Es normal que ante una situación tan desconocida previamente y sobre la que constantemente estamos recibiendo información distinta al minuto, las personas nos sintamos en constantes vaivenes emocionales. Las diferencias bruscas en las situaciones, recomendaciones y cifras de contagiados, de un día para otro, nos hacen estar en una constante sensación de indefensión que, a nivel psicológico y por muy fuertes que seamos, nos hacen sentir miedo. Un miedo real ante algo que no sabemos en qué medida puede llegar a afectarnos, aunque ya tenemos referencias por Italia y China.
Los psicólogos no nos cansamos de decir que “tranquilidad” y hasta yo misma, en varios reportajes que hemos hecho esta semana en CMM, he ido adaptándome en recomendaciones sobre cómo controlarnos, según variaba la situación. Quiero ser lo más objetiva que pueda en estos momentos en los que escribo. Para mí, lo más importante en estos momentos es intentar ayudar a cómo gestionar los días de cuarentena en casa y de cómo gestionarnos emocionalmente ante el miedo, que es real. Indispensable es el cuidado físico, pero el psicológico ahora no lo es menos. Entrar en pánico no va a ayudarnos ni a nosotros ni a los que nos rodean, incluyendo a los servicios sanitarios.
Romper rutinas bruscamente, sentirnos obligados a estar en casa, el miedo al contagio o a poder tener ya la enfermedad, la incertidumbre del tiempo que durará esto y anticipar que estar encerrados en casa será un desastre o algo imposible, NO AYUDA Y CREA ANSIEDAD. Ayer sugería habilitar algún teléfono de ayuda psicológica para las personas que entran en pánico y necesitan cierta dosis de relativizar. Durante los primeros días de estar en casa podemos sentir hasta la sensación de “anda, pues no está mal, tiempo libre para...", pero las circunstancias de cada uno, con o sin niños pequeños y ya en el tercer día de reclusión, van poniendo de manifiesto sentimientos y síntomas de ansiedad aun en personas sin psicopatologías previas.
Por favor, es importante hablarse a uno mismo e intentar relativizar en la medida de lo posible que hay que estar en casa sí o sí, que en la medida en la que hagamos más fácil la convivencia, más llevadero será para todos y para nosotros mismos. Y, bueno,antes que nada, sobre los niños, ahora con supervisión nuestra, qué queréis que os diga... “toooodo vale”: móvil, consolas, etc. Hay que facilitar como sea esta situación y ya se retomará la normalidad después. Lo que sea con tal de que estén tranquilos y controlados.
Podemos mejorar muchas cosas durante este periodo: revisar facturas y mejorar precios, hacer ejercicio subiendo y bajando escaleras, ejercicio con sexo, arreglar cajones, pintar, hablar con nuestra pareja e hijos, ver pelis, tirar de sofá (ahora que no tiene por qué hacernos sentir culpables el no hacer nada), videollamadas... pero mucho cuidado con la ansiedad y el aburrimiento, que en muchas ocasiones nos hacen visitar con más frecuencia el frigorífico… ¡Cuidado, que esto es peligroso y ya nos estamos dando cuenta! Cuidado también con la ansiedad y el consumo de alcohol.
Los ansiolíticos están ahí para eso. En caso de ansiedad extrema, no pasa nada, te lo recomiendo y soy psicóloga. Tómatelos antes de entrar en pánico. Es cierto que están aumentando las crisis de ansiedad por todo lo que estoy diciendo, por el miedo y confinamiento obligado, diferencias con nuestras parejas….. La convivencia estrecha o ahora más estrecha pone de manifiesto problemas “escondidos” que ahora se hacen evidentes. Habrá divorcios después de esto, sin duda, pero mientras, por favor, calma.
Sobre las crisis de ansiedad y sobre la ansiedad en general, ésta nos hace estar en permanente alerta teniendo una atención selectiva, ahora, sobre síntomas físicos que no existen realmente. Nos tomamos la temperatura compulsivamente, nos tocamos la frente... y es que, cuando sentimos ansiedad, cuando se producen lo que llamamos los psicólogos SÍNTOMAS PSICOSOMÁTICOS, que para nosotros son reales, los sentimos, pero sin una causa orgánica que los justifique.
La ansiedad y, sobre todo, las crisis de ansiedad, producen sensación de dificultad respiratoria, pulso acelerado, escalofríos... pero no temperatura alta ni tos. Nos podemos confundir al sentir esto y pensar que estamos contagiados, debido al miedo, y colapsar los centros hospitalarios sin motivo. La ansiedad y sensación de falta de aire se pasa en minutos, un máximo de 20 si paramos el pensamiento de pánico. En una enfermedad real, en un contagio,los síntomas son permanentes. Así que TRANQUILIDAD y, si es necesario, repito, tomar ansiolíticos y contactar con un psicólogo, que también podemos atender vía online.
Por nosotros mismos, y por los demás, “tranquilidad” y sensatez comportamental y psicológica. Es posible contactar con nosotros por videollamada de WhatsApp, Messenger, FaceTime... pero, ante todo, frenada mental y adaptación a la situación. ¡¡¡Un abrazo virtual grande y fuerza a todos!!!