122 días. O lo que es lo mismo, 4 meses. Ese es el tiempo exacto que queda en el contrato de Kylian Mbappé con el PSG. El delantero francés sigue rechazando las ofertas de renovación del club de París, pero en público tampoco cierra ninguna puerta. Quiere centrarse en la temporada, siendo ganar la Champions League el mayor de sus objetivos, antes de focalizarse en un futuro que apunta al Real Madrid.
En París se ilusionan o, quizás, aprovechan cada pequeño gesto para pensar que la continuidad de Mbappé es posible. Lo cierto es que el PSG se ha movido tarde, ya que no ha sido hasta ahora que se reconoce a Kylian como su mejor jugador, al igual que su afición que durante meses le ha criticado y silbado por querer irse del equipo el pasado verano.
Mbappé mantiene la compostura, tal y como ha hecho durante toda la temporada. Cuando ha tenido que hablar para aclarar cosas lo ha hecho y en el campo siempre ha respondido. Suma 24 goles y 17 asistencias -su mejor actuación en una campaña- por lo que nadie del PSG le puede recriminar nada a estas alturas. El problema es que hasta las últimas semanas eran más los 'palos' que los reconocimientos que recibía.
El PSG lanza su órdago final controlando todos los aspectos: un contrato millonario, ser el eje del proyecto, hacer historia en el club, una afición entregada... Francia y Catar unen fuerzas para retener a Mbappé. Todos desean que firme una renovación por dos años, que le asegure llegar al Mundial 2022 como jugador del PSG y que en verano de 2023 se pueda abrir la puerta a un traspaso.
Su reciente doblete ante el Saint-Etienne le ha dejado solo por debajo de Edinson Cavani en la lista de máximos goleadores de la historia del PSG. Les separan 44 goles, cifra imposible de alcanzar en lo que queda de temporada. De ahí que las palabras de Mbappé dieran confianza al aficionado parisino: "Es buena señal que haya igualado a Ibra. Quiere decir que estoy en un grupo muy cerrado y lo normal es que le supere. Me quedaría Edi (Cavani). Vamos a ver qué pasa", dijo tras su último partido.
Pero Mbappé prefiere ganar (para despedirse, tal vez) la Champions League u otra Ligue-1, que ya está encarrilada, antes que el récord de goles. Y para levantar su primera 'Orejona' deberá eliminar al Real Madrid en los octavos de final de la competición europea. El 1-0 de la ida que fabricó él da ventaja a su actual equipo, pero la eliminatoria sigue abierta y se decidirá en el Santiago Bernabéu.
El Bernabéu, una olla a presión
En una semana le tocará al Real Madrid jugar sus cartas. Se prepara un recibimiento a la altura para Mbappé, a quien se le espera de vuelta en verano luciendo la camiseta blanca. Kylian se lo ha ganado y es momento de mostrar el cariño que también se le tiene en Madrid, sin olvidar todo lo que habrá en juego sobre el césped. Habrá momento para todo.
Más allá del reconocimiento del madridismo sin ser todavía su jugador, otra baza a tener en cuenta es el trabajo que se está realizando para que el Santiago Bernabéu luzca imponente pese a las obras. El club quiere que el estadio sea en la vuelta contra el PSG como el de las grandes noches europeas que se han ido repitiendo a lo largo de la historia. La remontada es posible y para acercarla hay que convertir el Bernabéu en una olla presión.
Ese ambiente es en el que todos los futbolistas del mundo quieren jugar, y si es de local mejor. Mbappé lo verá todo desde el césped y entonces ni Al-Khelaifi ni el poderío catarí podrán hacer nada para frenar el que puede ser el inicio de una gran historia de amor.
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