Luka Doncic se ha convertido en un fenómeno de masas. El exjugador del Real Madrid se marchó con una Euroliga y una Liga ACB bajo el brazo en su última temporada con el propósito de seguir creciendo. Es cierto que en Europa ya lo había logrado todo o casi todo, pero el reto de seguir aumentando sus registros no era pequeño.
Sin embargo, decidió que era el momento de volar alto y por eso puso rumbo a la NBA. Hoy, Luka ya es toda una estrella del baloncesto mundial, un icono, un ídolo, un jugador que mueve mareas de gente, el favorito de muchos niños y niñas que sueñan en convertirse en jugadores de baloncesto.
El crecimiento de Luka ha sido tan apabullante como lo son sus genialidades sobre la pista. En tan solo temporada y media ha conseguido dar la vuelta a la liga más exigente del mundo como si fuera un calcetín.
Cada hoja que el calendario pasaba, Doncic volaba más y más alto. Resulta casi incomprensible como en tan poco tiempo se ha convertido en un jugador de dimensiones astronómicas, tanto dentro como fuera de la pista. Sin embargo, el calendario seguirá tachando sus fechas para que Luka siga escribiendo un legado que no parece tener techo.
Doncic ha impresionado a la NBA más de lo que la mejor competición del mundo del baloncesto haya podido impresionarle a él. Ni el cambio de equipo, ni de ciudad, ni de país, ni cruzar el charco para comenzar una nueva vida han restado un ápice de su talento y de su forma de entender el juego y de su forma de ser decisivo.
No ha conocido el significado de la palabra adaptación porque el primer día que pisó una cancha con el logo de Jerry West ya estaba un peldaño por encima del jugador que se llevaba el MVP de la Euroliga. Bien lo saben en Dallas, la que ha sido su nueva casa durante estos dos primeros años.
La llegada al Olimpo
La breve pero intensa historia de Doncic en el baloncesto americano está escrita desde las alturas desde el primer momento en el que llegó. Luka, al cual le penalizó ser un chico llegado desde el baloncesto europeo, fue número 3 del draft de 2018, aunque bien podría haber sido número 1, algo que hubiera sido histórico, pues solo un jugador europeo lo ha conseguido en la historia, Andrea Bargiani.
Aun así, esta elección puso a Doncic entre los más grandes en la historia del draft en cuando a baloncesto europeo se refiere, ya que, solo 5 jugadores en la historia han conseguido ser Top3, entre ellos un mito de la liga y la leyenda de nuestro baloncesto, Pau Gasol.
Solo con poner un pie en suelo americano Luka ya estaba dejando el listón por las nubes, unas nubes de las que meses más tarde se colgaría para hacer diabluras en el parqué del American Airlines Center.
Con solo su mera presencia, Doncic ya escribía su nombre junto al de los mayores talentos del baloncesto europeo. Tanto es así que esta elección superó la de otros grandes jugadores como su actual compañero Kristaps Porzingis, número 4, o la de Ricky Rubio, número 5.
Sin embargo, la llegada de Luka a la NBA estaba predestinada para tomar un camino diferente al que finalmente tuvo. Su elección pertenecía a Atlanta Hawks, y no a los ‘Mavs’. Además, había una franquicia que tenía todas las papeletas para hacerse con sus servicios porque habían ido hasta el Wizink Center de Madrid para comprobar como se las gastaba Luka a tan solo unos centímetros de la pista.
Sin embargo, la torpeza de Vlade Divac, mánager general de Sacramento Kings, que decidió no elegir a Luka, hizo que el esloveno terminara recalando en los Dallas Mavericks tras un traspaso con Atlanta Hawks.
La franquicia de Texas, cuya elección era la número 5, apostó todo por intentar que Luka Doncic iniciara la reconstrucción de una plantilla que miraba con nostalgia al título logrado en 2011 bajo el liderazgo de Dirk Nowitzki, otro de los grandes de Europa que ha podido triunfar en tierras americanas. Por ello, ofrecieron su selección en ese draft junto a una primera ronda protegida.
