Javier Mateo y la tierra baldía
Javier Mateo, el socio de gobierno de Milagros Tolón en el Ayuntamiento de Toledo, ha dicho que se marcha a su casa después de que Unidas Podemos haya confluido en su depuración. Cumple así la izquierda esa vieja tradición de la purga a los desafectos al régimen, caudillo o líder máximo. Mateo es una de las mentes más clarividentes que yo he conocido en los extramuros del Psoe. Caí en él hace unos cuantos veranos cuando con Luis Rodríguez Bausá, el último comunista vivo, decidí levantar en la madrugada de Onda Cero un monumento radiofónico a las leyendas y misterios toledanos. Conocí entonces a un tipo culto, leído, divertido y socarrón. Grabamos varios programas, incluido uno del diablo que nos dejó espantados cuando a la radio llamó un móvil desde un número con no sé cuántos seises. Mateo era la oveja negra de una familia de derechas muy conocida en Toledo. No le importó demasiado, porque sabía diferenciar los afectos y tenía criterio propio. Cuando sustituyó a Aurelio San Emeterio e incluyó a Izquierda Unida dentro de Ganemos, consiguió uno de los mejores resultados en la ciudad de Toledo. Hasta cuatro concejales que fueron decisivos para formar gobierno y negociar con Tolón. Mateo alcanzaba la altura de otros rojos míticos de la ciudad como mi admirado Ángel Dorado y sus tiempos del PCE y las interminables asambleas de Alcatel o Standar. Sustituyó el jersey por el pendiente y hasta lo descubrí una tarde de julio al lado de mi casa, cuando uno se mudaba para empezar una nueva vida y me indicó que teníamos un chino de guardia en nuestro barrio, San Cristóbal. Mateo ha sido pasión y constancia, algo que no ha debido ser muy bien valorado por la Komintern. El Politburó del Partido Comunista Cubano, cuando alguien tiene criterio propio, recela. Ni los Crespo con su pipa ni los Molina con su calva han sido capaces de buscarle un sitio en el proyecto. Las democracias populares es lo que tienen, que tanta masa aplasta el intelecto. Por no hablar de los sistemas de votación, censos o registros electrónicos, modernos y avanzados con los que esta gente vota. El “Manolito, dale al botoncito” ha sido digitalizado a conveniencia binaria. El gran delito de Mateo fue apoyar a Medianero y no a Crespo hace un par de años. Perdieron los moderados y se alzaron los duros. Puede que, andado el tiempo, Javier no haya sido ni concejal del Ayuntamiento de Toledo. Sin gafas, el viernes me pareció más Trostky que nunca. El piolet fue la burocracia de la confluencia orgánica del aparato y el Politburó. Como en La vida de Bryan, los principales enemigos del Frente Popular de Judea son los del Frente Judaico Popular, no los romanos. Tres comunistas juntos son una célula; cuatro, una escisión.
Así las cosas, el poema de Eliot de la Tierra Baldía cobra más sentido que nunca. Abril es el mes más cruel porque engendra lilas de tierra muerta y despierta inertes raíces de primavera. La política cobra un aire cetrino, más de cadáver que amapola. Quizá no quede más que el rastrojo de difuntos, aunque no quiero creerlo. La primavera siempre es caricia por más que duela. Los griegos crearon el teatro de los ritos de Diónisos y su celebración de la vida. Algo quedará y las pasiones volverán a desatarse. Aunque hay primaveras que terminan mal, como la del 36. La tierra baldía es la sombra invertebrada que vierten las azucenas sobre los crisantemos.