La goleada del Barcelona en El Clásico ha dejado una inmensa herida abierta en el Real Madrid por la sorpresa de cómo y cuándo se ha producido y por la imagen que mostró el equipo blanco. Se sigue confiando en Carlo Ancelotti, pero este partido debe ser un punto de inflexión para no repetir errores del pasado. En el recuerdo está la temporada 2014/2015 que se cerró sin ningún gran título tras haber realizado una espectacular primera parte de la campaña.
Tras el pitido final, el descontento era generalizado en el Real Madrid y en el palco del Santiago Bernabéu. El equipo no había competido contra un Barcelona que había mejorado desde la llegada de Xavi, pero que había sufrido el jueves para eliminar al Galatasaray en la Europa League. Nadie entendió el once inicial de Ancelotti con Modric de falso '9', ni tampoco el planteamiento suicida del italiano tras el descanso y que a punto estuvo de costar una goleada histórica.
A pesar de la dolorosa derrota, en el Real Madrid están tranquilos y siguen confiando en Ancelotti. Eso sí, abril será clave para el italiano. El equipo blanco no puede perder esta Liga y también deberá demostrar ante el Chelsea en Champions que los 150 minutos de mala imagen ante el PSG y el ridículo en El Clásico han quedado en el olvido. En la entidad merengue reina la tranquilidad, pero las alarmas de peligro comenzaron a sonar tras el descalabro contra el Barcelona.
La Liga, una obligación
Ancelotti afirmó en la rueda de prensa previa a El Clásico que "la luna de miel sigue". Sin embargo, la goleada en El Clásico ha terminado con ella. La continuidad del italiano se da por segura, siempre y cuando no haya ningún ridículo similar ante el Chelsea y se gane La Liga. El Real Madrid tiene una importante renta: nueve puntos al Sevilla y 12 al Barcelona -con un partido menos los culés-. Por eso, el objetivo es evitar una debacle y volver cuanto antes a la senda ganadora.
Lo malo para Ancelotti es que esta derrota ha llegado justo antes de un parón por selecciones y tendrá que esperar al sábado 2 de abril para acabar con las dudas. Ese día el Real Madrid se medirá al Celta en Balaídos en un encuentro que ahora ya se considera clave para evitar que el equipo se derrumbe y continuar con tranquilidad en La Liga antes de enfrentarse al Chelsea en Champions.
El propio Ancelotti sabe que sin títulos no hay entrenador que siga en el Real Madrid. La exigencia es muy grande y no ganar La Liga sería un gran fracaso. Tanto el italiano como en el club se confía plenamente de que se levantará al menos el título nacional a final de temporada y que se sumará así a la Supercopa de España lograda a principios de año.
Por su parte, el Real Madrid sigue trabajando para realizar importantes cambios en la plantilla de cara a la próxima temporada. Con Mbappé cerrado como gran fichaje, ahora todos los esfuerzos están puestos en intentar firmar a Haaland para formar una de las mejores delanteras de la historia del club blanco junto a Vinicius y Benzema.
Del éxito o no que se tenga en las negociaciones con Haaland dependerá en buena medida otros refuerzos. La operación de Tchouaméni está en compás de espera, pero si llega el noruego su incorporación solo podría ser posible si se logra a hacer caja con varios futbolistas que no cuentan.
La operación salida
La operación salida será una prioridad en el Real Madrid durante los próximos meses. Ocho jugadores de la actual plantilla están en la rampa salida. Marcelo, Isco y Bale terminan contrato y no renovarán. También se buscará un nuevo destino para Mariano, Jovic, Vallejo, Ceballos y Hazard. El belga es la llave para poder realizar más fichajes. Tiene el sueldo más alto de la plantilla (15 millones de euros) y ahorrarse esa ficha, aunque sea a través de una cesión, propiciaría poder ir a por más refuerzos al mercado.
El nuevo Santiago Bernabéu se estrenará tras el Mundial de Qatar y Florentino Pérez prepara un proyecto deportivo a la altura. Ancelotti será el entrenador, siempre y cuando el equipo no se caiga en esta fase clave de la temporada y se culmine con al menos el título de Liga. El mea culpa del italiano tras El Clásico acabó con la "luna de miel". Ahora le toca reforzar la relación con el club a base de títulos.
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