El Real Madrid está sumido en una inestable situación deportiva desde que el pasado sábado cayera derrotado en Mallorca (1-0). Los blancos venían mostrando dudas desde que arrancó la pretemporada en Montreal, pero el traspiés de Son Moix ha sido una derrota inesperada que ha dejado al equipo tocado; sobre todo después de los pobres resultados cosechados en Champions.
Esto deja a Zidane en una situación complicada, ya que el proyecto no se está desarrollando como seguramente él esperaba cuando aterrizó en el Real Madrid el pasado mes de marzo. El técnico está empezando a perder el aura ganadora con la que el conjunto blanco dominó Europa con puño firme durante tres años, aunque la situación todavía no es irreconciliable.
Los blancos juegan este martes una final en Estambul. Un partido en el que la clasificación europea del Real Madrid está en juego. El Galatasaray puede servir como elemento reconciliador en Chamartín, para disipar dudas y levantar el ánimo de equipo y afición. Sin embargo, hay muchos problemas aún por resolver en el conjunto madridista.
La dirección de Zidane está dejando dudas y hay elementos que chirrían en el proyecto. Su gestión de vestuario y liderazgo ya no está luciendo como en antaño, algo que sumado a la falta de identidad futbolística que demuestra el equipo durante los partidos forma un cóctel que podría llegar a ser letal.
Sin planes A y B
El técnico francés no ha confeccionado un plan A claro en la plantilla. Aunque no haya podido contar con el fichaje de Pogba como él hubiera deseado, los recursos del Real Madrid son variados y él debe exprimir las virtudes de los mismos. Sin embargo, Zidane se ha centrado en intentar contar con todos sus jugadores sin confeccionar un bloque fuerte como en su anterior etapa, para posteriormente ir sumando efectivos que aporten extras al juego (la conocida como 'unidad B' que surgió bien entrada la temporada).
Además, los cambios en los onces titulares son constantes. No existe una idea de juego definida que identifique al Real Madrid cuando salta al campo y, al final, el equipo se deja llevar sin rumbo.
Carencia de variantes de juego
Aunque el sistema 4-3-3, con la 'BBC' en plenitud, es el que más alegrías ha dado al Real Madrid, el conjunto blanco ha demostrado esta temporada que no funciona estructurándose así. El equipo evidencia mayor fragilidad defensiva y las líneas se fragmentan con mayor facilidad. Algo que genera mayores oportunidades a los rivales.
Las pocas veces que los blancos han jugado con otro sistema (Sevilla y Atlético de Madrid), el Real Madrid ha transmitido otras sensaciones sobre el terreno de juego; sobre todo en cuanto a equilibrio.
Confianza dispersa
Una de las mayores virtudes del Zidane entrenador que hizo historia y levantó tres Copas de Europa era la confianza que depositaba en sus jugadores. Esto hacía mejor a su plantilla y mantenía enchufados a todos sus pupilos. Sin embargo, en esta nueva etapa todo se ha centralizado en un pequeño grupo de futbolistas en los que el técnico deposita toda la carga.
Esto se refleja en jugadores con los que compartió vestuario en su anterior etapa Modric, Kroos, Casemiro, Ramos, Varane, Lucas Vázquez o Benzema. Dista mucho su relación de confianza con otros como Brahim, Militao, Isco, James o Bale, sobre todo en los que son más jóvenes (nuevos fichajes, salvo Hazard). Algo que dificulta que su mensaje cale con mayor facilidad, ya que da pocas oportunidades y se termina cerrando a su círculo más cercano con el que triunfo en Europa.
Sin autocrítica
La celebración de una nueva rueda de prensa en el Real Madrid apenas es noticia, sobre todo porque Zidane repite el mismo mensaje de forma cíclica en cada una de ellas. Tras las derrotas se espetan tres conceptos: falta de intensidad, mal inicio de partido y problemas de cara a puerta.
Además, destacar la falta de preocupación y dar pinceladas sobre la parte positiva del trabajo del equipo se ha convertido en una tónica habitual, evitando buscar culpables a la inestable situación que se vive en Concha Espina. No hay cambios ni hechos tangibles.
Equipo poco trabajado
Quizás el problema más relevante que evidencia el Real Madrid de Zidane es en lo que se refiere al trabajo táctico. El equipo blanco muestra muchas carencias y fragilidades durante los partidos, tanto contra gigantes europeos como con rivales de menor entidad.
Los jugadores demuestran que se encuentran perdidos en el campo, con incontables lagunas defensivas que generan goles en contra y sin automatismos para que cada futbolista cumpla una función concreta en el terreno de juego. Tanto en el ataque como en el repliegue no se evidencian consignas tácticas para combatir las fortalezas rivales.
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