El Real Madrid inicia su defensa del trono europeo ante el Celtic FC, un equipo que regresa a la máxima competición continental tras cinco temporadas sin pisar la fase de grupos. La Champions League no visitaba Celtic Park desde 2017, un templo del fútbol por su ambiente único. Los católicos irlandeses quieren volver a poner a Escocia en el mapa de este deporte después de que sus máximos rivales, los protestantes del Rangers FC, no tuvieran suerte en los penaltis para ganar la Europa League.
Esa rivalidad de 134 años marca la historia de los dos clubes de Glasgow, aunque el Celtic siempre tendrá en sus vitrinas un título diferencial con el Rangers: la Copa de Europa de 1967. Fue el primer club británico en conseguir la máxima competición continental cuando superó al Inter por 2-1 en Portugal con una generación de jugadores nacidos en un radio de 40 kilómetros alrededor del Celtic Park. Tres años después volvieron a pisar la final, pero perdieron ante el Feyenoord en la prórroga.
Esa fue la etapa más gloriosa en el viejo continente del Celtic, que no volvería a una final europea hasta que se citó con el Oporto por la Copa de la UEFA en 2003. De Sevilla salieron campeones los portugueses en otra prórroga. De la generación que lideró Henrik Larsson a la que dirige el australiano Ange Postecoglou, el equipo católico sigue dominando en Escocia ganando nueve de los últimos 10 títulos. Pero su influencia en la Champions League es ínfima.
Desde el nuevo formato de la Liga de Campeones, lo más lejos que han llegado los bhoys es a los octavos de final en tres ocasiones. Lo más preocupante era que este club histórico llevaba cinco campañas quedándose en la fase previa. Es más, la temporada pasada, tras ser tercer clasificado en su grupo de la Europa League, disputó la nueva Conference League donde cayó ante el Bodo/Glimt noruego. En la segunda máxima competición continental tampoco ha pasado de dieciseisavos.
El Celtic ha dejado de tener relevancia en el viejo continente, pero sigue siendo un agente político y un símbolo religioso. Sus orígenes están en los inmigrantes irlandeses que se instalaron en la capital escocesa para huir de la gran hambruna. Por ello, la mayor parte de aficionados que pueblan las gradas del Celtic Park son escoceses católicos e inmigrantes que no se sienten identificados con Reino Unido. En tiempos de Brexit, esos mismos seguidores quieren ser alguien en Europa.
Nacionalismo irlandés
Los seguidores del Celtic suelen decir que "el orgullo de Irlanda" juega en Escocia. La entidad de Glasgow tiene en Andrew Kerins, más conocido como el Hermano Walfrid. Este clérigo de la Orden de los Maristas huyó de su Ballymote natal hacia el país de la bandera en aspa. Fundó el club de fútbol como un medio para recaudar fondos para los católicos pobres y desfavorecidos, unos inicios que marcaron el carácter religioso y político del equipo.
Son católicos y republicanos, todo lo contrario que sus vecinos del Rangers: protestantes y monárquicos. De los primeros partidos de fútbol que jugaron ambos equipos desde 1888 nació el Old Firm, el derbi más longevo de la historia de este deporte. La camiseta con el verde y el blanco y el escudo con el trébol de cuatro hojas del Celtic también representan esos orígenes que sus aficionados han ido transmitiendo a las diferentes generaciones.
Ese carácter es necesario para entender cómo actúan sus seguidores. La Green Brigade muestra habitualmente banderas irlandesas. Pero van más allá en algunas ocasiones recordando con símbolos y cánticos del Ejército Republicano Irlandés (IRA). Celtic Park es uno de los estadios más politizados y a lo largo de la historia se han visto pancartas burlándose de la muerte de Benito Mussolini, ya que otra característica de estos aficionados es el antifascismo.
También ondean banderas relacionadas con causas independentistas como las de Cataluña, País Vasco, Kurdistán o Palestina. Hace unos años, la UEFA multó al Celtic de Glasgow después de que los aficionados mostraran un mar de banderas de esta última nación en un partido ante el Hapoel Beer-Sheva israelí. De hecho, antes de recibir la sanción ya se había puesto en marcha en las redes sociales una campaña para recoger fondos con un doble objetivo: hacer llegar al club el dinero y recaudar fondos para la asociación Medical Aid for Palestinians.
Una remontada
A pesar de la gran historia del club, el Real Madrid hace 42 años que no juega contra el Celtic en partido oficial. Fue en la máxima competición continental, en los cuartos de final de la Copa de Europa de 1980. Esa visita a Celtic Park es de mal recuerdo para los merengues, ya que los goles de McCluskey y Doyle pusieron contra las cuerdas la continuidad del equipo de Vujadin Boškov. Pero el espíritu de las remontadas estaba bien presente en ese vestuario blanco.
El equipo de los Santillana, Juanito, Stielike, Camacho, Del Bosque, García Remón y Benito remontó en el Santiago Bernabéu. Los tres primeros jugadores fueron los encargados de marcar los goles que hicieron estallar al coliseo de Chamartín y que apearon al Celtic de Europa. Aún así, los blancos no llegaron mucho más lejos ya que en las semifinales el Hamburgo les eliminó de una Copa de Europa que se terminó llevando el Nottingham Forest.