Este intercambio de jugadores provocó algo que, por aquel entonces, no se sabía que tendría tanta influencia en la liga. Luka Doncic y Trae Young, dos jugadores que están llamados a dominar el baloncesto, cruzaban sus destinos como si de una película de Hollywood se tratase.
Hoy, los dos bases que deslumbraron al mundo en su primera temporada, son grandes amigos y se han consagrado como dos estrellas imparables en la mejor liga del mundo. Ni el mejor guionista hubiera diseñado una historia tan rocambolesca como apasionante.
Rookie del año
El primer año de Luka Doncic en la NBA podría haber traído muchas cosas, y muchas de ellas habrían sido normales. Una difícil adaptación, problemas para integrarse en un vestuario nuevo o una vida al otro lado del mundo que confundiese a un chico joven.
En definitiva, fases que se consideran normales en un proceso de aprendizaje como es la llegada de un novato a la mejor liga del mundo. Sin embargo, Luka se tomó su primer año como la primera y mayor oportunidad de dejar su carta de presentación ante los mejores jugadores del planeta.
La primera temporada de ‘Wonderboy’ en la NBA ya fue un absoluto espectáculo. Ni la fama ni el éxito cambiaron al esloveno que, de la mano de Rick Carlisle, practicó un baloncesto de altos vuelos desde los primeros compases.
La camiseta de los Dallas Mavericks le sentó como anillo al dedo al exbase del Real Madrid que hizo las delicias de todo el American Airlines Center y de prácticamente toda la liga. En tan solo unos meses, Luka ya era todo un ídolo.
El gran artífice de que Luka siempre jugase con los pies en el suelo ha sido su entrenador, Rick Carlisle. El técnico de los ‘Mavs’ fue la mejor noticia que tuvo el mago de Ljubljana a su llegada a la liga. Un hombre paciente, que sabe trabajar con los jóvenes, que entiende y respira baloncesto y que tiene una enorme consideración dentro de la NBA.
Un estratega y un experto de este deporte ideal para que un chico que se muere por aprender y por desarrollar su talento se empape de su sabiduría y de sus enseñanzas. Y fruto de esta simbiosis llegó un curso en el que Doncic firmó unos números de escándalo para ser un recién llegado: 21,2 puntos, 7,8 rebotes y 6 asistencias por partido.
Su genial temporada y sus apabullantes números le sirvieron para ser elegido como Rookie del Año por delante de rivales como su amigo Trae Young o del número 1 del draft DeAndre Ayton.
Un logro tan importante que suponía convertirse en el segundo europeo en la historia en conseguirlo, ya que solo un mito como Pau Gasol había conseguido este galardón.Pero Luka, más allá de números, dejó unas sensaciones increíbles, de jugador dominador sobre el que liderar un proyecto en una de las franquicias con más historia de la NBA.
En tan solo unos meses, la figura de Doncic alcanzó unas cotas mediáticas comparables a las de las estrellas de la liga, pero sin dejar de ser un chico que se lo pasaba bien jugando al baloncesto.
Los únicos lunares de la temporada fueron no poder meter al equipo en playoffs y no poder disputar su primer partido de las estrellas del All-Star en su primera temporada a pesar de ser uno de los jugadores más demandados por el público. Sí participó en el de Rookies.
La consagración de una estrella
Tras una primera temporada sensacional, Luka tenía la difícil misión de confirmar las buenas sensaciones dejadas en un curso para el recuerdo. Las expectativas ya eran altas tras el talento mostrado en Europa, pero después de su primer año en la élite más absoluta, nadie se atrevía ya colocar el techo de un jugador de época.
