lo anunciado resulta pura coincidencia en el futuro inmediato.
Términos como “por encima de la media nacional”, “a la cabeza de las autonomías”, “mayor generación de empleo”, “no ha dejado de crecer”… se suceden entre los miembros del Gobierno de Castilla-La Mancha y asimilados, donde existen verdaderos especialistas en la materia. Mas los datos son tozudos, vengan de donde vengan excepto, naturalmente, desde el Palacio de Fuensalida y escolanías circundantes. El déficit regional continua aumentando y al término del pasado semestre ascendía en términos absolutos a 488 millones de euros, el -1,12 por ciento del Producto Interior Bruto. Un objetivo de déficit que la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) ve como “muy improbable” que se pueda cumplir. Una situación que situaba a Castilla-La Mancha el pasado 30 de junio como una de las regiones con peor coyuntura económica del país, por debajo de la media nacional, con una caída de 0,05 puntos en comparación con el primer trimestre del año, según los datos del Ecobarómetro regional elaborado por la consultora Informa D&B. Tampoco otros indicadores resultan tan favorables al desarrollo económico regional como se nos anuncia permanentemente.
Puestos a anunciar, el Gobierno de Castilla-La Mancha pronostica ahora una posible afonía entre sus miembros. Como la coyuntura económica necesita algo más que tanta palabrería, a la consejera de Economía, Empresas y Empleo, Patricia Franco, se le ha ocurrido dar un paso más junto al resto del Gobierno regional. Todos ellos se muestran dispuestos a “desgañitarse” con todas sus fuerzas para que la situación económica de la región cambie radicalmente, y convertir esta tierra en el “epicentro industrial” del país entre otros delirios. Mucho me temo que a partir de ahora las gárgaras con agua caliente, miel y limón serán frecuentes entre los políticos de esta tierra para combatir tanta ronquez como predica la consejera. Sin embargo, atajar la situación económica por la que atraviesa Castilla-La Mancha precisa algo más que quedarse afónico, hacer gorgoritos, y del habitual cacareo de nuestros políticos.