El pasado 25 de agosto, la compañía de entretenimiento y plataforma de streaming estadounidense Netflix estrenó un documental de carácter deportivo y de investigación sobre uno de los acontecimientos más importantes en la historia reciente del fútbol español. El fichaje de Luis Figo por el Real Madrid.
La pieza resume lo que fue la primera parte de la carrera del futbolista portugués, desde que abandona Lisboa seducido por la oferta del FC Barcelona para convertirse en uno de los mejores del mundo hasta que decide dar un giro de 180 grados para fichar por el Real Madrid y dar comienzo a la gloriosa era dorada de Florentino Pérez al frente del club más poderoso del mundo.
Aquel movimiento no solo supuso un antes y un después en la historia del Real Madrid, sino que fue un auténtico shock para la sociedad española, que vivió durante unas semanas más pendiente de la decisión de un jugador y del tira y afloja entre dos clubes que de lo problemas del país. Tal fue el maremágnum ocasionado por aquel complicado fichaje que incluso llegó a eclipsar las tensiones entre España y Cataluña.
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Durante días, todo pasó a reducirse a dos posiciones: o amabas a Luis Figo o lo odiabas. Y por ende, a todos los agentes principales que intervinieron en aquella operación que terminó siendo una obra maestra. Desde el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, hasta Joan Gaspart, máximo dirigente del Barça en aquel momento, pasando también por José Veiga, agente de Figo, o Paulo Futre, exfutbolista e intermediario en aquella negociación a tres bandas. Aquel movimiento no solo dio comienzo al Real Madrid de los galácticos, si no también a las dos décadas de mayor grandeza de la historia del club. Porque, como Florentino Pérez reconoce haberle dicho en alguna ocasión a Figo, con él "empezó todo".
El sueño del Barça
Luis Figo (Lisboa, 4 de noviembre de 1972) dio sus primeros pasos en el fútbol en el Barrocas, un pequeño club del barrio obrero de Lisboa en el que había nacido. Después pasó por el Os Pastilhas antes de dar su primer gran salto profesional con el Sporting de Portugal en 1985. Allí se formó como jugador y como persona hasta convertirse en uno de los mejores del primer equipo y en una de las grandes promesas del fútbol europeo.
Permaneció durante diez temporadas hasta que en 1995, la pelea entre algunos de los mejores clubes del Viejo Continente se hizo realmente intensa. Juventus, Parma y Barcelona rivalizaron encarnizadamente por su fichaje aquel verano. Y finalmente, fueron los azulgranas los que terminaron llevándose el gato al agua gracias a la insistencia de Johan Cruyff, su principal valedor.
Figo aceptó la oferta del Barça y salió por primera vez de Portugal para iniciar una vida independiente, alejado de su familia, en España. Junto a él marchó quien sería una persona inseparable en su progreso futbolístico a lo largo de toda su carrera: José Veiga, su agente. El luso, debido a su espectacular estilo de juego y a su calidad, enamoró al Camp Nou desde el primer día y se hizo uno de los preferidos de la afición.
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Así fue durante las cinco temporadas que permaneció en Can Barça, ganando dos Ligas, dos Copas del Rey, una Supercopa de España, una Supercopa de Europa y una Recopa de Europa. Llegó precisamente para sustituir a otro jugador que se había marchado al Real Madrid, Michael Laudrup, en un camino que él recorrería un lustro después, aunque el suyo estuvo mucho más empedrado y lleno de espinas.
Desde su llegada, Figo fue muy bien acogido por el vestuario e hizo gran piña con el núcleo duro de los españoles, especialmente con Pep Guardiola, con quien llegó a fraguar una relación casi fraternal. Los dos llegaron a ser primer y segundo capitán del equipo e insignias de una plantilla que en esos momentos soñaba con ganar la segunda Champions de su historia.
Sin embargo, Figo fue creciendo en lo futbolístico, pero no en lo emocional en Barcelona. Se convirtió en el mejor jugador del mundo, pero no sintió que fuera valorado como tal en el club. Eso, unido a la aparición de la figura de Florentino Pérez, un empresario llegado desde la construcción y la política, terminó provocando un cataclismo en el fútbol español que derivó en el fichaje más polémico y sonado de la historia.
