Page se reinventa a sí mismo
Dice mi amigo del alma Pedro López Gayarre que Emiliano García-Page, buen discípulo de Pepe Bono, sabe navegar en aguas revueltas. Y hacerlo con éxito y casi como nadie, añado yo. La vida política del presidente de Castilla-La Mancha, larga y fructífera, es un mosaico variado y completo de la supervivencia a toda costa y de llevar la nave siempre a puerto confortable y seguro, generalmente en compañía de la buena suerte y una estrella protectora que le mima presente y futuro. García-Page, mirando con perspectiva, ha tenido claro en todo momento su gran objetivo final y ha ido moviéndose por el tablero, entre improvisación y estrategia, con esa mirada única en el horizonte y que nadie le desviara de ella, ya fuera concejal, consejero, portavoz, alcalde o presidente en el Palacio de Fuensalida. Lo que tenga que venir partirá de este mismo esquema central y Page se reinventará cada día a sí mismo según vengan el viento y las circunstancias, y no sé por qué de alguna manera todo esto me recuerda a Mariano Rajoy.
A día de hoy el líder de los socialistas castellano-manchegos y presidente de la Junta vela todas sus armas para el gran asalto de las autonómicas en mayo de 2019. Y lo hace desde una legislatura presidencial algo chocante e irregular, soportando momentáneamente la carga de su pacto de gobierno con los Podemos de José García Molina y sin apenas relación alguna con el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, que está desfigurando tanto el ser y la historia de su partido que tiene a todas las baronías viviendo entre la perplejidad y el despiste, Page entre ellas. El presidente castellano-manchego sabe que tiene por delante un año entero para volver a su gran juego de siempre y reinventarse de nuevo, un tiempo en el que, aún sin conocer a su principal rival, María Dolores de Cospedal, Vicente Tirado o quién sea, ha empezado ya su camino y está dispuesto a ser la estrella de toda la vida. Me consta que en el PP de Castilla-La Mancha le miran como rival con respeto y están muy atentos a todos sus movimientos, que de aquí en adelante van a ser todavía más y más llamativos.
Está claro que todas las grandes fidelidades políticas de García-Page giran en torno a sí mismo y a su partido, y que cualquier otro satélite alrededor no será nunca otra cosa que un instrumento al servicio de su poder y sus ambiciones. Capillitas de la gran catedral. Si García Molina o cualquier otro no se han dado cuenta aún de estos detalles es que no conocen esta pequeña historia ni han vivido la cotidianidad castellano-manchega de las últimas décadas, aunque tal vez todos recibamos en los próximos meses un cursillo acelerado de Page en estado puro. La apuesta de 2019 es la suya y ese partido ya está rodando.