Mañana manchega en un pueblo de la meseta de Ocaña. Noblejas, año 1982. Los concejales, que se han presentado en una lista independiente, todos de izquierdas, se han encerrado en el Ayuntamiento. Es una oportunidad para la dirección del PSOE de Toledo. Esos concejales tienen que presentarse en las siguientes elecciones bajo las siglas del PSOE. Solo se necesita algún movimiento táctico, como por ejemplo, que un Diputado de España se sume al encierro. El encierro, más simbólico que real, se produce. Los concejales independientes reciben el apoyo del PSOE que, por otra parte, esperaban. Las elecciones del año 1983 las ganarán de calle los concejales encerrados, ahora con las siglas del PSOE.
Así empieza la historia de un hombre, Agustín Jiménez Crespo, que ha ganado todas las elecciones hasta estas últimas con mayorías abultadas. ¿Dónde está el secreto? ¿Cuáles son las claves para sobrevivir a vientos contrarios, conspiraciones de compañeros, dificultades de un pueblo que de pobre, muy pobre, ha caminado en estos años hacia un presente más que de éxito? El propio Agustín Jiménez lo explica: ser de izquierdas, no ocultarlo, y hacer políticas socialistas. ¿Para los de su ideología? No, para todos por igual. A los convencidos se les deben reforzar se convicciones, a quien hay que conquistar con hechos es a los que desconfían, a los que les viene de casta ser de derechas, a los que descubren que los servicios públicos tratan a todos por igual con independencia de su apellido o de su familia. Eso y tener capacidad para soñar. Un sueño de transformar un pueblo para que nunca más vuelva a ser pobre. En eso consiste el socialismo democrático, no en otra cosa.
Quienes vean al personaje por primera vez o se acerquen de lejos, le pueden percibir como un individuo atrabiliario. Siempre con una bufanda roja para que nadie confunda con quién está tratando. Cuando se le conoce se descubren sus sensibilidades, sus emociones. Cuida y mima a sus amigos, respeta a casi todos, y tiene claro, desde el día que ganó las primeras elecciones allá, en el distante año 1983, su misión y objetivo: cambiar el pueblo desde las raíces. Dejar huella en el pueblo. Con eso obtiene mayorías aplastantes, resultados casi únicos en el panorama cambiante y resbaladizo de la política.
Sueña Agustín Jiménez. Pero lo que sueña lo convierte en realidad. Sueña con una atención sanitaria que mejore la vida de sus vecinos, pues construye un centro de salud moderno, funcional y eficiente. Sueña con ampliar la cultura de los ciudadanos, pues levanta una arquitectura cultural que recuerda a los viejos toneles, donde se almacenaba el vino hasta que se llevaba a otros mercados. Sueña con agua en un pueblo árido de una meseta no menos árida, pues remueve los obstáculos para conseguir esa agua que cambia la vida, los campos y anuncia futuras industrias. Sueña con una seña de identidad distinta a la del momento que fue elegido alcalde, levanta una plaza algo más grande que la de Ocaña para que el pueblo disponga de un nuevo eje de expansión. Su último sueño se centra en las nuevas tecnologías, en la transición que impone el cambio climático, en las energías verdes. Que Noblejas sea un polígono de atracción para esas nuevas energías. Que el pueblo y cuantos allí se instalen dispongan de energía barata, de esa que ofrece el sol, el aire o el agua de forma gratuita y que ahora se pagan a precio de oro. Cuando se constituya la nueva Corporación, el día 17 junio de 2023, se iniciará un nuevo ciclo que convertirá a Noblejas en un pueblo tecnológico y un lugar inmune al abandono o la emigración.