Carreras paralelas
Florentino Pérez es un hombre que lo ha sido casi todo en la vida. Es ingeniero de caminos, canales y puertos por la Universidad Politécnica de Madrid y ha destacado en el mundo de la empresa, de la política y del fútbol, tres de los motores más importantes con los que se mueve España. En 1997 se convirtió en el presidente del grupo ACS y tres años después se propuso convertirse en presidente del Real Madrid.
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Una empresa realmente complicada ya que por delante tenía al por entonces máximo mandatario del club en aquellos momentos, Lorenzo Sanz, un ídolo para el madridismo y que había conseguido ganar dos Champions en solo tres años después de más de tres décadas de sequía en Europa. Sin embargo, Florentino, un ganador por antonomasia, tenía un as en la manga que supo jugar a las mil maravillas.
Florentino se presentó a las elecciones a la presidencia del Real Madrid y muy pocos fueron los que en aquel momento le dieron alguna opción de victoria. El conocido periodista José Ramón de la Morena le decía al propio Florentino que tenía "mandíbula de cristal" y que "no iba a durar en el mundo del fútbol". Seguramente, haya sido una de las peores predicciones que haya escuchado el máximo dirigente blanco en su vida ya que más de dos décadas después, el señor Pérez se ha convertido en uno de los mejores presidentes de la historia del fútbol y en el mejor sucesor posible de Santiago Bernabéu.
El sueño y el as en la manga de Florentino para llegar a la presidencia eran el fichaje del siglo: quitarle al FC Barcelona a Luis Figo, quien por aquel entonces ya era el mejor jugador del mundo. Como reconoce Jorge Valdano, persona muy cercana a Florentino dentro de sus diferentes candidaturas a la presidencia del Real Madrid, "el fútbol es un espacio de superhéroes y él apuntó hacia los mejores del mundo desde el minuto uno". La tarea no iba a ser fácil. Figo tenía contrato con el Barça, una cláusula de 60 millones y quería seguir jugando en el Camp Nou. Sin embargo Florentino tenía otros planes para todo el mundo y una jugada maestra muy bien preparada.
Comienza la negociación
Florentino Pérez tenía una idea en la cabeza: "Hay dos maneras de ganar. Ganar con minúsculas o ganar con mayúsculas. Y yo quiero ganar con mayúsculas porque esa es la historia del Real Madrid". El ahora presidente del club, quien siempre se ha caracterizado por ser un gran visionario, se atrevió a decirle a la institución y a la afición que, a pesar de haber ganado dos Champions en tres años, ese equipo no era un equipo con mayúsculas, pero que él tenía el proyecto para conseguirlo. Y ese empezaba por Luis Figo.
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Jorge Valdano reconoce que desde la primera reunión para preparar la candidatura a la presidencia en el año 2000, ya le habló de su intención de fichar a Figo. Un movimiento que nadie podía imaginar. Cuatro semanas antes de las elecciones, Florentino Pérez convocó un encuentro con Paulo Futre, histórico futbolista portugués de equipos como Oporto o Atlético de Madrid y persona cercana al agente de Luis Figo, José Veiga.
El astro luso acudió a las oficinas de ACS y allí conoció a Florentino, una persona que hasta entonces no era muy conocida dentro del mundo del fútbol. Su intención era convencerle para que le ayudara a fichar a Figo porque solo así presentaría una candidatura con potencial ganador. Incluso llegó a decirle que la cláusula de Figo de 60 millones de euros no sería un problema: "La pago yo".
Por eso, le pidió a Futre que en aquel momento llamara a Veiga para comentarle sus planes, a lo que el agente le respondió: "Imposible. Hablamos mañana". Tras colgarle, Futre tuvo que inventarse sobre la marcha una de las claves de la operación. Continuó con el teléfono pegado a su oreja y hablando para hacerle creer a Florentino Pérez que Veiga estaba accediendo a valorar la negociación. Y mientras tanto, intentaba encontrar algo para decirle al dirigente de ACS.