Y con ese reto comenzó Doncic su segundo año, el que debía ser el de su confirmación. Los ‘Mavs’ recibieron, tras un año de lesión, la llegada del otro jugador que debía liderar la franquicia texana: Kristaps Porzingis. El ‘unicornio’ se uniría a Doncic para formar una dupla que, en tan solo unos meses, ya sembraba el pánico en la liga
Además, el esloveno aprovechó su primer verano en América para potenciar sus capacidades físicas. Luka volvió más delgado, más fuerte, más ágil y con una lectura del juego todavía mucho más inteligente para erigirse como el líder absoluto de Dallas y como uno de los mejores bases de la liga.
Doncic comenzó la temporada volando sobre la pista, a un nivel nunca visto en un jugador de su edad y dejando registros a la altura de los más grandes de la historia. Rompiendo récords que ostentaban jugadores como Jordan, LeBron, Durant o Magic Johnson, Luka siguió creciendo hasta quitarse todos los trajes que le precedían.
Nunca más se podrá hablar de él como una promesa, como un joven talento o un proyecto de gran jugador. La segunda temporada de Doncic, a pesar de verse interrumpida por la crisis sanitaria, le asentó como una de las estrellas de la NBA.
En el año que las lesiones se llevaron a jugadores como Durant, Irving o Curry, la figura de Luka supuso la presentación de la NBA del futuro que ya miraba de tú a tú a los megacracks del presente. Doncic era ya imagen de la liga.
Una vez más, confirmaba con datos las sensaciones dejadas en la pista. Hasta el parón provocado por el coronavirus, Doncic promediaba 28,7 puntos, 9,3 rebotes y 8,7 asistencias.
Unos registros de auténtica locura en un chico de poco más de 20 años que empezó a sumar triples-dobles y a cosechar victorias para unos ‘Mavs’ que este año sí, tenían casi garantizados los playoffs.
Los datos alcanzados, situándose entre los mejores de la liga en apartados como puntos, asistencias y eficiencia, unidos a un excelente juego y a su vocación de líder y de reclamo mediático, provocaron que muchos pensaran en él como candidato al premio de MVP de la liga, algo reservado para las leyendas.
De lo que quedaban pocas dudas es de que Luka había sido, hasta el momento, el mejor base de la liga. Y los frutos no tardaron en llegar. El esloveno recibió su primer premio de jugador de la semana, de jugador del mes y pudo cumplir el sueño de estar presente en un All-Star y compartir cancha con los mejores del mundo en el fin de semana de las estrellas.
Detrás de toda esta carrera de sueños que Luka iba cumpliendo a ritmo de vértigo seguía estando su mejor guía, Rick Carlisle, y una franquicia que le dio un cariño especial desde el principio para evitar que el chico que llegó desde Madrid cambiara y dejara de jugar por diversión. Toda esta vorágine mediática y de éxito no hizo cambiar a Luka, que siguió el mismo de siempre.
Candidato al MVP
Ha tenido que llegar una pandemia al mundo para frenar, durante unos meses, un talento tan arrollador como el de Luka Doncic. La temporada que estaba realizando el esloveno estaba siendo sideral, llegando a promediar por momentos un triple-doble con casi 30 puntos por partido.
Fruto de este gran rendimiento, durante este su segundo año, ‘Wonderboy’ ha batido récords que ni él mismo imaginaba. Es ya el jugador menor de 21 años que más partidos ha realizado con al menos 30 puntos y 10 rebotes en toda la historia de la liga.
Luka es ya el jugador con más triples-dobles en la historia de la franquicia de Dallas, superando el registro de un maestro como Jason Kidd. Sin embargo, Doncic lo ha logrado en 380 partidos menos que el base de California.
Ni siquiera Jordan se le ha resistido, ya que superó su mítico récord de más partidos seguidos con al menos 20 puntos, 5 rebotes y 5 asistencias, situándolo en 20 por los 18 que logró Michael.
