Salir del pozo y superar una situación complicada nunca es fácil. Más aún si cabe cuando la exigencia sobre tu figura es máxima. Algo muy parecido a lo que ha vivido el Real Madrid en el Sánchez Pizjuán.
Los blancos llegaban a la capital hispalense sumidos en una profunda crisis deportiva. Después de caer estrepitosamente en el Parque de los Príncipes contra el PSG (3-0) y de firmar un inicio de Liga inestable, la necesidad de revertir la situación era algo vital para el Real Madrid.
Los de Zidane pecaron de falta de contundencia ofensiva y capacidad de cerrar los partidos en el tramo inicial de la temporada. En plena cuesta de septiembre el equipo necesitaba un cambio y los jugadores debían dar un paso al frente para no dispersarse y perder fuelle; sobre todo cuando el Barça había pinchado nuevamente en Liga contra el Granada (2-0).
El Sánchez Pizjuán era la plaza perfecta para demostrar que el proyecto tenía futuro y que las ambiciones blancas seguían intactas esta temporada. Una oportunidad que el Real Madrid no desaprovechó para erigirse como colíder del campeonato liguero junto al Athletic Club.
Más allá de la victoria y el resultado, el conjunto blanco demostró varios cambios respecto a lo visto en París el pasado miércoles. Cuatro días antes el clima en el vestuario era lúgubre y desolador. Algo que ha terminado por disiparse con la insistencia de Zidane y los suyos por revertir la situación.
Solidez defensiva
Uno de los mayores problemas que había evidenciado el Real Madrid en el inicio de temporada era la falta de solidez defensiva. Los blancos no habían conseguido dejar su portería a cero en los cinco partidos oficiales disputados desde que inició La Liga contra el Celta de Vigo en Balaídos (1-3). El equipo había encajado al menos un gol en sus partidos y Zidane sabía que era necesario incidir en esta carencia para afrontar la temporada.
Recuperación de las bandas
El juego por bandas ha sido una de las señas de identidad más representativas de Zidane al frente el Real Madrid. En su anterior etapa, los laterales, con Marcelo y Carvajal como grandes referentes, habían sido piezas básicas en el desarrollo de su modelo de juego. Frente al Sevilla, Mendy y el '2' blanco volvieron a ganar importancia. El canterano merengue fue especialmente relevante en la producción de fútbol ofensivo e incluso asistió a Benzema para que anotara el único gol del encuentro.
Intensidad del equipo
La intensidad era una de las carencias que más achacaba Zidane al equipo cuando los resultados no acompañaban. El domingo la actitud de los jugadores fue muy distinta a la que se pudo palpar en el Parque de los Príncipes. Todo el equipo remó desde el primer momento para dar un golpe sobre la mesa y mantenerse firme en una plaza de gran dificultad como el feudo hispalense.
Sacrificio colectivo
El fútbol es un deporte colectivo y la implicación de todos los jugadores suele ser sinónimo de éxito en la consecución de triunfos. El Real Madrid necesita que todos sus futbolistas caminen en la misma dirección y se sacrifiquen defensivamente para sostener al equipo.
El ejemplo más claro de ello son James y Bale. Ambos jugadores brillaron en su labor defensiva durante el partido contra el Sevilla. Algo que Zidane elogio notablemente en rueda de prensa: "Tenemos jugadores importantes, pero hoy la labor defensiva de todos ha sido fundamental. Un partido y un campo difícil en el que había que hacer de todo para ganar", espetó el técnico francés.
Gestión del partido
Mientras contra el PSG el Real Madrid terminó por desconectarse del partido, en el Sánchez Pizjuán los blancos supieron manejar los tiempos del encuentro. El equipo supo gestionar el empate hasta el gol de Benzema y posteriormente consiguió no conceder opciones al rival. Algo en lo que el equipo llevaba flaqueando toda la temporada y que por fin Zidane habría conseguido comenzar a corregir.
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