Los hosteleros de la provincia de Toledo han estado las últimas semanas a la cabeza de las protestas del sector contra las restricciones impuestas en las distintas comunidades autónomas para prevenir el contagio y las muertes por coronavirus. En Castilla-La Mancha las restricciones han sido fuertes, no más que en algunas otras comunidades pero sí por encima de la vecina comunidad de Madrid.
Una de las movilizaciones que más repercusión mediática tuvo en un principio, cuando ya las restricciones de la tercera ola eran completas para el sector hostelero en Castilla-La Mancha, fue la de Albacete. El éxito de la hostelería albaceteña no se debió tanto al número de participantes como al hecho de que la mayoría de ellos portaban un cartel en el que pedían una Isabel Díaz Ayuso como presidenta, lo cual fue un duro mazazo para el inquilino castellano-manchego del Palacio de Fuensalida, sede del gobierno regional. Page y su entorno tenían cierta obsesión con la presidenta madrileña que se acrecentó a partir de esos hechos. El tiempo le ha dado la razón al presidente castellano-manchego a tenor de la evolución de la pandemia en la Comunidad, pero eso no evitó, ni ha evitado todavía, que los hosteleros sigan reclamando una mayor liberalización del sector y unas ayudas sin las cuales, a su juicio, está asegurada la muerte de una gran parte de los bares y restaurantes castellano-manchegos, con todo lo que ello supone para la economía y el empleo.
Y es precisamente en esa lucha en la que sigue destacando la hostelería toledana, que ha protagonizado diversos episodios con repercusión en toda España. Uno de ellos ha sido la huelga de hambre de un hostelero de Torrijos que ha mantenido activa incluso después de que Page decretara el cambio de fase y la reapertura condicionada de los bares. Tuvo que ser el propio presidente nacional de los hosteleros, que ya lo había visitado anteriormente, el que en persona convenciera al profesional torrijeño para que depusiera su actitud toda vez que ya había sufrido un preocupante problema de salud derivado de la huelga de hambre. Todo ello retransmitido casi en directo y a diario por las redes sociales y los medios de comunicación.
En Toledo se ha producido también una de las mayores manifestaciones de protesta de España contra el cierre de los establecimientos y la petición de ayudas económicas y legislativas para el sector, con profesionales de toda Castilla-La Mancha que dejaron claro que no iban a parar hasta ver satisfechas sus reivindicaciones. Además de seguir en Toledo todas las consignas y formas de protesta que se han lanzado a nivel nacional, los hosteleros de la provincia han tenido iniciativas propias que no han pasado desapercibidas. Lo último ha sido sembrar la plaza de Zocodover de la capital castellano-manchega de barriles de cerveza simulando un cementerio, como símbolo del delicado momento por el que pasa el sector. Alguna cadena de televisión nacional abrió ayer sus informativos con la imagen de este singular "Cementerio hostelero".
Detrás del éxito mediático de todas estas iniciativas está la Asociación Provincial de Hostelería y Turismo de Toledo que preside Tomás Palencia y de la que es secretario "de toda la vida" Valentín Salamanca. Ellos, junto al resto de la directiva, así como el histórico Alfonso Silva, están llevando adelante con éxito sus protestas y reivindicaciones, aunque en último extremo la utilidad real de las mismas queda en manos de las distintas administraciones de las que dependen. En todo caso han logrado que se acelere la apertura de los locales, mientras han aceptado a regañadientes el código QR de control sanitario de clientes en la única región en la que se ha impuesto hasta el momento.