Jesús Fernández Vaquero abandona la primera línea de la política. Hace unos meses ya lo había anunciado y ahora lo ha ratificado con la que puede ser su última comparecencia como presidente de las Cortes regionales. Junto a esa renuncia, ya sabida, ha dejado caer una serie de verdades de Perogrullo marca de la casa. Fernández Vaquero ha sido, en el PSOE regional, el hombre del sentido común... y en la hora de su despedida lo ha vuelto a ser. Si alguna vez Emiliano tuvo la tentación, en los tiempos de ZP o en los que corren de sanchismo, de salirse de la moderación y la centralidad, el sentido sanchopancesco de Vaquero se ha impuesto y el olfato político de Page ha hecho el resto.
Fernández Vaquero es un pragmático de los que abandonaron el PCE en los primeros tiempos de la Transición, cuando quedó claro que el modelo que vendían los de Santiago Carrillo, por mucho que lo envolvieran con el celofán del eurocomunismo y el socialismo democrático, estaba tan obsoleto como el muro que caería solo unos años después. Si Jesús no fue del PSOE en aquellos años amenes del franquismo fue simplemente porque el PSOE no existía. Desde entonces, su sentido de la realidad, su discreción y su capacidad para encontrar el líder al que apoyar desde la sombra han sido sus mejores cualidades. En su debe está su paso por la Delegación Provincial de Educación de Toledo, el mundo del que procede, y su empeño de ir contra el sentir de padres y profesores en el tema de la jornada continua, que al final le costó el cese. Entonces él supo volver al aula y esperar su momento y su líder, que no era otro que el joven Emiliano García- Page. Desde entonces, como él mismo ha confesado, no ha habido prácticamente un solo día en el que no intercambiaran opiniones. Ha sido su mejor consejero y lo seguirá siendo fuera de la primera línea política.
El otro día, cuando ha hablado del previsible proceso de primarias a mitad de legislatura, los adversarios políticos, como es su obligación, han intentado vender que lo que se pondrá en marcha será la sucesión del presidente Page, simplemente porque Emiliano se ha cansado de la política regional y pretende dar el salto a Madrid. Si se lee atentamente lo que ha dicho el fiel Fernández sobre ese hipotético relevo, se ve que la realidad está muy lejos de las pretensiones de la oposición. Dos años en política en la España del 2019 pueden ser lo mismo que dos siglos o dos semanas. El mundo no es el mismo desde el gobierno que desde la oposición y esa circunstancia, junto a la situación interna del PSOE, marcarán los ritmos y el futuro de un Page, que hoy por hoy puede controlar ese proceso a su favor. Buena culpa de ello la tiene Jesús Fernández Vaquero y su sentido común.