Nunca se puede dar por vencido al Real Madrid. Aunque parezca que no carbura, que nada a contracorriente o que no tiene su mejor día, hasta que el reloj no indica que un partido se ha terminado jamás hay que certificar su muerte. Eso es precisamente lo que sucedió en El Clásico de la Euroliga, que los blancos casi siempre fueron por detrás del Barcelona, que perdieron los tres primeros cuartos pero que, tras forzar la prórroga, dejaron con la boca abierta a los culés. [Real Madrid 91-86 FC Barcelona: narración y estadísticas]
Los de Chus Mateo se llevaron una sensacional victoria que hizo enloquecer al público del WiZink Center para dar un nuevo golpe de autoridad en la máxima competición continental y sumar así su cuarta victoria en los últimos cinco partidos europeos. Sergio Llull, con una irrupción escandalosa en el último cuarto, forzó el tiempo extra y lo que hicieron los blancos en estos 5 minutos adicionales fue apoteósico.
El Barça, que se vio en varios tramos del encuentro más de 10 puntos por delante, se marchó de la capital con un bofetón de realidad y pensando que había dejado escapar vivo a un Real Madrid que tuvo contra las cuerdas. Pero al fin y al cabo ese es el gen de los blancos, en baloncesto, fútbol o en la vida, el de pelear hasta el último segundo para ganar. Por eso, el conjunto madridista sigue líder de la Euroliga y elimina a un contrincante del cuádruple empate que había hasta el momento.
El arranque, azulgrana
Se podía esperar un Real Madrid intenso en el inicio por aquello de aprovechar el factor cancha y el ambiente que se genera en un partido entre estos dos equipos, pero resultó todo lo contrario. Quien arrancó con fuerza y empezó pronto a mandar en el marcador fue el FC Barcelona. Los culés firmaron un parcial de 2-9 en los dos primeros minutos de partido gracias, sobre todo, a un imparable Vesely, así que Chus Mateo no tuvo más remedio que tirar de uno de sus tiempos muertos para parar el partido.
En el lado blanco, el único que conseguía mantener al equipo a flote como podía era Tavares. El caboverdiano hizo los 6 primeros puntos de su equipo y trató de contagiar al resto su acierto, pero al Real Madrid le iba a costar carburar. En el bando culé, Mirotic, Kalinic o Laprovittola aportaban su granito de arena y mantenían la renta por encima de los diez puntos, una situación peligrosa para los locales en una fase tan prematura del partido.
Sin embargo, todavía los blancos tenían algo guardado para los últimos segundos del primer parcial, y con las entradas de Gaby Deck y de Rudy Fernández consiguieron reducir las diferencias a tan solo 4 puntos de desventaja (16-20). Esperanza para los locales después de un arranque para olvidar.
Pero estos primeros diez minutos fueron tan solo un anuncio de lo que iba a ser el resto del partido, un Barcelona mandando, dando arreones, y un Real Madrid a remolque, haciendo la goma y luchando por no ceder antes de tiempo. El parcial de 0-5 para el Barça en el arranque del segundo cuarto fue una muestra de ello, y en el ecuador de este segundo parcial la renta se fue de nuevo cerca de los 10 puntos.
Al rescate tuvo que acudir una vez más Tavares para frenar la sangría, pero el caboverdiano no estaba solo. Le escoltó de una manera imperial Rudy Fernández, que con sus triples, su garra y su coraje, metió al Real Madrid de nuevo en la pelea y volcó al público del Palacio de los Deportes con el equipo. Los blancos se pusieron a 3 puntos de distancia a falta de 2 minutos para el descanso, pero un nuevo chispazo de los de Jasikevicius elevó la renta hasta los 7 puntos en el intermedio (32-39).
La remontada blanca
La premisa para el Real Madrid en el arranque de la segunda parte era clara, no precipitarse e ir poco a poco reduciendo una renta que para nada era insalvable. Por eso Chus Mateo introdujo a jugadores como Deck y Yabusele, pero el Barcelona siguió castigando a los locales con lanzamientos exteriores. Los cambios funcionaron para los blancos, porque un parcial de 10-5 apretó de nuevo las cosas al máximo.
El FC Barcelona se sentía a gusto en el partido, sabía que siempre iba por delante y que tenía al Real Madrid remando y esperando sus fallos. El esfuerzo tan intenso y prolongado en el tiempo podía pasar factura a los merengues, que se vieron otra vez 9 puntos abajo para encarar el último y definitivo cuarto (50-59).
El tira y afloja siguió en este último parcial. El Real Madrid había perdido los tres cuartos anteriores, pero cuando Sergio Llull está en pista la lógica y el sentido común quedan a un lado. Apareció el balear para liderar a su equipo en el momento más crítico del encuentro y para hacerle soñar en grande. Tanto, que incluso con sus ya tradicionales 'mandarinas' llegó a darle la vuelta al marcador prácticamente él solito.
El marcador reflejaba empate cuando el partido entró en el último minuto (73-73). La penúltima posesión era para el Barça, que quería ponerse por delante y dejar a su rival sin capacidad de reacción, pero Mirotic se hizo un lío y cometió pasos en un momento crítico. Un regalo para el Real Madrid, que no supo aprovecharlo. Los de Chus Mateo se jugaron el ataque con Llull, pero el balear hizo dobles y se esfumó el sueño blanco. Le quedó una última bala a los visitantes, pero no la acertaron y el choque se fue a la prórroga.
El Real Madrid estaba lanzado y aprovechó la inercia de los últimos minutos. El Barça se había visto con la victoria en la mano y verse luchando de tú a tú en una prórroga no lo encajó nada bien. Musa encabezó la hazaña blanca y los culés quedaron impotentes, en la lona. Los blancos olieron la sangre, sentenciaron el partido, se llevaron una victoria épica y volvieron a demostrar que nunca se les puede dar por muertos.