En ese momento le lanzó una propuesta totalmente improvisada: decirle a Florentino que Veiga quería 10 millones de euros como comisión por hacer el traspaso. Y tras una pequeña negociación, consiguió que quedara en seis. Sin embargo, la realidad es que en ese momento no había operación, tal y como Veiga le había dicho a Futre, pero aquella mentira del exjugador portugués lo cambió todo.
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La enorme comisión que estaba en juego y la oportunidad de protagonizar una operación nunca antes vista convencieron a Veiga, que se reunió con Florentino Pérez al poco tiempo para que este le contara su gran proyecto. El objetivo era hacer el movimiento más grande de la historia hasta el momento y que Figo cobrara en Madrid hasta cuatro veces más de lo que percibía en Barcelona. Sin embargo, el luso no podía significarse en favor de Florentino hasta que este ganara las elecciones porque sería su fin en la Ciudad Condal.
Por su parte, en el Barça también hubo elecciones, con Joan Gaspart como ganador para suplir la figura de Núñez. Y ese fue el primer motivo que facilitó la salida de Figo del club ya que para Veiga, no era una persona de fiar. A pesar de que Figo quería seguir en la entidad azulgrana, poco a poco, las cosas se fueron alineando en favor de Florentino para que la estrella lusa cambiara de opinión motu proprio.
Todo permaneció en un cierto secreto hasta que José Ramón de la Morena desveló los planes de Florentino el mismo día que la hija de Lorenzo Sanz, presidente del Madrid y candidato a las elecciones también, se casaba con Míchel Salgado. Quedaban once días paras los comicios. Y para dar mayor dramatismo a la historia, se le ocurrió inventar que si no conseguía hacer dicho movimiento, le regalaría el abono de la temporada a todos los socios, lo que provocó un enfado tremendo en el todavía candidato. Nadie se creía lo que estaba pasando, ni siquiera futuros compañeros de Figo en el vestidor blanco como Hierro o Roberto Carlos.
Así se fraguó el fichaje
Una vez se desveló la jugada de Florentino Pérez, todo saltó por los aires. En el Barça se empezaron a poner nerviosos porque veían la posibilidad de perder a su estrella. Y en el Real Madrid comenzaban a ver a su candidato capaz de todo. Y fue ahí cuando apareció el famoso precontrato que inició el fichaje de Figo por el conjunto blanco. El jugador no llegó a firmarlo, pero sí su agente, José Veiga, autorizado por este mismo.
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A cinco días para las elecciones, el ahora presidente del club blanco compareció ante los medios de comunicación para hablar de su proyecto deportivo y confirmar así su bomba: "Si soy presidente del Real Madrid, Figo será jugador del Real Madrid". El órdago estaba encima de la mesa a pesar de que la operación no estaba cerrada. Florentino estaba tan convencido de que incluso hizo real aquella invención de José Ramón de la Morena y la famosa cuota de los socios del club.
Mientras tanto, Lorenzo Sanz intentaba frenar aquello enviando a los propios socios un vídeo con los momentos en los que el jugador portugués había demostrado su barcelonismo y su catalanismo. Sin embargo, el efecto Figo era ya imparable.
A solo dos días de las elecciones, se produjo una reunión en el hotel Meliá Castilla entre Florentino Pérez y José Veiga que provocó un cambio drástico en el panorama azulgrana. Por primera vez, la afición del Barça veía que Figo se les escapaba y empezaron a cargar duramente contra él, acusándole de traidor. El conjunto catalán también contribuyó a que toda la presión recayera sobre el luso, su familia y su entorno. El propio Veiga reconocía lo tensa de aquella situación: "Está siendo muy difícil".
Pero a pesar de todo, Florentino Pérez siempre tuvo claro que saldría ganador: "Al Real Madrid viene quien quiere y estaba convencido de que Figo quería venir. No tenía ninguna duda". Sin embargo, el luso intentó jugar sus bazas para quedarse en el Barça porque quería terminar con la confrontación que había surgido durante todo el verano.