Estos son algunos de los registros que ponen en valor lo alcanzado ya por Doncic en tan solo temporada y media con 21 años. Ayudan a ver el inmenso potencial de un jugador llamado a dominar la liga y a convertirse, por qué no, en uno de los mejores de todos los tiempos.
Luka solo necesita tiempo y que le respeten las lesiones para llegar hasta donde nadie imagina. Hoy por hoy, no es descabellado compararle con los jefes de la liga. Sus números dicen que Luka es uno de los jugadores más decisivos del campeonato, tal y como lo puedan ser LeBron James, Giannis Antetokounmpo o James Harden.
Y ninguno, salvo LeBron, tiene la capacidad para aportar tanto en tantos apartados diferentes como ha demostrado Doncic en tan solo unos meses en la NBA. Por ello, no es una locura pensar que ya este mismo año, el canterano del Real Madrid podría haber peleado por el galardón de MVP de la temporada regular.
En su haber está también conseguir que un equipo como Dallas, muy lejos de los Bucks o los Lakers en cuanto a plantilla, se consolide dentro de los ocho mejores en la conferencia oeste.
Ganar este y otros premios son objetivos de Luka a largo plazo, aunque su imparable crecimiento hace que ya en sus primeros años pueda lograrlo. Sin embargo, si algo trae consigo premios individuales, es ser el líder de un equipo campeón. Doncic está llamado a liderar la mejor liga del mundo y para ello necesita, cuanto antes, pelear por finales de conferencia y por anillos de la NBA.
Dallas es una franquicia en construcción y en desarrollo, pero quizás se antoja complicado que puedan ofrecer al esloveno, al menos en un futuro, lo que su nivel puede demandar. Tarde o temprano, Luka llegará a un candidato real a ganar la mejor liga del mundo para empezar así a construir su legado con la sortija más deseado en el universo del deporte sobre sus dedos.
Nueva vida, nuevas metas
La vida de Luka Doncic nunca más será igual. A pesar de que él se siga sintiendo ese joven tímido que llegó a Madrid para crecer en la capital de España, todo ha cambiado a su alrededor.
Si algo ha demostrado estos años es tener una cabeza privilegiada. Ha pasado de liderar a sus equipos en la cantera del club blanco a ser el estandarte del equipo más laureado en la historia del baloncesto europeo.
Ha pasado de meter un triple en el primer balón que tocó el día de su debut en el Palacio de los Deportes a ganar con sus propias manos los títulos más importantes del baloncesto del viejo continente. Y hoy, esas manos son ya las de uno de los mejores jugadores de baloncesto del mundo.
Una vez se llegó a afirmar sobre Luka que talentos así nacen una vez cada 20 o 30 años. Pronunciar su nombre es acordarte de mitos como Drazen Petrovic, Pau Gasol o Dirk Nowitzki y otras leyendas del baloncesto europeo, pero Doncic tiene en su mano escribir su propia historia y situarse entre los mejores de siempre.
Es difícil realizar pronósticos y saber hasta donde puede llegar el mago de Ljubljana, pero lo visto hasta ahora deja una cosa clara: su límite puede llegar tan alto que sea imposible de cuantificar ahora mismo.
Hablar de que Luka pueda compararse, en un futuro muy lejano, con nombres como los de Michael Jordan, Kobe Bryant o Magic Johnson puede parecer osado, pero también lo hubiera sido hablar hace tan solo dos años de que este chico que llegaba al draft con más miedo que vergüenza pudiera recibir las reverencias de una leyenda como LeBron James.
Su techo nadie lo sabe, pero el mayor talento en la historia del baloncesto europeo apunta a volar tan alto que ni el sol pueda quemar sus alas como le pasó al pobre Ícaro. Y ahí, en la cumbre, solo el peso de los anillos sobre sus dedos valorará qué puesto en el Olimpo del baloncesto le pertenece.
[Más información: Luka Doncic, elegido como el mejor base de la NBA de la temporada 2019/2020]