Considero a Ricardo Chamorro una persona liberal, conservadora y moderada. Yo le he dicho, antes de que fuera diputado nacional por Vox, que su sitio natural era un PP que supiera volver a reunificar la derecha como lo hizo Aznar. Pero los aires que soplan en España a izquierda y derecha no son propicios para gente que intente buscar espacios y programas comunes. El populismo es una lacra que todo lo arrasa y lo mismo le da a uno que pinten la demagogia de rojo, de verde o de morado. Sin embargo, en la izquierda, hay que reconocer a Pedro Sánchez la habilidad para integrar al populismo con que le toca lidiar, porque con Izquierda Unida y Podemos fuera del gobierno la España del estado de alarma y del confinamiento hubiera sido una olla a presión con gente en las calles apedreando sedes y llamando asesinos a los gobernantes fueran de izquierda o derecha.
Muchos de los dirigentes de Vox, por no decir todos, proceden del PP de Rajoy. En ese PP, moderado, centrista, conciliador que evitaba las confrontaciones ideológicas y pretendía resolver problemas y no crearlos, no encontraron su sitio. Además como suele ocurrir en la vida partidista muchos de ellos fueron laminados por el rodillo de las mayorías que siempre manejan los que están en el asa de la caldera. Razones que casi siempre acaban con el militante que aspira a algo aburrido o en la calle.
A Ricardo Chamorro, como a muchos otros, le aburrieron. Hace tan solo unos años se habría ido a su casa o hubiera aguantado con el carnet del partido a tiempos mejores. Pero ahora surgía Vox como un cohete y aprovechó la oportunidad. Lógico y natural. Al fin y al cabo no traicionaba a nadie ni renunciaba a ninguno de sus principios, incluso el propio José María Aznar, justificaba de alguna manera esos movimientos de abandono cuando dijo que él había dejado un solo partido en la derecha y ahora la derecha estaba dividida en tres.
Y lógico y natural es que, integrado en un partido que hace gala de la radicalidad de sus ideas, propuestas y planteamientos, uno acabe radicalizándose y abandonando esos valores liberales y de moderación que se identifican desde el populismo como la causa de todos los males de la derecha.
Los populismos han encontrado en las redes sociales un instrumento ideal para remover, agitar y dar rienda suelta a todas las ocurrencias que la gente quiere comprar. Es normal que desprecien la prensa que pretende dar equilibrio y huir de programas soflamas y radicalismos. Uno cree que al amigo Ricardo Chamorro, de una manera natural, le ha ocurrido algo de eso. Ha arremetido contra la prensa regional y ha utilizado el término de “serviles” en su arrebato. Ha cogido el camino de Trump, y a uno no le parece que ese sea el camino de un político que le parecía hasta ahora un liberal, moderado y conservador a tener en cuenta en la inevitable reunificación de la derecha que vendrá.