Desde Cuenca, el grupo municipal del PP ha lanzado la idea de sustituir el día del Corpus Christi, como día festivo en toda la región, por el 21 de septiembre, San Mateo, centro de las fiestas la ciudad. Visto fríamente y desde Cuenca, tampoco parece una barbaridad que atente contra nadie. Contemplado desde Toledo, Granada, Camuñas (¿) y algún otro pueblo que se le escape a uno que conserva la procesión en ese jueves quizás sí. Es una cuestión de perspectiva. El día del Corpus en Toledo es el centro del año y su procesión, como acto sobre el que gira toda la fiesta, transciende el ámbito de lo local, lo regional y lo nacional para convertirse en una pieza universalmente tan atrayente para personas de todo el mundo como los cuadros del Greco o la vista de la ciudad desde el Valle.
Pero otra cosa muy distinta es lo que ocurre en el noventa y nueve por ciento de los municipios de las cinco provincias de Castilla-La Mancha, donde la Iglesia Católica con todo su pleno derecho para establecer sus fiestas de guardar, como dice el Catecismo de toda la vida de Dios, decidió que el Corpus Christi se celebraría el domingo siguiente al jueves en el que tradicionalmente se había celebrado durante siglos. Ahí vino el conflicto, afortunadamente sin nacional-catolicismo por medio, y quitada la posibilidad por las autoridades católicas competentes de celebrarla en día laboral, era incongruente pedirle a una administración, cualquiera que fuera su ámbito, que pusiera como festivo una fiesta que los impulsores de los principales actos festivos, se negaban a celebrar.
En Toledo se armó la de Dios es Cristo, con el último de los cardenales arzobispos por medio, que creía firmemente en los principios de autoridad, jerarquía y aquí están mis atributos eclesiásticos, que se negaba a sacar la procesión sin que fuera fiesta. En fin, un lío del que se salió autorizando por la Conferencia Episcopal la excepción de celebrar la fiesta el jueves y el domingo para mantener la procesión.
Tras esa decisión eclesiástica desde la Junta de Comunidades, sin apenas discrepancias, se consideró que convertir el Corpus en fiesta regional era congruente con la historia y la tradición y tenía la aprobación tácita de la mayoría de los ciudadanos.
Lo que ocurre, sin embargo, en la mayoría de la región es lo mismo que ocurre en el propio Toledo por San Ildefonso, cuando los toledanos se convierten en los mejores clientes de los centros comerciales de Madrid, con un día festivo en el que nadie sabe como celebrarlo. Por eso, a uno no le extraña que en Cuenca, como ocurre en Navamorcuende o en Torralba de Calatrava, haya quien se pregunte qué pinta uno el día de este Corpus, laico, republicano, sostenible, sin curas, moscas, ni carabineros, sin procesión y sin autobús de línea, para largarse al Corte Inglés.