El quinto partido de la serie entre el Real Madrid y el Partizán tenía muchísimos alicientes. En un encuentro en el que hay tanto en juego como el pase a una Final Four de la Euroliga, son muy pocos los que se paran a pensar en quiénes son los colegiados encargados de impartir justicia por mucho que se esperara un enfrentamiento de lo más caliente. [Real Madrid 98-94 Partizán de Belgrado: narración y estadísticas]
En la retina de cualquiera aparecía todavía la vergonzosa batalla campal que se vivió en el anterior partido que acogió el WiZink Center, el segundo de la eliminatoria. Aquello acabó de una forma que abochornó al baloncesto mundial, con empujones, puñetazos y llaves, con jugadores expulsados y con sancionados como Yabusele que no pudieron jugar más en la serie.
Aquel día, uno de los componentes del trío arbitral era Olegs Latisevs. El trencilla fue uno de los que se tuvo que meter en la marabunta de jugadores para tratar de separar y de calmar los ánimos en plena pelea. A la Euroliga le gustó su manera de solventar aquella situación así que le otorgó el privilegio de volver a arbitrar en el WiZink Center el quinto partido de la serie, un choque en el que se sabía que podían saltar chispas de nuevo.
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En esta ocasión, su actuación fue mucho más discutida que unos días atrás. Él fue uno de los grandes culpables de que los ánimos del público se fueran encendiendo cada vez más con varias de sus decisiones, y él estuvo a punto de llevarse por delante las ilusiones que tenía el Real Madrid de meterse en la Final Four de Kaunas.
Le acompañaron en sus decisiones Borys Ryzhyk y Mehsi Difallah. Sin embargo, tanto el ucraniano como el francés mantuvieron un perfil mucho más bajo que el de su compañero, el principal artífice de las acciones más rigurosas. Pese a todo, ni sus zancadillas, ni sus ayudas al Partizán fueron suficientes para que el Real Madrid doblara la rodilla y no pudo impedir el avance de los blancos a la Final Four en una noche mágica.
Un arbitraje incómodo
Pronto se vio que al Real Madrid no le iba a soplar a favor el viento del equipo arbitral. En apenas un minuto los blancos vieron cómo les señalaban dos faltas personales, especialmente discutida la segunda, y tanto Musa como Tavares empezaron así con mal pie el encuentro.
Mediado el primer cuarto también se señaló una liviana falta de Hanga sobre Lessort, su segunda por entonces en el partido, que condicionó notablemente el juego del húngaro. Era un partido muy caliente y quizás por eso Latisevs y sus colegas querían atar en corto a los jugadores, pero se excedieron en su afán.
A Ndiaye y a Tavares, los dos jugadores interiores más desequilibrantes del equipo local, les masacraron señalando faltas de manera constante, y el primero de ellos incluso terminó siendo eliminado por alcanzar la quinta infracción. Aquello fue encendiendo al público del WiZink Center y hasta a Chus Mateo, que vio cómo les señalaron dos técnicas al banquillo.
Por si fuera poco, cuando apenas restaba medio segundo para llegar al descanso y con el Real Madrid contra las cuerdas, Latisevs señaló una falta absolutamente inexistente de Ndiaye cuando fue él quien realmente recibió la infracción.
En el tramo decisivo
En la segunda mitad hubo más decisiones que a punto estuvieron de sacar de quicio al Real Madrid, de nuevo muchas de ellas encabezadas por el letón. A Ndiaye le mandaron al banquillo de forma definitiva cuando señalaron su quinta falta personal, y eso que tan sólo se habían disputado unos segundos del último cuarto, así que el Real Madrid se quedó cojo en su juego interior.
En el momento clave del partido también influyeron los colegiados. Para entonces los de Chus Mateo estaban absolutamente desatados y en un estado de confianza impresionante. Llegaron a marcharse 9 puntos arriba en el marcador, pero las decisiones arbitrales controvertidas estuvieron a punto de dar al traste con el trabajo.
Rudy cazó un rebote vital y por allí apareció Hezonja para, lanzándose al suelo, evitar que el balón se marchara por la línea lateral. Mario soltó el balón antes de salir de la pista, pero los colegiados igualmente decidieron, tras revisar en el monitor, que la bola era para el Partizán, que tenía así una vida extra.
Restaban solo 56 segundos, pero aún hubo tiempo para otro momento polémico más. Con 97-94 y con 39 segundos restantes, en un primer instante los árbitros dieron posesión para los blancos tras una acción de Hanga. Sin embargo, tras chequear en la televisión cambiaron por completo su decisión y el balón pasó al equipo serbio que, no obstante, no supo sacar provecho y terminó perdiendo el partido.