El deporte no tiene memoria. Nadie se acuerda de lo que uno hizo, no ya a lo largo de su carrera, sino que la semana pasada queda demasiado lejos a la hora de reflexionar para hacer una crítica. Sergio Llull (Mahón, 31 años) ha comprobado en sus propias carnes la dureza del tratamiento que se da a los héroes cuando se quedan sin superpoderes.
El encuentro contra el CSKA puede ser el peor de Llull con el Real Madrid. El base firmó un catastrófico 1/10 en triples e incluso algunos de sus tiros ni tocaron el aro. Falló en el momento menos propicio y cuando su equipo tenía una buena renta en el marcador.
Llull se empeñó. Quería, pero no podía. No supo parar y tuvo que pedir el cambio. Su imagen, con la toalla en la cabeza, reflejaba la frustración de un jugador que ha conocido la cara más amable y la más terrible del deporte. Pero si algo le sobra al balear es personalidad y coraje, por eso no dudó en jugarse la última bola que pudo forzar la prórroga en el Buesa Arena.
Y es que es imposible cambiar a Llull. Sergio ha vivido siempre al filo del precipicio en el baloncesto. Ha acaparado las últimas posesiones cuando a los demás les quemaba el balón en las manos. Sus 'mandarinas' son ya historia del Real Madrid y ayudan a construir el perfil de su leyenda.
Quizá la culpa no fue de Llull. Quizá Laso, a sabiendas que el base no tenía su día, debió haber apostado por otro para el tiro decisivo. Quizá, pero a toro pasado todo es más fácil. Laso, al igual que Llull, prefirió morir con el vértigo que ha dado al Real Madrid tantos títulos en los últimos años.
El desquicio de Llull se vio con el triple forzado con el que se jugó el partido. Quedaban segundos de sobra para trazar otra jugada más elaborada. Esa inteligencia y lectura de la situación que ha demostrado el base en otras ocasiones falló ante el CSKA por culpa de la agitación.
El primero que hizo autocrítica fue el propio '23' cuando terminó el encuentro: "No necesito que nadie me venga a decir que no estoy bien. No ha sido mi mejor año". La maldita lesión que le tuvo casi un año apartado y las recaídas esta temporada, que le han impedido disputar incluso el playoff de cuartos ante Panathinaikos, han lastrado la confianza de Llull.
Para que Sergio vuelva a ser 'El Increíble' primero necesita reencontrase a sí mismo. Volver a creer y demostrar que ese corazón gigante, que tantas veces ha demostrado tener, sigue latiendo con la misma fuerza en la cancha. Llull regresará, al igual que lo hará el Real Madrid.
De la Copa 'robada' ante el Barcelona, a la Euroliga desperdiciada ante el CSKA, la suerte está dando la espalda al Real Madrid. Aunque si algo no cambiarán ni Laso ni Llull será la forma de vivir peligrosamente el baloncesto.
El base no supo frenar los ataques de su equipo cuando los blancos debían gestionar una buena ventaja. Y Laso no quiso atar a ese 'loco' que tantos triunfos ha dado con su descaro y vertiginosidad. El vendaval esta vez se volvió en contra del Real Madrid, pero mereció la pena por los 16 títulos que han entrado en las vitrinas blancas desde 2012.
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