Las tarifas de servicios de streaming musical como Spotify son muy económicas: en torno a los 10 euros. Esto permite al usuario escuchar toda la música que quiera. Pero ¿qué porcentaje se llevan los artistas musicales de cada escucha o stream? Varía mucho según la plataforma. También si el usuario es de pago o se encuentra en alguna promoción gratuita.

Como enamorado de la música que escucha varias horas diarias casi desde que tengo uso de razón he de reafirmarme en mi opinión de los servicios de streaming musical: son lo mejor que le ha pasado a la música desde la popularización del MP3. No todo son ventajas, como ya expliqué en un artículo anterior, pero sí que hay una que sobresale del resto: para el usuario el coste es ridículo. A los artistas no les sale tan ventajoso.

El streaming es la forma más habitual de escuchar música

Con la cantidad de servicios de streaming musical que hay en la actualidad es lógico que exista competencia entre ellos, tanto a nivel de captura de usuarios como de artistas. Algunos son tan populares que tienen suficiente fuerza para negociar a la baja, como Spotify o Apple Music. Otros aún deben ganarse la confianza de la mayoría, como Tidal.

Los precios están más o menos marcados: unos 10 euros por una suscripción de pago mensual y unos 15-20 euros por los planes familiares; éstos varían en número de usuarios por cuenta, pero los 5 miembros para cada familia entran dentro de lo común. También es una manera mucho más económica de acceder a los servicios de streaming musical: un grupo de amigos puede contratar una tarifa de este tipo y pagarla entre todos ahorrando bastante al mes.

Spotify, Apple Music, Google Play Music, Deezer… se han convertido en la manera más corriente de escuchar música. También YouTube, que abre la puerta a las listas de reproducción de vídeos musicales a la carta. El principal damnificado es el CD: los beneficios de la venta física caen en picado. Según el Global Music Report (abril de 2016) 58.00 millones de dólares físicos frente a los 67.000 millones de beneficios que generó el entorno digital, compra y streaming incluidos.

Una gráfica interesante es la anterior, también del Global Music Report. El consumo de música mediante streaming creció un 45,2 % en el 2015 con respecto al año anterior. Otro dato interesante es que el 67 % de los internautas usó un servicio de streaming musical en los últimos 6 meses (informe publicado en abril de 2016). Está incluido YouTube.

¿Cuánto gana cada artista musical con sus reproducciones?

Llegamos al meollo del tema. Sabemos el precio que nos cuesta a los usuarios cada mes. Pero ¿cuánto recibe el artista de esos usuarios?

Hay que tener en cuenta que la gráfica que pongo a continuación, realizada gracias a los datos de Digital Music News, hace referencia a los pagos por reproducción o stream brutos. Es decir, no se cuenta el porcentaje que se queda la distribuidora del artista, el agente ni otros gastos o impuestos. Además, los datos hacen referencia a la media: cada servicio de streaming negocia los pagos por país. No cobra lo mismo un artista estadounidense que un español, por ejemplo.

Entre 0,006 y 0,012 dólares el stream de cada canción. A la hora de realizar los pagos hay que tener en cuenta que servicios como Spotify no pagan directamente al artista, sino que realizan la transacción a la discográfica. Luego será ella quien distribuya los beneficios en función de los acuerdos alcanzados con cada artista.

El negocio de distribuir música por streaming es muy desigual

Los servicios de streaming musical como Spotify, Google Play Music o Apple Music son muy populares y llegan a millones de personas. El principal problema para un artista es que resulta complicado llegar al gran público si no se le conoce: quienes ganan con el streaming son los artistas populares. Y sus discográficas, que son las que realmente cortan el pastel.

Ser un artista indie y conseguir ganarte la vida con el streaming no es imposible, pero sí muy complicado. Para los usuarios el coste de acceso no es demasiado alto. Y todo el beneficio generado suele repartirse entre las mismas manos. Algo que tiene su lógica: solemos escuchar la música más popular, también cuando abrimos la app de Spotify. Acceder a esas listas sólo está al alcance de las grandes discográficas.