Otra mala noticia para la comarca de Talavera: Osborne vende su finca en Malpica a una empresa dedicada a la producción de almendra y pistacho, dos productos que ahora se ven con mucho más futuro que la uva y el vino. Las setecientas cincuenta hectáreas de viñedo plantadas hace más de dos décadas serán arrancadas y sustituidas por los nuevos cultivos. La bodega desaparecerá, la maquinaria se trasladará y comenzará otro ciclo en los mismos campos. Quizá dentro de unos años habrá que reconocer que la reconversión ha multiplicado la riqueza y el trabajo en la zona. Hoy treinta familias ven su horizonte vital muy oscuro, porque cualquiera sabe que la almendra y el pistacho no crean tanto trabajo como una industria como la del vino y mucho más con la gran apuesta que la empresa Osborne hizo en Malpica con una bodega y unas instalaciones modélicas.
Está claro que la empresa tiene motivos para vender, y no vendería si el negocio fuera rentablE, y eso es lo más grave. Lo que ha fracasado no es una empresa y un proyecto, es un modelo que parecía que se asentaría en la zona y que tendría futuro como en otras zonas de España. La uva y el vino, como ocurre desgraciadamente en el mayor viñedo del mundo que es la parte oriental de nuestra región no es negocio. Una ruina para el productor que no tiene alternativa en la mayoría de las zonas por ausencia de riego.
No es la primera empresa vitivinícola que tira la toalla en la zona ni será la última. Desde la crisis para acá ha habido un sálvese el que pueda que, cuando ha acabado bien, ha sido gracias al cambio de cultivo. La producción de vino, que tuvo su boom hace treinta años, al rebufo del éxito del Marqués de Griñón, ya sea con el macromodelo Osborne o con el de la bodega de producción limitada y escogida, ha fracasado en estas tierras. Sobran dedos de la mano para contar las que aguantan dignamente. Osborne parecía que resistía apoyada en la fortaleza de su red de distribución y su experiencia en toda España. Su abandono es la certificación de un fracaso y aunque ahora los nuevos dueños quizás creen tantos puestos de trabajo, tanta riqueza y tantas ilusiones con los campos de pistacho y almendra, nada será igual. Todo lo relacionado con el vino es otra cosa, y Osborne con sus instalaciones para celebraciones y eventos, sus actividades alrededor del vino, su impulso al turismo enológico, su vocación de dinamizadora de la zona, era algo más que una finca dedicada al viñedo y una bodega.
Todo eso es lo que desaparece con la venta de la finca de Osborne en Malpica y uno teme que lo del pistacho y la almendra nunca será lo mismo.