En la provincia de Ciudad Real se encuentra una pequeña joya que nada tiene que envidiar al Vaticano. Un majestuoso palacio renacentista construido entre los años 1564 y 1588 por orden de Álvaro de Bazán, primer Marqués de Santa Cruz y almirante de la Marina, con paredes y techos llenos de luminosos frescos donde recreó escenas de todas sus victorias marítimas y de la mitología clásica.
Este emblemático monumento está ubicado en la localidad de Viso del Marqués y es el Palacio de los Marqueses de Santa Cruz. Monumento Nacional desde el año 1931, fue mandado crear por Álvaro de Bazán, quien, debido a sus largas estancias en Italia e influenciado por los gustos de la época, contratóun selecto grupo de artistas italianos para la obra de estos 8.000 metros cuadrados.
El Palacio empezó a construirse en 1564 y se terminó en 1588, según los proyectos de Giovanni Castello "El Bergamasco", junto al que trabajaron Giovanni Bautista Olamosquín, arquitecto y escultor, y Maese Domingo y Maese Alberto, maestro de obra y maestro mayor.
Fue edificado junto al Camino Real, trayecto obligado desde la Corte hacia Andalucía. Esta ubicación, en plena Mancha, responde al deseo del almirante de fijar su residencia en un punto estratégico equidistante de la corte madrileña y de las bases de sus escuadras en Cádiz, Cartagena y Lisboa.
Dos plantas pintadas al fresco
El aspecto exterior de esta gran casa no demuestra la magnificencia y riqueza artística que guarda en su interior. La puerta principal está formada por un arco de medio punto y dos grandes columnas de orden dórico, con amplia base y pedestal, que sustentan el cornisamento sobre el que se halla el amplio balcón con balaustrada y con remate efímero del escudo de los Bazán.
El Palacio consta de dos plantas y la mayoría de sus salas, así como las galerías alta y baja, incluida la escalera, están pintadas al fresco. Esa es la gran singularidad de su interior: la profusión de pinturas al fresco en las bóvedas y en los paramentos de las galerías alta y baja. Pinturas de estilo manierista realizadas íntegramente por maestros italianos, al igual que la obra de fábrica, yesería y carpintería.
Esta decoración mural lo convierte en el conjunto pictórico español que mejor representa la mitología clásica. El programa iconográfico de las pinturas se completa con frescos de carácter épico narrativo, de la historia romana, de linajes o carácter familiar, religiosas y varias vistas de ciudades. Los ventanales de las esquinas, ideados para dar una mayor ligereza y esbeltez al edificio, no se realizaron debido al crudo invierno de estas tierras, tan distinto al clima de Génova donde fueron proyectados.
Residencia, cárcel y hasta hospital
El Palacio de los Marqueses de Santa Cruz fue residencia nobiliaria, lugar de acuartelamiento de las tropas napoleónicas y granero, cárcel, hospital para niños y escuela el siglo pasado, además de base de operaciones de un regimiento de regulares para combatir a los maquis de la zona. No obstante, su capítulo más dramático se registró en 1755, cuando el terremoto de Lisboa derribó sus cuatro torres y varias de las bóvedas.
El gran artífice de la excelente conservación del Palacio fue el almirante Julio Guillén, entonces director del Museo Naval, que se lo arrendó en 1948 a los marqueses de Santa Cruz por el simbólico precio de una peseta, aunque con el compromiso de conservar y mantener un espacio único no solo en la Mancha, sino en toda la geografía española.
Además, creó aquí uno de los dos grandes archivos históricos de la Armada, donde se guardan más de 40.000 legajos y 12 kilómetros lineales de documentos que van desde 1784 hasta 1939, como los expedientes de Pascual Cervera y Topete o Jorge Juan.