Emiliano García-Page se ha dado un baño de popularidad el pasado fin de semana en Sevilla

Emiliano García-Page se ha dado un baño de popularidad el pasado fin de semana en Sevilla

ANÁLISIS POLÍTICO

El hilito de vida que Page le da al PSOE y que le hace un antisanchista tan popular

16 abril, 2024 09:33

Tú puedes creer o no en Emiliano García-Page. Es una cuestión de fe y de elegir bando. Aceptas su honestidad y la sinceridad de su guerra abierta contra el sanchismo o decides ver sólo impostura o simulación, el gran teatro del mundo. Asumes que su posición lleva verdad o pasas de dar credibilidad a un político que, por ahora, no ha sido capaz de superar la fase de las palabras y se ha estancado en bucle en su discurso de amagar y no dar. Entiendes su soledad casi completa en el PSOE de Pedro Sánchez, un tipo solo sentado frente a una masa enfervorecida que aplaude en pie, o sólo ves una estrategia sanchista de poli bueno-poli malo que forma parte indisoluble de ese todo que es el régimen que gobierna en la Moncloa. Page puede ser un simple peón que hace el papel de coartada en el tablero de Sánchez o el héroe valiente y desguarnecido que lucha contra el dragón como Don Quijote con los molinos. Un romántico con el corazón encendido o un embaucador que lo ha calculado todo.

Esas son tus decisiones y cada uno tiene la suya. Pero hay una verdad mayor por encima de ese debate, al menos para mí. Y es el sustento de los valores que ha solidificado detrás de la posición tan marcadamente antisanchista del presidente socialista de Castilla-La Mancha. La actitud de Page lleva el respaldo de los principios y las ideas, y parte, sobre todo, de una defensa clave de los grandes ejes de la Constitución, y esta premisa fundamental le diferencia enormemente de Pedro Sánchez y le da una pátina ética a su discurso que el presidente del Gobierno no tiene, tan desnudas lleva el sanchismo las costuras de su ambición de poder y hasta donde es capaz de estirar las mentiras por mantenerlo todo el tiempo que sea posible. Sean cuales sean sus ambiciones, Page lleva consigo una estructura moral y una idea muy clara del sentido de la convivencia entre los españoles y la guía de decencia que debe marcar su rumbo.

Por eso Page, y no Sánchez, es capaz de oponer ideales y convicciones frente a las ofensivas separatistas que han desmantelado al PSOE democrático de los últimos cuarenta años. Por eso Page, y no Sánchez, le da un hilito de vida a la socialdemocracia española, a la conexión con la idea de España y el sentido común, al hecho de defender principios sólidos superiores frente a un sanchismo en estado líquido cuya aspiración ya demostrada es mantenerse un día más con vida y hacerlo con la máxima del “como sea” como frontispicio ético al que agarrarse todos los días. Frente a la amnistía, la autodeterminación, la financiación “singular” y la ruptura, Page, y no Sánchez, opone fronteras morales: igualdad, unidad nacional, solidaridad y justicia. Son principios descriptivamente sencillos que han fraguado la convivencia entre los españoles, por supuesto también en la lenta y compleja construcción de Europa, pero difíciles de sostener para según quienes en la España de hoy. Imposibles, desde luego, para el separatismo y sus mantenedores. Por eso Sánchez es un presidente tan frecuentemente abucheado y Page un antisanchista tan popular. O sea, un líder. 

Imagen de uno de los contenedores quemados.

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