A falta de Gobierno, el viernes el Papa Francisco nombró arzobispo de Toledo a Francisco Cerro, actual obispo de Coria-Cáceres, para sustituir a Braulio Rodríguez, cuya renuncia ha sido aceptada tras cumplir setenta y cinco años. La víspera de los Santos Inocentes trajo el tañer de las campanas de la Catedral y el alborozo a los fieles toledanos que ya esperaban la designación de un pastor que sustituyera a Don Braulio, quien será Hijo Adoptivo de la Ciudad el próximo 23 de enero, coincidiendo con la festividad de San Ildefonso, primer arzobispo de la sede primada de España. Con Cerro serán ya 121 los mitrados de la Iglesia Toletana, como todavía se dice en Roma. Un extremeño viene a Toledo con Guadalupe al fondo. Don Francisco se ha hecho un Sánchez antes de entrar por Bisagra diciendo que ya no está tan claro lo de la Guadalupe extremeña como antes. La Historia llama a la puerta, Monseñor.
Y es que ser Arzobispo de Toledo no es cualquier cosa e incluye el peso de los siglos sobre la púrpura. El Primado es descendiente de Gil de Albornoz, Cisneros, Silíceo, Portocarrero, Sancha, Gomá, Tarancón o Don Marcelo, por citar sólo unos ejemplos. La Historia de España puede escribirse perfectamente con la Historia de los arzobispos de Toledo. Hace cinco siglos de la regencia del Cardenal Cisneros, que hizo de puente entre los Reyes Católicos y Carlos V. En España, a falta de Gobierno y con Sánchez pleiteando, quizás nos haga falta un Cisneros que ponga orden y talento. Y lo único que salen son alcaldes de León pidiendo romper lo unido hace ocho siglos. Qué nivelón.
Cerro comprobará que la iglesia toledana es una de las más ricas en el rito y la liturgia, dos de los grandes bienes que preserva como oro en paño. Hace poco he visto que un arzobispo, el de Tánger, se ha negado a coger dinero de Vox que quitó a los inmigrantes para reparar su iglesias. Bien por el arzobispo, porque el dinero ha de ir donde interesa y a Dios, lo que es de Dios, y al César, lo del César. Pero comprendiendo que la fuerza del mensaje evangélico lo da su cosmogonía del amor, la caridad, el cariño y la humildad, la subversión de todos los valores conocidos hasta el momento, lo cierto es que la Iglesia también es rito, patrimonio, tradición, cultura y liturgia. Y en eso, Toledo es la Champions.
El Rito Hispanomozárabe es uno de las principales riquezas de la Iglesia española y su raíz y entronque están en Toledo. Los trabajos de Don Cleofé y Don Marcelo y su reconocimiento por el Papa Juan Pablo II son los testigos más recientes de la inmensa valía del legado de una Iglesia que no entiende de tiempos, porque sabe que su reino no es de este mundo. Y si lo es, lo preserva. De ahí que la cuestión de Guadalupe, Don Francisco, ya verá usted como no es tan sencilla. De igual modo, que la liturgia de un Triduo Pascual jamás la habrá visto como en la Primada, con los corderos a hombros de los Seises y el Cabildo haciendo sonar los cascabeles. La Iglesia es símbolo, rito y liturgia o no es.
Don Braulio se marcha siendo el primer arzobispo en mucho tiempo que no consigue el capelo cardenalicio. Sólo su resolución de los dos Corpus le hubiera merecido la distinción, pero la presencia de dos cardenales vivos, Álvarez y Cañizares, complicaba la elección. En cualquier caso, se lleva el cariño de los toledanos que lo harán Hijo Adoptivo para siempre. La Iglesia toledana impresiona y sobrecoge por el tremendo peso de los siglos y los rituales guardados a la intemperie de las modas. Yo ponía a Cerro también de regente y matábamos dos pájaros de un tiro. Habemus archiepiscopum.