Federico Martín Bahamontes, el Águila de Toledo, ya descansa para siempre en el cementerio toledano. El primer español en ganar un Tour de Francia moría el pasado martes en Valladolid, donde pasó los últimos años de su vida siendo atendido por una familiar, pero ha sido en su ciudad donde se le ha despedido con los honores que merecía.
El Ayuntamiento de Toledo ha sido el encargado de organizar todos los actos fúnebres bajo la supervisión directa del alcalde Carlos Velázquez, que se ha implicado personalmente en que Bahamontes, la mayor leyenda del deporte toledano, tuviese un adiós a la altura de su figura. Un sensible reto que el regidor 'popular' ha sido superado con nota pese a su reciente llegada al cargo, algo que le han reconocido y agradecido no solo muchos toledanos, sino el círculo más íntimo del Águila.
Bahamontes, por decisión del alcalde, se ha convertido en la primera persona de la historia en ser velada en la Sala Capitular de las casas consistoriales, el espacio más solemne del inmueble. Por la capilla ardiente, sin una sola incidencia reseñable, pasaron cientos de personas para dar el último adiós al ciclista. Velázquez estuvo allí de manera permanente recibiéndoles y acompañando a los familiares de Bahamontes.
También ha sido muy comentado en la ciudad, por acertado y emotivo, el detalle de recibir al féretro en la Puerta de Bisagra a su llegada desde Valladolid. El recorrido de la comitiva fúnebre hasta el Ayuntamiento fue exactamente el mismo que Bahamontes realizó en 1959 tras ganar el Tour, cuando fue recibido en Toledo por una multitud que celebraba su victoria.
La escultura del escalador en el Miradero, nada más conocerse la trágica noticia, fue engalanada por trabajadores municipales, que instalaron en el suelo un gran maillot de 'Rey de la Montaña', le anudaron una bandera de Toledo y le colocaron al cuello una gran corona de flores a la que después siguieron otras tantas.
Además, el alcalde medió con el Arzobispado de Toledo para que la misa de exequias se oficiase en la catedral primada y el Ayuntamiento se afanó en buscar una sepultura en un lugar privilegiado y muy visible en el cementerio, con el objetivo de colaborar en que Bahamontes permanezca para siempre en el recuerdo de la ciudad. La despedida de Toledo a su Águila ha estado a la altura del mito.