Cartas al Director

LAMENTABLE DEGRADACIÓN PARLAMENTARIA - José-Tomás Cruz Varela (25 de noviembre de 2018)

25 noviembre, 2018 10:02

Salvo los que viven de ella oficialmente, y algunos privilegiados con suculentas percepciones extrasalariales, el común de los mortales odian por igual el conversar sobre política y políticos. El engendro que desde hace cierto tiempo se nos está ofreciendo a través de los telediarios y redes sociales resulta deplorable. Hoy día, en la mayoría de las conversaciones entre amigos, cuando algún osado pretende sacar a colación cualquier tema relacionado con la “rex pública”, educadamente pero de inmediato, se le conmina a abstenerse y cambiar de contenido para no perturbar a los restantes contertulios, aunque como mal menor no quede más remedio que recurrir al manido futbol. Entre la juventud, tal tema es ignorado.

No hace tantos años, en gran parte de los hogares españoles y aunque solo fuese por respeto a nuestros mayores, al comienzo de las noticias en tv se guardaba un estricto silencio, lo que igualmente sucedía con las sesiones parlamentarias. Con el paso del tiempo y a la vista del denigrante escenario que se nos viene ofreciendo, tal práctica ha desaparecido.

En paralelo y como máxima representación, cabria comentar el comportamiento de algunos parlamentarios, destacando entre ellos el chabacano y bochornoso espectáculo ofrecido cíclicamente por el diputado de ERC Gabriel Rufián,  hasta el grado de tener que ser expulsado del hemiciclo el pasado miércoles por la presidenta del mismo, Ana Pastor, cargada de razón. Una cosa es replicar y otra muy distinta la actitud exhibida por el zafio personaje, tildando de fascista, racista y hooligan al ministro Borrell.

Tales sucesos, lamentablemente, no son despropósitos aislados sino la más rotunda muestra de envilecimiento instrumental ejercida por tan soez personaje, auténtico protagonista de la degradación parlamentaria actual. Acusarle de necio y grosero encaja perfectamente con sus grotescas actuaciones, siendo lo mas triste el que además alardee de su comportamiento y presumiendo por ser portada en los medios de comunicación.

El haber pasado a ocuparnos de si un diputado independentista llegó a escupir o no a un ministro, raya en lo penoso, como igualmente resulta ridículo que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, publique un mensaje solidarizándose con su ministro Borrell como si perteneciese a otro partido, cuando lo pertinente habría sido romper de inmediato sus relaciones contra aquellos cuya única pretensión pasa por destrozar España. Algo que al parecer no está dispuesto con tal de mantenerse en La Moncloa y utilizando el avión oficial para desplazarse de Madrid a Valladolid.

Retornando al desdichado Rufián , sus desvaríos parlamentarios no debería ser sancionados exclusivamente con la expulsión, sino con otro tipo de penas perfectamente estudiadas y razonadas para la desaparición de este tipo de payasos, ya sea con duras sanciones económicas o con la definitiva expulsión del hemiciclo y pérdida de su acta de diputado. Continuar tolerando sus estupideces y baladronadas, supondría acabar como otros parlamentos cuyos países no procede citar…

El cometido de este desdichado político consiste en crispar y aportar la nota discordante y grosera  con objeto de denigrar la institución en si misma. Perseverante en la bronca, su presencia en el Parlamento no tiene sentido ni razón de ser hasta lograr el hartazgo de los restantes parlamentarios. Personajes de semejante catadura no debería tener sitio  donde se debate el futuro de un país, en este caso como es España... ¡¡Tiempo al tiempo!!

Atentamente.