El Real Madrid volvió a celebrar un título con sus aficionados después de cuatro años. Una celebración que valió por dos Ligas, ya que la que levantó Zinedine Zidane no se pudo celebrar por las circunstancias de la pandemia de la Covid-19. Se notó en la afición, que llenó todo lo que fue posible el Santiago Bernabéu primero, pobló las calles que conectan el estadio con La Cibeles y abarrotaron la plaza madrileña después. También fue visible en unos jugadores que disfrutaron de este trofeo 35 del campeonato nacional para conjurarse de cara a la Champions League.
Algunos decían que la celebración se aplazase ya que los blancos tienen este miércoles la cita más importante de la temporada; buscar la remontada ante el Manchester City y una plaza en la final de la Champions. Más de 150.000 seguidores merengues y la plantilla demostraron lo contrario. La celebración fue una inyección de moral de cara a esa cita, así como la ciudad recibió una dosis de madridismo necesaria tras años sin poder tener un momento así.
Marcelo condecoró a la diosa por primera vez en su carrera, aunque espera que no sea la última completando la remontada y ganando en París. El brasileño, en el año en el que finaliza su vinculación como jugador, llevó el título a todos los aficionados y ejerció de maestro de ceremonias. Tanto en el Bernabéu como en Cibeles, el hombre que este sábado ha coronado su leyenda en el Real Madrid igualando en títulos a Paco Gento vivió su gran momento como capitán.
Eso sí, el gran protagonista fue Carlo Ancelotti. El entrenador italiano, que se convirtió en el primer técnico en ganar las cinco principales ligas de Europa, fue manteado en el Santiago Bernabéu, se mostró muy feliz en el autobús dejando uno de los momentos de la fiesta y se entregó a la afición en Cibeles con uno de los cánticos del Real Madrid. Una fiesta en la que lo más importante es que los jugadores merengues y los seguidores madridistas volvieron a compartir un título.
Del Bernabéu a Cibeles
Una celebración que comenzó con el pitido final del Real Madrid 4-0 Espanyol. Los jugadores merengues saltaron todos al césped para disfrutar de una fiesta con sus aficionados que no se producía desde hace 15 años con La Liga 'del clavo ardiendo' de Capello. Una cita a la que solo faltó Gareth Bale, al que un espasmo en la espalda le impidió estar. Tras recibir el título Marcelo y Benzema mano a mano, a pesar de las obras, el coliseo merengue estalló de felicidad.
Tanto fue así que no faltó una tradición de las fiestas en el campo de Chamartín: las verónicas de uno de sus jugadores. Después de Raúl González, cogió el relevo Sergio Ramos. En el primer título sin el de Camas, fue Nacho Fernández el encargado de coger el capote y demostrar su maestría. Eso sí, lo hizo junto a sus hijos y acabó con un incidente. Como si fueran dos vaquillas, los pequeños se cruzaron a ambos lados sin verse por el trapo y se chocaron.
Sobre el césped estuvieron jugadores y familias, así como algunos de los invitados al encuentro de este sábado. Si Rafael Nadal abría la fiesta antes del partido haciendo el saque de honor tras ganar el Open de Australia, Carlos Alcaraz se sumó a la celebración con los futbolistas tras el encuentro. Florentino Pérez explicó que la gran revelación del tenis había disfrutado muchísimo de esta primera experiencia que vivía en el Santiago Bernabéu.
Después llegaría el trayecto hasta La Cibeles. Lejos de que el puente de mayo o el hecho de que se tratase de una Liga pudiera hacer que hubiera menos gente en las calles de Madrid, los jugadores fueron acompañados desde que salieron del Bernabéu hasta que llegaron a la plaza de la fuente. La fiesta era tal en ese vehículo, con los brasileños llevando el ritmo, que Carlo Ancelotti no pudo resistirse y se puso a bailar junto a Vinicius Júnior.
Un trofeo que iba bien amarrado al autobús para evitar desgracias que se vivieron en el pasado con la Copa del Rey, llegaba presidiendo ese ambiente increíble que se respiraba en el trayecto. Un ambiente que se encendía mientras entraban poco a poco en la plaza en la que esperaban todos los madridistas. Marcelo bajaba el primero con el título para brindarle a los seguidores blancos su preciada Liga. La número 35 de la historia del club. Se explica rápido, pero es único.
Si bien estuvieron algo tímidos con el micrófono, la afición les llevó en volandas. Miles de merengues se congregaron en las calles que desembocan en la Puerta de Alcalá, el paseo del Prado y la Gran Vía. Una fiesta única en la que Marcelo, Luka Modric y Carvajal fueron los que se dirigieron a los madridistas con varios cánticos. El que más animado estuvo fue Carlo, que acabó su breve discurso tras demostrar cantando su gran voz con un "¡a por el miércoles!".
Porque la fiesta de Cibeles no se puede entender de otra manera que una dosis de motivación para conseguir la que sería una remontada épica. Los títulos se deben celebrar en el momento en el que se consiguen. La hora de este sábado era la más propicia para crear el caldo de cultivo de un ambiente único como es el que consigue la afición merengue. La Liga 35 ya está aquí, pero el hambre voraz y la historia de este club provocan que ya se piense en el siguiente.
[Más información: Las notas del Real Madrid en La Liga 2022: el uno por uno de los campeones]
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