El 2024 iba a ser uno de los años más difíciles para Google Chrome. El navegador más usado (con un 65% de cuota de mercado según StatCounter), iba a adoptar dos polémicos cambios a lo largo del año, que tenían el potencial de cambiar completamente la experiencia en Internet y la privacidad de los usuarios: el fin de las extensiones más usadas en Chrome, y el fin de las cookies de terceros.
Finalmente, esto último no ocurrirá, al menos no en el 2024. La compañía ha confirmado esta semana que ha retrasado la puesta en marcha del sistema que iba a sustituir a las cookies de terceros; y como resultado, Chrome seguirá dependiendo de las cookies para compartir información de sus usuarios a los anunciantes, en vez del nuevo que había creado en solitario.
Hablamos de ‘Privacy Sandbox’, la nueva tecnología desarrollada por Google que pretende ser la sustituta de las cookies de terceros y que iba a ser activada para todos los usuarios este año, después de que millones de personas ya lo hayan recibido en sus navegadores. Estos planes se cancelan y finalmente no ocurrirán en el 2024; aunque Google no ha dado una fecha concreta, se espera que lo vuelva a intentar en el 2025.
Chrome seguirá con cookies de terceros
Es una decisión que huele a frustración en Google. La compañía lleva ya cuatro intentos de acabar con una parte vital de la Web tal y como la conocemos; y ahora, se sumará un quinto. Y todo, porque sigue sin poder convencer a la industria, los reguladores y los desarrolladores, de que su opción es mejor, más segura, y más privada.
Google ha confirmado ‘desafíos’ a la hora de reconciliar las opiniones de los anunciantes con la de los reguladores, especialmente los europeos; y concretamente, habla de la investigación de la CMA, la máxima autoridad de competencia del Reino Unido, que aún está recopilando pruebas por si este fuese un intento de Google de abusar de su posición dominante en el mercado de los anuncios en Internet.
Una posición que, irónicamente, Google consiguió gracias a las cookies de terceros. Las cookies son pequeños trozos de información que son almacenados por el navegador web cuando visitamos una página; suelen ser datos necesarios para el funcionamiento de la página, como nuestro nombre de usuario o los productos que tenemos en la cesta. Pero también pueden ser usados para rastrearnos en Internet, si al mismo tiempo otro servidor (un ‘tercero’) registra lo que hemos hecho en la página web.
Evidentemente, esto tiene consecuencias para nuestra privacidad, y por eso, muchos navegadores como Firefox y Safari ya bloquean las cookies de terceros por defecto; pero Chrome no lo hace, porque eso supondría un duro golpe para los ingresos de Google, que ofrece anuncios personalizados gracias a la información de las cookies.
De ahí el desarrollo de Privacy Sandbox, una alternativa que hace que sea el propio navegador el que almacena la información sobre las páginas web que visitamos; una información que no se transmitiría a los anunciantes a la hora de mostrar anuncios personalizados. Sin embargo, el sistema ha recibido todo tipo de críticas, desde que fomenta un monopolio de Google, a que realmente no evita que seamos rastreados en Internet.
Ahora la pregunta es qué pasará con el otro gran cambio que iba a sufrir Chrome: el fin de las extensiones más usadas; el resultado de una nueva política diseñada para limitar los bloqueadores de anuncios y otras extensiones que modifican las páginas que visitamos. A menos que haya sorpresa de última hora, este mismo verano debería llegar la actualización de Chrome que desactive estas extensiones.