El director de cine Carlos Vermut (Madrid, 1980) ha sido acusado por tres mujeres relacionadas con la industria de ejercer violencia sexual contra ellas en los últimos años, según ha hecho público el periódico El País tras una investigación periodística de varios meses.
El ganador en 2014 de la Concha de Oro y la de Plata al mejor director en San Sebastián por 'Magical girl' se llama, en realidad, Carlos López del Rey. Pese a ser madrileño de nacimiento, tiene una vinculación muy directa con Castilla-La Mancha. Concretamente, con la localidad manchega de La Solana (Ciudad Real), de donde es originaria su madre y donde él ha pasado varias etapas de su infancia.
Hace un año, en enero de 2023, siendo ya uno de los directores más aclamados en España, regresó al pueblo de su madre para presentar 'Mantícora', su última película. La cinta, un incómodo relato sobre un hombre pedófilo, atormentado por sus deseos, se fue de vacío en los Goya pese a cosechar cuatro nominaciones. A su llegada, ante los medios de comunicación, aseguró: "Realmente, nunca me fui de La Solana". Y dijo no olvidar el olor de su casa materna. "Es el olor de la Mancha, tan característico, y tiene mucho que ver con mis recuerdos de adolescencia", recogió la prensa local.
Ahora, señalado por violencia sexual en el particular 'MeToo' patrio, EL ESPAÑOL ha recordado también que el sobrenombre de Vermut también tiene que ver con su vinculación con la Mancha. Eligió ese seudónimo porque su carrera comenzó como ilustrador y dibujante de cómics y fanzines y su abuelo tenía una bodega en Ciudad Real. "Había etiquetas de vermut que me parecían muy elegantes, de diseño. Puse una pegatina de aquellas en la contraportada de un fanzine detrás de mi nombre. Y hasta hoy", contó en una entrevista concedida en 2015.
Ahora, una estudiante de cine, una trabajadora de una de sus producciones y una empleada del sector cultural han contado los deseos sexuales del director llevados a la realidad más descarnada. Las tres coinciden en unos hechos en los que Vermut habría sacado ventaja de su posición para tener relaciones sexuales violentas que ellas no consintieron, y en los que la violencia "denigrante" tanto física como verbal, eran la constante. Ninguna denunció, coincidieron, por miedo a perder sus trabajos o a no ser creídas.