La semana ha alumbrado dos nuevos mitos del ruedo ibérico, Tamara Falcó y María Jesús Montero. La primera, porque su novio le ha puesto los cuernos veinte minutos antes de casarse. Y la segunda porque ha presentado su reforma fiscal, llamando chamanes a quienes claman por una bajada generalizada de impuestos en España. Nuestro país es uno de los que más paga con diferencia en función de la renta de sus ciudadanos. No hay autónomo vivo que deje este Gobierno en pie y ya se cumple la vieja profecía de que vamos a un país chavista y sin norte. Solo hay que ver las tiendas cerradas de los barrios y ciudades.
Pero no pasa nada, porque como bien dice Tamara, "prefiero hablar de mi Íñigo a los impuestos". Le faltó decir a la reina del couché lo mismo que al poeta, "que voy de mi corazón a los asuntos". Ha sido una ruindad máxima lo del tal Íñigo este, que ha vuelto a dejar rodando por las teles una nueva viuda de España. Tamara ejerce como tal y lo toma con humor y filosofía. "Yo le pedía a Dios que si no era para mí, me lo quitara... Pero cómo iba yo a pensar que la Virgen me lo iba a sacar por televisión de esa manera". Los designios del Señor, Tamara, son inescrutables y lo mismo pasan por una portada del Hola que una noche de juerga.
Dicen los que de esto saben que la Preysler está detrás y que quería alejar a su hija del maromo. Aseguran mis amigas, que tienen ojo de águila, que a la vista se intuía que era malote de manual. Pero mi Tamara no estaba en esas cosas y sí en sus oraciones. Se ha ganado el corazón de los españoles, porque nada une más en la vida que unos cuernos bien puestos. Desde Don Friolera a Tamara, a quién no se los han puesto alguna vez o, al contrario, se ha dejado ir sin acordarse que tiene marido o esposa. La vida se pasa entre braga y braga y hay poco más que tirar al parchís. Pero Tamara es otra cosa, una alférez de monja que bebe por su mística y asciende por su pelo a los santos. Devuélveme el rosario de mi madre y quédate con todo lo demás.
Mientras tanto, Tamara no habla de Chiqui, pero Chiqui sí habla de nosotros. Se han cargado la gran clase media de este país y quieren que lo arregle Tamara dándole carnaza al vulgo. No tenemos con qué pagar la estufa y llega la chamana con el hula-hula. Dejó María Jesús Montero una Andalucía desolada, en mitad de los EREs y las cavernas. Y ahora quiere arreglar las cuentas de España con diarrea verbal. Le ha faltado lo que a su homónima Montero: chamanes, chamanas y chamanos, todos siempre con la mano.
La prodigalidad de este Gobierno subeimpuestos es maravillosa. Prometen la paguita para seguir tirando a cambio de que nadie se mueva de los asientos. En lugar de cargarse la mitad de los ministerios, que no valen para nada, atosigan al ciudadano con sus caritas socialdemócratas degolladas. Menos mal que tienen a Von der Layen y el Matrimonio Arnolfini con Sánchez. Quieren dar tanta pena como Tamara, pero no lo consiguen. El Falcon cortocircuita cualquier parecido con la realidad. Es como Falcó, pero sin acento y con alas, igual que las compresas. Tamara es listísima y bien podría pasar como asesora fiscal. La recuerdo en el Cigarral de las Mercedes toledano presentando un vino excelente con su padre. Aprende rápido, así que no estaría mal que se estudiara la Contabilidad Nacional. Y Pitita Ridruejo, secretaria de Estado. Total, nos va a dar lo mismo que si se nos apareciese la Virgen.