Según los datos más actualizados de la Seguridad Social, hasta marzo de este año el salario medio en España se situó en 2.106 euros brutos, un 5,9 % superior a la registrada el mismo mes del año anterior, evidenciando así la presión que la inflación en este país ha ejercido sobre los sueldos de los trabajadores. El sueldo bruto más bajo lo cobran los trabajadores de Badajoz (1.758 euros), a los que les siguen los de la otra provincia extremeña, Cáceres, con 1.782 euros. A continuación se sitúan los jienenses (1.803 euros) y zamoranos (1.804 euros) provincias, todas ellas, con escasa presencia industrial y un mayor peso del sector agrícola.
Algo parecido ocurre en Castilla-La Mancha, donde ninguna provincia supera la media nacional del salario medio que se cobra en España. Apenas 88 euros separan el salario más bajo del país que reciben los pacenses con las retribuciones que cobran los trabajadores de Cuenca (1.830 euros), seguidos por los de Albacete (1.885), Toledo (1.921), Ciudad Real (1.924) y Guadalajara (2.046), la provincia de Castilla-La Mancha que más se aproxima a la percepción media nacional.
Por encima de las provincias que se mantienen tradicionalmente en los primeros puestos, como son Madrid (2.351 euros) y Barcelona (2.333), los alaveses perciben el mayor sueldo medio en España con 2.559,4 euros mensuales, seguido de los guipuzcoanos con 2.553,7 euros y los vizcaínos con 2.510,5 euros mensuales. Junto a estas provincias, Navarra (2.367), Burgos (2.155), Ceuta (2.193) y Zaragoza (2.110), son las únicas en superar la media nacional. Una brecha entre la provincia con remuneraciones más altas y la más baja que alcanza los 801 euros.
Estas cifras reflejan el contraste endémico existente entre el norte y sur económico del país, dejando patente la gran brecha salarial entre las diferentes regiones españolas. Unas desigualdades que tienen a Castilla-La Mancha como una de las más afectadas, con aumentos salariales medios por convenio por debajo de la media nacional y a sus trabajadores sin alcanzar todavía el poder adquisitivo perdido.