Cruz Galdón

Cruz Galdón

La tribuna

Hay padres y padres

20 marzo, 2024 08:24

Hoy, ya ayer cuando ustedes me lean, es el día del padre, el día de San José. Precioso día que a la fuerza me trae sabores del pasado. Porque antes, cuando era chica en el prehistórico, todos los días de San José eran festivos. En aquellos tiempos, como era menester, se celebraba en las casas y madres y abuelas, junto con algún padre cocinilla, preparaban las primeras torrijas y rosquillas de sartén.

Un día en el que los padres y abuelos se regocijaban por serlo y al ver a su prole alrededor de la mesa su orgullo crecía. En las familias cantarinas, como la mía, se cantaba en las sobremesas en el fragor de alguna bebida espirituosa o del anís y la mistela. En aquellos momentos como niña no era consciente de la hermosura del instante, de la belleza de los abrazos recibidos, de la ternura de los ojos de mi padre y de alguna mirada inquisitiva con los trazos de “niña estate quieta”

Pero esta tarde tenía unos minutos para sentarme en el sillón de lectura, y en lugar de coger el libro de la mesita, se me ha ocurrido encender la televisión, y sin desearlo me he empapado del daño tan absolutamente cruel que un padre ha causado en sus dos hijas de apenas dos y cuatro años.

¡Bárbaro, loco, necio, malvado! ¿cómo has podido matarlas y hacerlo con un dolor físico tan atroz? ¿Qué maldito sentimiento de odio tan exacerbado te ha llevado a matar a esas dos criaturas absolutamente inocentes?

Pues así es, el hombre que tan padre pudo ser como los maravillosos hombres que me rodean y lo son, decidió acabar con la más hermosa tarea del ser humano, dar vida y ayudar a crecer. De la suya no hago mención, él mismo se castigó.

Me acongoja, me exaspera, me provoca una ira incontrolable y a la par me induce a la tristeza pues, para llegar a ser tan absolutamente cruel, tuvo que odiar mucho en esta vida.

Mi columna de hoy es muy breve, quizás demasiado, pero creo que queda bien claro, que cada ser humano elige ser el padre o la madre que quiere. Y no es cuestión de dinero, ni posición social, es cuestión únicamente de amor y conciencia.

Vaya por delante mi más sentido pésame para esa madre. No tengo palabras para expresar el dolor tan intenso que debe padecer en estos momentos y los que aún quedan, únicamente puedo enviarle desde estas letras, todo el cariño y apoyo del que soy capaz.

Y por último, felicidades con retraso queridos hombres padres y ojalá la vida os devuelva con creces ese amor compartido.

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