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Florentino se proclamó ganador de las elecciones y Lorenzo Sanz le entregó el testigo del club. En ese momento, estalló el caso Figo. Mientras Veiga forzaba al jugador para aceptar la propuesta a pesar del cambio tan grande que suponía, Futre mantenía que lo que prevalecería sería la decisión del '7' luso. El ya presidente del Real Madrid tenía un as bajo la manga, aquel famoso precontrato firmado con Veiga y que tenía una cláusula de 5.000 millones de pesetas, unos 30 millones de euros. Si la operación no salía, debían abonar esa cantidad al club.
Ante esta situación límite, Veiga y Futre decidieron volar de urgencia a Cerdeña, donde Figo estaba de vacaciones junto a su familia, para intentar convencerle y arreglar la situación. Y al exjugador se le ocurrió una idea para intentar desenquistar lo sucedido. Coger un vuelo hacia Lisboa para reunirse cara a cara con Florentino y tomar una decisión. Y allí, el presidente del Real Madrid, se declara: "Van a venir los mejores jugadores del mundo. Sobre ti quiero edificar un equipo mágico". Además, le deja claro que no quiere los famosos 30 millones del precontrato porque lo que quería realmente era llevarlo al Santiago Bernabéu.
Fue con aquellas conversaciones con las que Figo se dio cuenta que Florentino Pérez y el Real Madrid sí le estaban mostrando la consideración que no le habían demostrado ni Gaspart ni el Barça. Entonces, este toma las riendas de la situación y según el nuevo presidente del Barça, hace una llamada donde le transmite que si quiere retenerle, debe presentarle un aval bancario de 500 millones de pesetas e ir a recibirle al aeropuerto de Barcelona para demostrarle su cariño y su interés. El luso tenía un billete de vuelta para cada destino, uno para la Ciudad Condal y otro para la capital. Y finalmente, tras una conversación con su mujer, termina aceptando la oferta del Real Madrid.
El fichaje del cambio
Florentino Pérez terminó saliéndose con la suya y cumpliendo tanto su promesa electoral como su sueño: ver a Figo vestido de blanco. Ahí comenzó el primero de sus magnánimos proyectos. Uno que no se tradujo tanto en títulos como sí en prestigio, consideración y estatus. Y que a la larga, ha sido la base de una de las épocas más doradas en la historia del club después de su regreso a la presidencia en el año 2009.
A los pocos meses de todo aquello, Figo regresó al Camp Nou, pero ya defendiendo el escudo del Real Madrid, en uno de los partidos más hostiles en la historia del fútbol. El portugués quiso dar la cara y asumir el peso de sus decisiones entre los silbidos, los insultos, las amenazas y los lanzamientos de objetos. El Barça se llevó aquel Clásico por 2-0, pero el Real Madrid terminaría ganando La Liga y el luso el Balón de Oro para un año después ganar la Champions.
Además, Figo fue el primero de una larga lista de fichajes galácticos, tal y como Florentino le había prometido en aquella conversación de Lisboa. Zidane, Ronaldo, Beckham y Owen fueron los siguientes en llegar y en unirse a los Raúl, Casillas, Roberto Carlos, Hierro, Morientes, Guti, Helguera y compañía en un equipo de ensueño. Por si fuera poco, no fue solo lo ganado por el Real Madrid y su propia imagen, sino que fue también el daño provocado en Barcelona.
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El Camp Nou estuvo sin cantar títulos cinco años, desde el 2000 hasta el 2005, curiosamente lo que duró la etapa de Figo en Madrid, una ciudad en la que todavía vive. Además, provocó la dimisión de Joan Gaspart en 2003. El expresidente azulgrana reconoce que quedó herido de muerte desde el mismo momento de su elección tras aquella batalla perdida con Florentino Pérez: "Le tengo una gran admiración como persona, pero fue mi gran enemigo y el que me hizo una jugada sucia que terminó con mi mandato. Él sigue siendo presidente del Madrid y yo he sido uno de los peores de la historia del Barça".
Figo pone fin a la historia de su fichaje con una reflexión: "Fichar por el Real Madrid fue una decisión acertadísima por todo lo que viví allí". Mientras que Futre y Veiga se quedan también con la parte económica, ya que finalmente consiguieron embolsarse 1,5 y 3 millones de euros respectivamente. Pero todos y cada uno de los agentes presentes en esta historia que cambió el fútbol español siguen pensando que guardan su propia verdad.