Habrá observado el lector de este blog de lecturas que son escasas las reseñas negativas. Uno lee lo que le gusta y, aunque a veces lea libros que no acaba, son pocas las veces que los reseña. No me gusta escribir nada más que de libros que me llenan. Es el caso desde hace meses de las novelas de Elizabeth Strout. La última, 'Ay William', está en la línea de todas las anteriores: magnífica, lo que uno espera de una de sus novelas tras haber leído las dos dedicadas a ese personaje, Olive Kitteridge, que después de haberse convertido en una miniserie de HBO, tiene la cara de Frances McDormand. De la misma manera, espero que de nuevo se encarne en ella para la posible continuación en cine en 'Luz de febrero'.
'Ay William' es el tercer libro que tiene como protagonista a Lucy Barton, tras 'Me llamo Lucy Barton' y 'Todo es posible'. Lucy Barton es una escritora sesentona que habla en las dos primeras entregas de sus orígenes familiares y que ahora, en la tercera, recupera los de su primer marido, William Gerhardt, parasitólogo, padre de sus dos hijas y ahora de nuevo separado de su segunda mujer. La evocación familiar propia de las dos primeras entregas se dedica ahora a la indagación de la familia del que fue su compañero durante años y que ahora tiene una relación que Lucy describía en la primera de las entregas, 'Me llamo Lucy Barton':
"Pero sí puedo decir una cosa: que mi madre tenía razón; hubo problemas en mi matrimonio. Y cuando mis hijas tenían diecinueve y veinte años, deje a su padre, y los dos hemos vuelto a casarnos. Algunos días tengo la sensación de quererlo más que cuando estaba casada con él, pero eso es algo fácil de pensar: estamos libres el uno del otro, pero no lo estamos, nunca lo estaremos. Y otros días me viene una imagen tan clara de él sentado a la mesa de su estudio mientras las niñas jugaban en su habitación, que siento ganas de gritar: ¡Éramos una familia!".
Y de ahí a comprobar cómo la vuelta de ella a sus orígenes y a su familia es ahora el sentido de la vida de William con el que recorre el tiempo en su búsqueda.
Es fácil comparar el mundo literario de Elizabeth Strout al de Alicia Munro o Lucia Berlin, aunque encuentro que Rodrigo Fresán, en su comparación con el de John Cheever o James Salter, se acerca mucho más. En todos ellos hay algo que Strout resume en dos líneas y que les hace cuatro escritores que nunca me defraudan: "Así es como funciona la vida. Todo lo que no sabemos hasta que ya es demasiado tarde".
Elizabeth Strout. Ay, William. Traducción de Jan Procházka. Editorial Alfaguara, 2022. 216 páginas.