En el escenario político, particularmente en el municipal, llevamos observando a lo largo de toda esta legislatura, conductas de desplantes soberbios de poder y de una infundada suficiencia por parte de los miembros del Equipo de gobierno socialista que se oponen a polemizar, insultan a sus oponentes y no practican decencia política cuando se dirigen a la población.
Considero que el político, las personas que se dedican a la política, deben ser servidores públicos en esencia, servidores, de la sociedad, servidores de los seres humanos y de su comunidad, pero desgraciadamente, no todos se comportan así, porque muchos no es que se dediquen de la política, es que viven de la política porque la han convertido en su profesión. Es lo que le sucede algunas concejalas y concejales del gobierno socialista en nuestro municipio.
Decía el sociólogo Max Weber que “un político tiene tres cualidades: pasión, sentido de responsabilidad y mesura”. Sin embargo, ocurre que, cuando uno se considera lo máximo en política, un ser supremo e irreemplazable, una especie de semidios, una deidad parecida, el engreimiento suele llevarlo al desprecio de la crítica y cualquier análisis se torna imposible. En este contexto, la gestión pública termina incurriendo en prácticas autoritarias y antidemocráticas.
De este modo, y respaldado por un entorno lisonjero, el Alcalde cree que su popularidad es imperturbable. Rechaza las encuestas, se autoproclama Alcalde para un futuro sin haberse celebrado elecciones, no polemiza y se instala en un espacio donde sólo habita él como ególatra y sus adláteres.
Si ya lo decía Quevedo, “ruin arquitecto es la soberbia; los cimientos pone en lo alto y las tejas en los cimientos”. Así que tenga cuidado señor Blanco.
María José PÉREZ. Portavoz de IU en el ayuntamiento de Azuqueca