Resulta llamativo que, en los informativos de nuestro país, y en la situación actual de la Covid-19, aparezcan noticias tales como el aumento de cirugías estéticas en los meses de julio y agosto debido al mayor número de personas que se dedican al teletrabajo, o noticias como que está en auge la sologamia, o lo que es lo mismo, el rito de casarse con uno mismo, sin valor legal alguno, a la que recurren mujeres como forma de autoafirmación femenina. En Bilbao ya se ha celebrado alguno de estos enlaces no enlaces.
Ambas noticias tienen como canción de fondo el narcisismo que imbuye a esta sociedad. Necesitar mantener una buena imagen intentando aparentar que no envejecemos o necesitar organizar una boda con anillo, flores, fotógrafos e invitados, donde la persona se da el sí quiero mirándose a un espejo, hace que el debate esté servido, pues en el fondo se está manifestando públicamente una vida sobreactuada y que evidencia la soledad del narcisista, aunque se intente enmascarar.
El 21 de agosto de 2020 se estrenó en cines la película “La boda de Rosa”, reflejando la realidad de la sologamia. Se quiere mostrar a una mujer que se ha olvidado de sí misma para entregarse a los demás y que llega a un momento en su vida en que necesita amarse y respetarse todos los días de su vida, con necesidad de simular una boda, pero sin pareja.
Narciso, bello personaje de la mitología griega, enamorado de sí mismo, murió ahogado al enamorarse de su propia imagen reflejada en el agua. Cabe aventurarse a afirmar que Narciso es el antecedente más antiguo de la actual sologamia. Por su parte, la cirugía estética refleja la necesidad de ciertas personas de buscar la continua belleza exterior intentando ocultar la realidad natural del envejecimiento, en una continua autocontemplación.
Cuesta creer que estas sean las prioridades para nadie ante una sociedad rota por el dolor de tantas vidas sesgadas por la enfermedad de la Covid-19 y por la terrible crisis económica que afecta a tantas familias, derivada de esta pandemia.
Quién se entrega a los demás, ya se quiere y se respeta y no necesita excentricidades ni necesita desvivirse por mantenerse en apariencia siempre joven. Volvamos la mirada a una de las mujeres más conocida mundialmente y que a nadie dejó indiferente por su entrega a los demás y que no necesitó vanaglorias ni autocontemplaciones: Santa Madre Teresa de Calcuta. Con su ejemplo de vida todo queda dicho.