Hacía muchos años que había leído El gatopardo. La leí tras ver la película de Luchino Visconti. No recuerdo bien la impresión de la lectura, pero tengo la impresión que me ocurrió lo mismo que la última semana. Aunque sea un herejía literaria, me quedo con la película. Me gusta más el lenguaje de la película. Me gustan las obras que me sugieren, que no se agotan en la descripción, en las imágenes o en los diálogos. Y en eso, a pesar de partir de ella y ser muy fiel a su espíritu y a su letra, el lenguaje de Visconti es muy superior al de su legítimo autor.
El aristócrata Giuseppe Tomasi de Lampedusa vio rechazada su única obra por diversos editores como Mondadoriy fue Feltrinelli el que la publicó ya muerto su autor en 1958. El éxito fue rotundo como lo sería luego la película de Visconti en 1963. Dos aristócratas rozando el cielo del arte en dos obras maestras que nos hablan del tiempo que le corresponde a cada ser humano, del paso de la vida, de la belleza que se pierde… Luego, de todo lo que rodea la obra: la unificación italiana como telón de fondo y los nuevos tiempos que vienen para todos: “Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie”, dice Tancredi Falconeri a su tío el príncipe Fabrizzio de Salina, el leit motiv de toda la obra. Aceptar los años que se vienen encima y ver que el tiempo de uno es solo pasado.
Como dijo el crítico José María Latorre: “Don Fabrizzio es consciente de la descomposición de su clase social, y de la necesidad política de una transformación, por más que esa transformación sea solo aparente y comporte la renuncia y, con ella la muerte. El príncipe de Salina es un superviviente que, en el umbral de la vejez, posa su mirada escéptica sobre personas y acontecimientos.”
El crítico y ensayista Arnau Olivar dijo: “La fidelidad de Visconti a la novela del príncipe Lampedusa no es tan solo argumental, sino principalmente sentimental; la novela y la película son una misma visión de dos príncipes: un Lampedusa y un Visconti; los dos son conscientes de lo que se debate: una visión narrativa del Resorgimento en Sicilia; los dos están de acuerdo: aquello representó un fraude para el pueblo siciliano (Garibaldi) y un entroncamiento de la antigua clase dirigente (la aristocracia) en la nueva riqueza (la burguesía). Pero tanto Lampedusa como Visconti realizan su obra con añoranza: el personaje del príncipe Salina es respetado e incluso amado.”
En fin, tanto si vuelven a la novela de Lampedusa, como si deciden revisar la película de Visconti estoy seguro de que no se arrepentirán. Como en las grandes obras, siempre se descubre algo nuevo.
Giuseppe Tomasi de Lampedusa. El gatopardo. Traducción de Fernando Gutíerrez. Ed Seix Barral, 1984. 284 páginas.